La costa oriental de Cantabria, escenario del misterio

EXPRESO - 20.10.2013

Expreso

Angel_LlimonaCoincidiendo con el puente de todos los Santos y las celebraciones de Halloween, todos volvemos la vista hacia lugares con un cierto halo de misterio. El otoño con sus tonos ocres, y la luz del sol tamizada por ligeras nieblas ofrecen una perspectiva irreal a muchos paisajes y construcciones, de manera que estos parecen escenarios perfectos para Halloween.
Nosotros hemos elegido un itinerario para una jornada de ‘misterio’, tan magnífico como evocador. Nos vamos a recorrer la costa desde la aristocrática Comillas a la marinera San Vicente de la Barquera, buscando un fondo para una foto de Halloween. 
En la villa de Comillas, uno de los principales centros turísticos de Cantabria, se encuentran las ruinas góticas y el Ángel de Llimona.
Con una espada en las manos y mirando hacia el mar, la estatua custodia el singular cementerio de la villa que se alza sobre los restos de una antigua iglesia del siglo XV.
De hecho, algunas de las estructuras de este templo se conservaron como ornamentación del espacio funerario como los arcos y las paredes que, también, han servido como base para la escultura. Esta obra fue proyectada por Luis Doménech y Montaner y, además de integrar la antigua ermita gótica en su estructura, añadió una espectacular cerca invadida de elementos de lo más pintorescos.
Se trata de una construcción que enfatiza en el concepto de ruina y que se integra en el paisaje de Comillas fusionándose con él, una mínima actuación para expresar la sensación de lo eterno, la calma y lo solemne de un cementerio. 
El Ángel es una escultura modernista del catalán Joseph Llimona Bruguera. Se ve en esta imagen de mármol su clara influencia del estilo renacentista florentino que aprendió el artista durante su estancia en Roma.  
La espectacularidad de este cementerio radica también en su ubicación. Las ruinas góticas están asentadas sobre un montículo cerca del mar. Un lugar estratégico y que, sin duda, llama la atención del visitante que se acerca a Comillas. 
Un paisaje de leyenda hacia San Vicente de la Barquera  En la carretera nacional que conduce desde Comillas hasta San Vicente de la Barquera y en pleno Parque Natural de Oyambre, encontramos un paisaje de lo más espectacular: un bosque fosilizado. Este enclave, aunque inhóspito y mortecino, revela la grandiosidad de la vegetación cántabra. Este bosque formado, fundamentalmente, por eucaliptos recuerda esos melancólicos paraísos otoñales que poblaban esta comarca.
Un oasis de tranquilidad que, con el paso del tiempo, ha palidecido el típico verde grisáceo del eucaliptal. Si por algo se dignifica este bosque fosilizado es porque conserva la elegancia y el porte robusto de los magníficos eucaliptales. Se conservan sus troncos rectos y su corteza lisa de un gris ceniciento o blanquecino. 
Los eucaliptales son bosques de aspecto sombrío y misterioso pero, en este caso, tiene el valor añadido de su característica de fósil que le aporta esa belleza mágica en la que parece de de un momento a otro, tras los troncos, va a aparecer un hada o un unicornio. 
Este bosque fosilizado, además, se encuentra anegado de agua. Algo que le hace tener una característica muy especial. En los días de bruma y de niebla, este paraje se convierte en un lugar completamente encantado.  

Expreso. Redacción. A.F 

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