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Andalucía, de los titanes de vapor a las industrias vivas
EXPRESO - 30.05.2022
¿Sabías que Málaga llegó a ser en 1850 la segunda ciudad industrial española o que Sevilla contaba en 1930 con casi 200 fábricas? De aquellos tiempos dorados de la Revolución Industrial, de titanes de vapor y hierro, Andalucía atesora aún hoy una gran herencia.
No solo patrimonio arqueoindustrial que aún puede visitarse, sino también industrias vivas donde seguir aprendiendo y un paisaje y paisanaje que han sido modelados por tantos años de oficios, sabores, tradiciones y actividad económica tan singulares de esta tierra del sur de España.
A veces olvidadas, sus industrias pasadas y presentes conforman poco a poco el futuro de Andalucía y un recorrido por sus huellas a través de sus ocho provincias te encantará. Ahí van unas cuantas pistas de una ruta perfecta para los viajeros curiosos:
1. Jaén: paisaje minero y ferroviario
El ferrocarril es el símbolo por excelencia de aquellos tiempos de titanes de hierro y vapor de la Revolución Industrial. Y en la provincia de Jaén ha tenido siempre una sustancial presencia de la que aún quedan vestigios, la mayor parte ligados a la actividad minera.
Resulta muy interesante, por ejemplo, comenzar esta ruta en Linares, ciudad que fue muy importante como polo ferroviario. Hoy, el antiguo muelle de carga de su Estación de Madrid alberga el Centro de Interpretación del Paisaje Minero que, con sus cinco salas, explica lo que supuso la minería en esta ciudad en la que se asentaron tres compañías de tren de ancho ibérico y una de vía estrecha.
Quienes gusten de subirse a una bicicleta de montaña pueden aprovechar precisamente los curiosos paisajes mineros de Linares, que están cuajados de senderos para recorrer en dos ruedas.
En bici o caminando, se puede hacer la Ruta del ferrocarril minero de Linares a La Carolina. En la entrada norte de esta curiosa ciudad de repoblación, que merece la pena visitar, se encuentra el Parque de la Aguisgrana, en el que está el Aula de Interpretación de la Minería, e incluso reservar una ‘experiencia minera’ a la galería de la Paloma, en plena Sierra Morena.
Y otra opción de vía verde desde La Carolina es la del tren que iba hacia Puerto Llano, un camino de tierra que sigue el trazado de aquella línea de vía estrecha que nunca llegó a ponerse en marcha porque resultaba lenta y tenía un coste muy elevado.
2. Huelva: colores de tierra y mar
Pero si de ferrocarriles y de minas hablamos, seguramente Huelva sea la provincia más representativa de Andalucía. Su Parque Minero de Riotinto permite conocer de primera mano todos los detalles de la industria minera onubense que tuvo su esplendor desde finales del siglo XIX hasta mediado el siglo XX.
Hoy convertido en Museo Minero, el antiguo hospital alberga en su interior un espacio expositivo que explica los milenios de tradición minera de la comarca y en el que se exponen piezas tan especiales como el ‘Vagón del Maharajá’, un lujoso coche de vía estrecha fabricado para la Casa Real británica.
Resulta precioso el paisaje multicolor de las minas a cielo abierto de Riotinto, que no hay que perderse en esta visita a Huelva, pero no es el único ni mucho menos.
Otro de los atractivos imprescindibles de esta provincia tan interesante es su costa y las numerosas especies pesqueras que constituyen uno de los ejes de su gastronomía. Precisamente la pesca es una de las más importantes industrias vivas que sobreviven.
Hay muchos puertos pesqueros dignos de mención en Andalucía, pero el de Isla Cristina en Huelva es el puerto de captura fresca más importante de todos. Aquí atracan a diario barcos cargados de gamba blanca, cigala, langostino, sardina, caballa, lenguado, atún, dorada, caballa, calamar o boquerón. Resulta muy agradable visitar sus lonjas y saborear unas gambas en alguna de las pequeñas tabernas situadas frente al puerto.
3. Cádiz: artesanías de mar y tierra
También la costa de Cádiz es muy conocida por su actividad pesquera, en este caso especialmente por su pesca del apreciadísimo atún rojo.
La industria marinera y conservera convierten a Barbate en un lugar ideal para descubrir el porqué de este manjar. Por ejemplo, en la Fábrica de salazones HERPAC, en el polígono industrial ‘El Olivar’, se puede conocer de primera mano el proceso de manufactura del atún, desde el almacenamiento de las piezas congeladas hasta el envasado y comercialización, pasando por el despiece, salazón y curado.
Su producto estrella es el ‘atún rojo’, que se trabaja de forma estacional desde finales de abril a junio. Es, sin duda, el rey de los atunes, de gran valor gastronómico debido a la cantidad de grasa y a su carne muy jugosa, y es un verdadero espectáculo asistir al ronqueo.
En el interior de la provincia, otra famosa artesanía bien distinta, aunque igualmente interesante. Hay que aprovechar un recorrido por los Pueblos Blancos para descubrir la industria viva de la piel en Ubrique, cuya economía continúa dependiendo en su mayor parte de este sector.
Hacia 1928, en este laborioso pueblo blanco se curtían ‘la mayor parte de las pieles de Andalucía y Norte de Marruecos. En la actualidad es cierto que no existen curtidurías en Ubrique, lo que queda es la marroquinería, pero este trabajo artesanal sigue ocupando a casi todos los ‘petaqueros’, aunque este pueblo emprendedor está logrando abrirse a otras actividades productivas, aprovechando sus posibilidades naturales.
Su situación, entre los Parques Naturales Sierra de Grazalema y los Alcornocales, hace que Ubrique sea un destino para fundirse con la naturaleza, disfrutando de las rutas de senderismo, a pie o a caballo, que surcan sus bosques y cañadas. Pero también descubriendo la ruta de los Miradores, el interesante yacimiento arqueológico de la ciudad romana de Ocurrí o saboreando su gastronomía, como por ejemplo los quesos de cabra payoya autóctona que aquí se elaboran.
4. Almería: trenes y el mármol más blanco
Mucho más al este de esta tierra andaluza, en la desembocadura de ‘la rambla’ de la ciudad de Almería, en la playa de las Almadrabillas, su famoso Cable Inglés nos recuerda que aquí llegaba el mineral de hierro desde las tierras granadinas de Alquife.
Con su hermosa arquitectura de hierro y madera de principios del siglo XX, este ‘cable inglés’, de poco más de cien metros y declarado Bien de Interés Cultural de Andalucía, era un antiguo cargadero de mineral que unía la estación de ferrocarril con el puerto de Almería.
Toneladas y toneladas de hierro llegadas desde la provincia de Granada fueron embarcadas en inmensos buques y exportadas al resto de Europa en aquellos años de los titanes de hierro y vapor, ya que durante los siglos XIX y XX la pequeña localidad de Alquife ostentaba el primer puesto como productor de España.
En esos tiempos la construcción del cargadero permitió a los vagones descargar su mercancía directamente en las bodegas de los barcos que se encargaban de distribuirla por un continente en pleno apogeo industrial.
Pero no solo en la capital almeriense perviven las huellas de aquel tiempo. A poco más de setenta kilómetros, en Macael, su famoso mármol blanco, que ha llegado a estar en la Alhambra, el Escorial o el Teatro Romano de Mérida, continúa hoy siendo un referente industrial en un paisaje digno de visita.
Estamos en el Valle del Almanzora, una zona de singular belleza con la Sierra de Los Filabres como telón de fondo. Hay que visitar en Macael el Centro de Interpretación del Mármol, que además organiza visitas guiadas a las canteras y los talleres en los que se trabaja el mármol que tanto protagonismo ha dado a esta zona.
5. Córdoba, oro líquido y paisaje
Si pensamos en un paisaje de olivos, probablemente se nos venga a la cabeza Jaén pero, ¿qué hay de los olivos de la provincia de Córdoba, que producen unos de los mejores AOVEs del mundo?
Basta alojarse una noche en la Villa Turística de Priego de Córdoba, situada a unos siete kilómetros de esta población, para amanecer rodeado por un mar de olivos de ondulaciones suaves y divisar entre ellos La Tiñosa, el pico más alto de la provincia. Se trata del Parque Natural de las Sierras Subbéticas Una maravilla.
Almedinilla, Fuente Tójar y Priego son los tres ejes de esta comarca donde se produce el que dicen que es el mejor aceite de oliva virgen extra del mundo con Denominación de Origen. En esta comarca hay que comprar aceite, pero no es la única. Por toda la provincia de Córdoba abundan lugares relacionados con el aceite que dan idea de su importancia.
También en la Subbética cordobesa, la Estación de Luque cuenta con un Centro de Interpretación del Aceite, donde se podrán realizar catas de aceite de la zona, desayunos molineros, exposiciones y charlas, toda una degustación de aceites de la máxima calidad. Lo mejor, que se ubica en una estación de ferrocarril rehabilitada conservando todos los detalles antiguos, como los viejos vagones de mercancías.
En Baena, se encuentra el Museo del Olivar y del Aceite. El que funcionara hasta 1959 como molino de José Alcalá Santaella, se transformó en museo conservando mucha de la maquinaria de mediados del XIX de la antigua almazara. Se puede visitar el molino completo con todos sus elementos en perfecto estado, la bodega y una sala que cuenta la historia y evolución del olivar en Baena además de una colección de más de 3000 etiquetas de aceite de oliva. Asimismo se pueden reservar talleres, catas y degustaciones de la Denominación de Origen Baena.
En Cabra, el Museo del Aceite ‘Molino Viejo’, instalado en un edificio de piedra, es además un claro exponente de la arquitectura industrial del siglo XIX. Aquí se puede viajar en el tiempo admirando los diferentes métodos y artilugios inventados para extraer el oro líquido, el aceite de oliva.
Montilla, mientras, guarda entre otros secretos dos muy relacionados con este oro líquido. El Museo del Aceite Juan Colín, donde hacer una pausa disfrutando de la paz del olivar, el paisaje y la literatura en el Paseo de los olivos, antes de visitar la almazara y probar sus aromáticos aceites sobre un ligero pero sabroso tomate de la huerta.
O el precioso lagar de Los Raigones de Montilla, uno de los lagares históricos de la zona, que ofrece como opción para grupos un impresionante desayuno molinero que incluye su aceite premium Aviary, buenísimo.
6. Granada: dulce y sabrosa
Si las tierras de Jaén son hoy en día auténticos mares de olivos, las vegas de Granada fueron durante siglos mantos verdes que producían los sabores más dulces.
En el delta del río Guadalfeo, mantos verdes de caña de azúcar, fuente de riqueza para poblaciones como Motril y Salobreña, desde donde se exportaría esta planta a las provincias españolas de ultramar.
En Motril puede visitarse el Museo Preindustrial de la Caña de Azúcar, en el Ingenio de la Palma, una antigua industria azucarera que funcionaba ya en el siglo X.
En 2006 cerró la última, la Azucarera de Salobreña, pero aún pueden verse las espigadas chimeneas que salpican la costa granadina, porque llegó a haber más de una veintena.
También en las vegas interiores de Granada se obtenía antiguamente azúcar, aquí a partir de la remolacha. Y también aquí se conservan todavía ejemplos patrimoniales de aquella revolución industrial.
Hoy pueden visitarse algunas como la Fábrica Azucarera de Santa Juliana en Armilla, o la de Nuestra Señora del Pilar, en Motril, además del Museo.
Si el viajero prefiere la miel de abejas de Granada, con Denominación de Origen, el Museo de la Miel está en la finca Berta Wilhelmi, a pocos metros del balneario de Lanjarón, en el Centro de Interpretación de la Apilcultura, que cuenta con cuatro áreas didácticas en las que se puede conocer todo el proceso de elaboración y sus características.
Sin duda, el principal factor que confiere las peculiares características de la miel de Granada es la variada y abundante flora de la provincia. Son unas 300.000 hectáreas de monte ocupadas por plantas aromáticas, además de importantes extensiones de naranjos, castaños y, en la zona litoral, aguacates y otras frutas tropicales.
7. Málaga: de los ingenios a los Cadillac
También en las tierras malagueñas ha tenido mucha importancia la miel, en este caso la de caña, y aquí pervive todavía hoy la fábrica en funcionamiento más antigua de Europa, que sigue elaborando la miel de caña con la misma receta que en aquel trapiche inicial del siglo XVIII y que hoy se distribuye a nivel nacional e internacional.
Se trata del Ingenio Nuestra Señora del Carmen, una fábrica situada en un gran edificio de estilo renacentista en Frigiliana, en el Palacio de los Condes de Frigiliana. Sus productos, además, se pueden comprar aquí mismo, en cualquier comercio de la localidad y en muchas cadenas de supermercados.
En esta ruta dulce también resulta interesante acercarse a Vélez-Málaga, donde se ha rehabilitado la antigua Fábrica Azucarera de Torre del Mar, manteniendo la esencia del edificio industrial de la segunda mitad del siglo XIX. Ahora es un edificio cultural multidisciplinar en el que se pueden conocer maquinarias originales de la época relacionadas con el proceso de la caña de azúcar.
En el exterior del edificio, además de la chimenea y junto a la Casa del Ingeniero, se puede observar la máquina de vapor original adquirida en 1900 por José Larios que proporcionaba fuerza motriz a la fábrica.
Y hablando de máquinas, estas más sofisticadas y atractivas, aunque también de tiempos pasados, no hay que abandonar la provincia de Málaga sin acercase a visitar en su capital el Museo Automovilístico y de la Moda .
Este increíble espacio se encuentra en el emblemático edificio de La Tabacalera y es el único museo en el mundo que presenta una colección privada permanente de vehículos, alta costura de los años 20-50 de grandes diseñadores como Dior, Chanel y Balenciaga y motores customizados convertidos en arte, expuestos en 6000 metros cuadrados de auténtico ensueño.
Si se prefiere una visita realmente especial, se puede alquilar uno de sus espectaculares Cadillac con chófer para recorrer la ciudad de Málaga de una manera muy especial. Inolvidable.
8. Sevilla: la delicadeza hecha historia
El turismo industrial como fenómeno de masas se inició en el siglo XIX, al calor de las grandes exposiciones universales que iban recorriendo las ciudades más importantes del mundo y donde la exhibición de los alardes tecnológicos conseguidos ha sido siempre una constante.
Seguramente recordarás la Expo92 que convirtió a Sevilla por unos meses en capital del mundo, pero la ciudad hispalense ya había vivido en 1929 una Exposición Iberoamericana que cambió su faz y dejó seguramente mucha más huella. Todavía hoy sobreviven algunos de sus pabellones convertidos en edificios emblemáticos en el Parque de María Luisa, y la misma Plaza de España fue concebida para aquella ocasión.
De aquel tiempo pasado, muchas fábricas y empresas nacidas con la revolución industrial han ido cerrando, pero otras continúan su actividad y por su elegancia y delicadeza han pasado a convertirse en atractivo turístico en sí mismas.
Es el caso de Carruajes Romero, en Lebrija. Esta empresa artesanal de carruajes permite la visita a su taller para conocer de primera mano cómo se fabrican y se restauran los carricoches, con sus guarniciones, monturas, faroles o paragüeros.
Es esta de Lebrija una buena opción para los amantes de este arte, que ya no pueden visitar en la capital andaluza el Museo de Carruajes, ubicado en la plaza de Cuba, ya que recientemente el Real Club de Enganches de Andalucía (RCEA) ha cerrado definitivamente sus puertas a causa de una subida del alquiler y varios meses de cierre por la pandemia.
Pero no es la única huella de aquellas industrias elegantes. En pleno centro de Sevilla, todavía se puede visitar el precioso edificio de la Antigua Real Fábrica de Tabacos, actual sede del Rectorado de la Universidad de Sevilla y de sus Facultades de Filología y de Geografía e Historia.
O acercarse a la factoría de La Cartuja de Sevilla. Esta fábrica centenaria de loza, especializada en los servicios de mesa, nació del espíritu emprendedor de una familia inglesa enamorada de Andalucía en 1841 y su ubicación inicial en el monasterio de La Cartuja trajo la Revolución Industrial a Sevilla.
Las vajillas y objetos decorativos de la fábrica sevillana se ganaron rápidamente el reconocimiento internacional: En 1862 recibió la medalla de oro en la Exposición Universal de Londres y en París en 1878. Además de convertirse en proveedor oficial de la Casa Real en 1871, además de estar presente en otras casas reales europeas. La famosa Sissi, Isabel de Baviera, emperatriz de Austria-Hungría, era una de las habituales en adquirir artículos de la fábrica sevillana.
Actualmente La Cartuja se encuentra a muy pocos kilómetros de Sevilla, en el municipio de Salteras, y además de poder visitarse cuenta con una tienda que ofrece todos los productos de su catálogo y series y piezas especiales en régimen de outlet.
Para saber aún más, puede consultarse la completa web de Turismo de Andalucía, especialmente en sus páginas de Andalucía Elección Natural y Titanes de Hierro y Vapor .
Texto: Ana Bustabad Alonso y Federico Ruiz de Andrés
Fotos: Turismo de Andalucía y archivo de Expreso
NOTA DEL EDITOR: Este reportaje ha sido elaborado con la colaboración de la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía.
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