Castillo Son Vida, el amanecer más bonito de Palma

EXPRESO - 11.01.2010

Federico Ruiz de Andrés y Ana Bustabad Alonso Hay días en que Palma amanece mimosa, cubierta por una pelusa blanca donde se reflejan las primeras luces

Federico Ruiz de Andrés y Ana Bustabad Alonso

Hay días en que Palma amanece mimosa, cubierta por una pelusa blanca donde se reflejan las primeras luces. En realidad es una neblina ligera que se deshace cuando sale el sol y se pierde por el sur, en la bahía, sumergiéndose despacio en el Mediterráneo.
Lo sé bien porque la he visto amanecer desde la terraza de mi habitación en el Castillo Son Vida, que esos días es el mejor lugar para ver cómo se despierta Palma. Se ve toda la bahía, el castillo gótico de Bellver, la catedral; a lo lejos, los impresionantes barcos de cruceros…
Este cinco estrellas gran lujo tiene además una de las mejores terrazas de Palma, y seguramente de toda la isla de Mallorca. A unos diez minutos del centro y poco más del aeropuerto Son Sant Joan, se encuentra esta finca mallorquina del siglo XIII. Aislada del ruido, intemporal, parece que aquí el reloj se detiene.
El bolígrafo con el que escribo estas notas confirma que el hotel pertenece a The Luxury Collection. No hace falta. Desde que entras en recepción se vive un lujo sencillo pero rotundo. Ese que se percibe en los detalles, sin agobiar, sin etiquetas, sin estridencias, que te hace sentir como si hubieses nacido en él.
Muchos años atrás, un caluroso día de junio de 1961, las puertas del Castillo Son Vida se abrieron majestuosas para celebrar la fiesta más espectacular que se había visto nunca en la isla. Medio millar de personalidades de todos los ámbitos eran testigos de la apertura como hotel de este edificio del siglo XVI.
Tan sólo había transcurrido una semana cuando atracó en el puerto de Palma uno de los yates más famosos del mundo, el ‘Christina’. A bordo, Aristoteles Onassis, su propietario, al que acompañaba su gran amor, la soprano Maria Callas, y dos invitados de lujo: el príncipe Rainiero de Mónaco y una de las actrices más glamurosas de todos los tiempos, Grace Kelly, convertida ya en princesa Gracia.
La fiesta que ofrecieron se recuerda todavía aquí por asistentes como Montgomery Clift o Elsa Maxwell, pero desde entonces han sido muchos los personajes históricos que han dormido en el hotel.
Brigitte Bardot, Truman Capote, Julio Iglesias; la actriz Zsa Zsa Gabor, que tuvo que pasar una noche en comisaría por no pagar la cuenta del hotel; Yasser Arafat, Gadafi, o el rey Hassan de Marruecos, que quedó tan impresionado con el menú que invitó al chef a su suite para sonsacarle la receta de la lubina a la naranja.
Al llegar a la habitación encuentro una tarjeta firmada por John Veensma, general manager del Castillo Son Vida, en la que se lee: ‘El hombre que más ha vivido no es aquel que más años ha cumplido, sino aquel que más ha experimentado la vida’. Jean-Jackes Rousseau.
Aquí es fácil vivir mucho y muy deprisa. La experiencia comienza al bajarse del avión. Desde el aeropuerto de Palma, uno de los que cuentan con más vuelos de toda España, el hotel ofrece un transfer de limusinas Mercedes Clase S, de la empresa Transfer Car. Si se busca un coche de sueño, entonces hay que reservar el Rolls-Royce Silver Seraph.
A primera vista el Son Vida no parece un castillo. De hecho, al principio no lo era. En las memorias de Mallorca se menciona por primera vez en 1518, como la finca de una familia que había amasado grandes riquezas durante la conquista de la isla.
Tras una historia complicada, Son Vida fue reconvertido en castillo hacia 1900 por Nicolau Truyols, Marqués de la Torre, para entregárselo como regalo de amor a su esposa. Desde 1995 es propiedad del holding alemán Schörghuber.
Gestionado a través de su filial Arabella Hospitality Group, el hotel forma parte del Arabella Golf & Spa Resort Mallorca, junto con el Arabella Sheraton Golf Hotel Son Vida, situado un poco más abajo; el St. Regis Mardavall Mallorca Resort, una maravilla blanca al borde del mar; y los campos de golf Son Vida, Son Muntaner y Son Quint.
Todos los hoteles son muy diferentes. Pero el que tiene más encanto, sin duda, es el Castillo Son Vida. Le fallan algunos pequeños detalles, como el falso mimbre de los muebles de terraza de las habitaciones, o el estrecho pasillo que lleva a las habitaciones nuevas, donde la arquitecta del Burj Al Arab ha logrado encajar -eso sí- unos cuartos de baño muy completos en pocos metros.
Es casi imposible ponerle ni una pega más. Muy por encima, los zumos variadísimos del desayuno buffet, que cuenta con una sala especial para los productos fríos; las obras de arte originales que salpican los pasillos; los delicados detalles en las habitaciones… Por encima de todo, el excelente servicio de un equipo de profesionales que hacen que la estancia aquí sea inolvidable.
Uno de los rincones más coquetos es el salón de fumar George Sand, con su colección de 1500 soldaditos de plomo. Al estilo de los salones ingleses, con chimenea, decorado en madera y cuero, cuenta con una variedad de más de 170 puros y las mejores marcas de whisky, ron o brandy.
Justo enfrente, el bar Armas, donde se puede tomar un té inglés a media tarde o una comida ligera acompañada de cava y cócteles. Los dos tienen salida a la gran terraza del hotel, un lugar imprescindible en las noches de verano.
Para comer se puede elegir el restaurante Es Castell, con enormes ventanales hacia la bahía de Palma, donde el chef Juan López prepara platos clásicos mediterráneos, o su terraza. Buenísimos los panecillos con aceite con los que se inicia el ritual de la comida.
Si se prefiere algo más informal, Cati Pieras se encarga de elaborar la mejor cocina mallorquina en el pequeño Es Ví, un restaurante-bodega de diseño fresco con una carta impresionante que supera los 800 vinos.
Al lado de las piscinas exteriores está el bar Sa Font, para tomarse un aperitivo entre chapuzón y chapuzón. Dentro del Arabella Spa hay otra piscina, un jacuzzi, sauna, baño de vapor, un pequeño gimnasio y una fuente de hielo.
Pero mucho más relajantes son los tratamientos de belleza de su centro estético. Aquí se utilizan y se pueden comprar los productos de Ligne St. Barth o la cosmética natural de Anne Semonin. El más solicitado, el sérum, unos 150 euros que dejan la cara como nueva.
De todas las habitaciones del Castillo Son Vida las más caras son la suite Royal, con más de 130 metros cuadrados, enorme terraza, vista panorámica y jacuzzi, y la suite Loewe, diseñada en piel, madera y negro al estilo de la famosa marca.
Por supuesto, las mejores tienen servicio de mayordomo, pero todas cuentan con una decoración de lujo y todas las comodidades que se le suponen a un cinco estrellas gran lujo como acceso gratuito a Internet wifi, DVD, grandes televisores de pantalla plana y una carta de almohadas, albornoces o jabones.
Uno de los detalles que enamoran al viajero llega cada atardecer.
Las camareras no sólo abren la cama y colocan las zapatillas sobre las clásicas alfombrillas blancas. Además, reponen las amenities, dejan botellas de agua mineral y bombones en la mesilla y, sobre la cama, una bandeja con carta desayunos y de almohadas, la previsión del tiempo en Mallorca para el día siguiente, y una bolsa para zapatos, para señalar a qué hora han de estar listos por la mañana.
Aun con todo, lo mejor de las habitaciones son los colchones Bayerische, de la marca Matratzen, que utilizan todos los hoteles del grupo. Una noche sobre ellos equivale a tres días de descanso. Comprobado.
Desde que en los años 60 se reunieron aquí los trece armadores más importantes del mundo, muchos de los clientes del Castillo Son Vida organizan aquí reuniones y eventos de empresa, incluso las celebraciones familiares más exclusivas.
En cualquiera de las seis salas de conferencias con luz natural, en el salón histórico, en la terraza o en el jardín; el coordinador de reuniones se encarga de que todo salga perfecto.
Desde abril a agosto son los meses de mayor ocupación en el hotel. Los golfistas, sin embargo, vienen durante todo el año. Además de los campos Son Muntaner y Son Quint, en el complejo hay una academia de golf, Arabella, y el servicio para huéspedes hace reservas en otros campos de golf de Mallorca.
Cuatro pistas de tenis profesionales, servicio de aparcamiento, galería de tiendas de lujo, o incluso una oficina para bodas hacen del Castillo Son Vida un hotel para quienes buscan algo más. Quienes viajen con niños, además, cuentan con servicio de canguro. Pero ellos son los más beneficiados.
Al llegar a su habitación encuentran un peluche de regalo, junto con información sobre el Club Infantil. Situado en una casita independiente rodeada de columpios, los más pequeños pueden divertirse aquí con actividades de bricolaje, excursiones, videojuegos, cursos de natación, golf… Las cuidadoras almuerzan con ellos en una gran mesa, media hora antes de los horarios habituales del restaurante.
Por todos los rincones del hotel te encuentras pinturas y esculturas originales. Fausto Morell y Bellet es el autor de los retratos del archiduque Carlos de Austria y su esposa, o de la Entrada triunfal del Rey Jaume I en la ciudad de Mallorca. Cuentan que cuando el rey Faisal de Arabia Saudí se alojó aquí, la dirección del hotel decidió retirar el cuadro para no herir su sensibilidad.
El Desembarco en Santa Ponça del mallorquín Antoni Ribas, el retrato de Don Pedro Enriques de Avecedo, Conde de Fuentes, pintado por Juan Pantoja de la Cruz en el siglo XVI, o los cuadros atribuidos a Bartolomé González, que hacía la competencia a Velázquez, son algunas de las joyas del hotel.
La más espectacular se encuentra en el antiguo comedor de Son Vida. Las cuatro paredes del salón están cubiertas por un fresco de Ricard Anckermann del siglo XIX que representa una jornada completa de cacería. El artista trabajó durante cuatro largos años en este encargo del Marqués de la Torre, propietario del Castillo, sin saber que sería su última obra.
El único trabajo comparable de Anckermann es la sala de bailes del antiguo Círculo Mallorquín, en el lugar que hoy alberga el Parlamento Balear, uno de los edificios más impresionantes de la ciudad, que merece la pena visitar.
Una escapada al centro de Palma no está completa sin una parada en el famosísimo Can Joan de S’Aigo. Tiene un local en una bocacalle de la avenida Jaime III, frente del Corte Inglés más céntrico. Pero es mucho mejor pasarse por el antiguo, el de toda la vida, que funciona desde 1700 en la calle Can Sanç, en la zona peatonal.
Aquí sirven, sin duda, las mejores ensaimadas de toda Mallorca, y elaboran muchas otras delicias como cocas, cuartos, o helados. No hay que perderse bajo ningún concepto su helado natural de fresones, servido en vasito de cristal, de un rojo intenso.
Otro lugar especial es L’Antiguari, un pequeño café situado en el número 5 de la calle Arabí, a media escalinata. Organiza exposiciones, conciertos de jazz, torneos de poesía en los que cada poema supone una copa gratis, y los más nostálgicos pueden traerse sus propios vinilos para escuchar en el local.
Para comprar un regalo con carácter una buena idea es acercarse a las tiendas más tradicionales de Palma, como la cestería Ca la Seu, del siglo XVII, en la calle Corderia; la tienda de decoración Quesada, en el Paseo del Borne; la cerería Picornell de 1785 en la calle del Call; la confitería Frasquet, que está en Orfila; o la tienda de delicatessen La Pajarita, en Sant Nicolau.
Se pueden encontrar todas en la miniguía ‘Shopping Mallorca’ o, mejor, preguntando al personal del Castillo Son Vida, que además de la información práctica, siempre descubre al viajero alguno de esos secretos de la isla tan bien guardados por los mallorquines.
Es difícil definir el lujo. Las marcas a las que pertenece el alojamiento no deberían dejar lugar a dudas: ‘The Leading Hotels of the World’, Starwood, 'The Luxury Collection’... Pero lo más importante aquí es que los casi 200 empleados del hotel saben exactamente qué significa y se lo hacen sentir al huésped. 
Después de sentirlo nunca se quiere perder.
Me han contado que hay otros días en que Palma se despierta descarada, antes que nadie. Así que volveré al Castillo Son Vida para sentirlo, porque las cosas importantes de la vida siempre es mejor comprobarlas por uno mismo.
Agradecimiento:

Comentarios