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Mostrar La Habana (VIII): La ceiba y el templete
EXPRESO - 23.09.2012
Manolo Bustabad Rapa, periodista
Dice la tradición que en 1519, en este ‘Puerto de Carena’, justo en este mismo lugar, se constituyó la asamblea que daría lugar al primer Ayuntamiento de la Habana, celebrando también la primera misa…
La ceiba crece en un borde de la Plaza de Armas, dentro del mismo recinto que alberga el Templete y la columna de Cagigal.
Dice la tradición que en 1519, en este ‘Puerto de Carena’, justo en este mismo lugar, se constituyó la asamblea que daría lugar al primer Ayuntamiento de la Habana, celebrando también la primera misa. Dichos actos se realizaron bajo una ceiba, un árbol tropical que puede alcanzar los treinta metros de altura, que vivió hasta el 1754, año en el que el gobernador Cagigal ordenó talarla porque le impedía ver los galeones que entraban en puerto. Esa es una versión.
Otra dice que el gobernante mandó erigir la columna que aún se conserva como pedestal de una imagen de la Virgen del Pilar, patrona de los navegantes españoles, y que a consecuencia de la obra el árbol se secó. También hay quien sostiene que fue arrancado por un temporal.
En lo que todos coinciden es en que a partir de entonces en ese lugar se plantaron sucesivas ceibas, con distinta fortuna, hasta la actual que data del 1959 ó del 1962, que también en esto hay discrepancia.
Dentro del mismo recinto se construyó, entre 1828 y 1829, a instancias del obispo Espada y Landa, según proyecto del coronel ingeniero Antonio María de la Torre, el Templete existente hoy día.
Y aquí surge otra vez la polémica. La versión más conocida dice que la finalidad de esta pequeña joya neoclásica era conmemorar precisamente aquel acto fundacional de la ciudad. Pero hay otra, según la cual se trata de una analogía con la Tribuna juradera de la Casa de Juntas de Guernica (en Vizcaya, España), erigida precisamente en aquellos años (1826), en el mismo recinto del famoso roble de Guernica.
De este modo, el conjunto ceiba-templete (roble-tribuna) tendría el significado de reivindicar las libertades del pueblo cubano ante el poder establecido, cuya Capitanía General estaba precisamente enfrente, al otro lado de la plaza.
Como se ve, hay suficientes y apasionantes temas de disquisición sobre este asunto. Ahí están para los estudiosos.
Antes de proseguir nuestra ruta, damos tres vueltas alrededor de este emblemático árbol, formulando un deseo, como es tradicional, aunque no sea noviembre.
Lo cierto es que, con tanto deambular entre árboles y templetes, además del entretenido callejeo por la Habana Vieja, se nos abrió el apetito. Menos mal que estamos cerca del templo de la buena gastronomía criolla, de los buenos mojitos y de las legendarias tertulias.
Se adivina fácil que hablamos de la Bodeguita del Medio. Pero lo contaremos otro día.
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