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24 horas en Buenos Aires: Siempre Evita
EXPRESO - 27.05.2014
Evita es la pieza de referencia en el tablero bonaerense
Evita es la pieza de referencia en el tablero bonaerense. Revive en sus estatuas y en los monumentales murales, está en los museos, en los musicales… En la Recoleta, reposa su cuerpo, pero su espíritu vaga entre los descamisados del siglo XXI. Y dicen que, escuchando atentamente, aún se oye el eco de su voz entre los palcos del Teatro Colón.
Y tras ella, la polémica. Buen ejemplo, el conocido edificio del Ministerio de Desarrollo Social (antiguamente de Obras Públicas), en la Avenida 9 de Julio, en cuyas fachadas Norte y Sur se ven desde la distancia los murales del artista Alejandro Marmo, realizados en acero corten con una altura de 31 metros y 24 de ancho.
Mirando hacia el Sur, la Evita sonriente, inaugurado el 26 de julio del 2011, en el 59 aniversario de su muerte, por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y, un mes más tarde, dirigiéndose al Norte, la imagen beligerante ante el micrófono.
Decíamos polémica, por el abultado gasto en la remodelación de las oficinas de este inmueble (voceado por la prensa argentina), ya de por si controvertido por ser el único salvado de la piqueta en la apertura de la mayor arteria de Buenos Aires.
Precisamente en esta Avenida, unas diez cuadras hacia el Norte, pasamos ante el Teatro Colón, en la Plaza Lavalle. Inaugurado en 1909 y, en su día, ‘la sala de espectáculos más amplia del mundo’ con sus 3.570 localidades, es referencia de la lírica y la danza en Argentina y uno de los teatros de ópera más importantes a escala internacional.
Pues bien, Eva Duarte logró que la gente humilde tuviera acceso a este centro de cultura elitista, hasta entonces vedado para la mayoría del pueblo.
Dos anécdotas: Una; aquí se fraguó un complot (descubierto días antes) para asesinarla junto a su marido, el Presidente Perón, el 12 de octubre del 1948. Otra; La Callas, que tuvo sus más y sus menos cuando actuó en él, en 1949, dijo ‘este Teatro está totalmente controlado por Evita’.
Un poco más allá enfilamos la Avenida del Libertador y, después de pasar ante el Palais de Glace y del Museo Nacional de Bellas Artes, en una zona de edificios señoriales y cuidados parques, nos encontramos nuevamente con Eva, esta vez en estatua de bronce sobre pedestal de granito.
Es obra de Ricardo Gianetti, que la representó como queriendo echar a correr. Se puede localizar entre las calles Agüero y Austria, en predios de la Biblioteca Nacional.
Estamos muy cerca ya del Cementerio de la Recoleta y no nos resistimos a entrar, para perdernos en un paseo tranquilo entre los ricos mausoleos. Conocido también como Cementerio del Norte (La Chacarita es el del Oeste), nació como ampliación del camposanto de la Basílica del Pilar, hoy Monumento Histórico Nacional.
Desde siempre es la necrópolis de la aristocracia y gente adinerada, lo cual ha contribuido a la proliferación de obras de arte de los más prestigiosos escultores argentinos. Todo el conjunto es un verdadero museo al aire libre, en el que además la entrada, de 8 a 18 h, es gratuita.
En contraposición, hay que decir que aquí se encuentra el metro cuadrado más cotizado de Buenos Aires. La lista de huesos ilustres, así como de los artistas que trataron de perpetuarlos, es interminable. Sólo mencionaremos al Almirante Guillermo Brown, héroe de las guerras del XIX, y a Raúl Alfonsín, Presidente en el XX.
Además, naturalmente, de la querida Evita, cuyos restos embalsamados recorrieron medio mundo, hasta que en 1976 fueron depositados en su actual mausoleo, diseñado y construido como ‘la cámara acorazada de un banco’.
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa
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