Rodando por la cubana Vuelta Abajo. Objetivo: Viñales

EXPRESO - 13.07.2013

Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa Pinar del Río, con unos 240 kilómetros de largo y en torno a los 50 de ancho, es la provincia más occidental de Cuba

Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa

Pinar del Río, con unos 240 kilómetros de largo y en torno a los 50 de ancho, es la provincia más occidental de Cuba. Linda, al Norte, con el Golfo de México; al Sur, con el Mar de las Antillas; al Oeste, con el Estrecho del Yucatán, de cuya península dista sólo 130 millas, y al Este con la provincia de La Habana.

Con una parte de esta última, constituye prácticamente la totalidad de la región conocida, sobre todo en términos tabaqueros, como Vuelta Abajo, su nombre vulgar desde el siglo XVIII. Aquí se cultiva y se elabora quizá el mejor tabaco del mundo.

Hablar de Vuelta Abajo es evocar tierras míticas, como la plantación Hoyo de Monterrey, en san Juan y Martínez, de gran reputación por las hojas de tripa y del capote, o las fincas de la familia Robaina, en San Luis, o Vega Vizcaíno, al este de la ciudad de Pinar del Río, ambas famosas por el particular cultivo de hojas de capa.

Es inevitable empezar hablando del tabaco de Vuelta Abajo, porque sus aromas son reconocidos en todo el orbe, sin embargo sus atractivos no se reducen al disfrute del humo embriagador.

Nuestra visita es de una sola jornada y la hemos dedicado casi en exclusiva al Valle de Viñales, situado entre la Cordillera de Guaniguanico y la Sierra de los Órganos, comarca de encanto especial, que reúne varios puntos de interés en cierto modo representativos del enorme atractivo da la provincia. Se lo contamos, pero vayamos por orden.

Realizamos los aproximadamente 150 kilómetros, desde Ciudad de la Habana, rodando por la Autopista Norte, con escala técnica en un Parador de carretera denominado Las Barrigonas, con vocación de clásico para esta faena, que está en su kilómetro 120.

Efectivamente, es nuestro primer contacto con la vida del campo cubano y nos topamos con una muestra de su ganadería y un secadero de tabaco preparados para deleite del viajero, que encuentra también aquí un estupendo restaurante especializado en cocina criolla, ideal para reponer fuerzas.

El paisaje es relajante, con un pequeño lago y un bosquecillo de barrigonas, las peculiares palmeras que le dan nombre.

Valle de Viñales

Apenas cuarenta y cinco minutos después, tenemos el primer contacto visual con el mítico Valle de Viñales, desde el estratégico ‘Mirador Los Jazmines’, que nos proporciona las vistas más conocidas de esta tierra: un fértil valle cultivado, salpicado de mogotes.

Así se llaman las formaciones rocosas redondeadas, que se elevan a veces cientos de metros sobre los campos de tabaco, como guardianes gigantes dormidos, semejando enormes cetáceos varados en una playa verde de tabaco y palmeras.

Pero los mogotes de Viñales no están muertos, ni siquiera dormidos, encierran vida interior, como tendremos oportunidad de comprobar durante esta excursión. Desde el mirador hacemos las fotos más tópicas, aunque siempre únicas, según la estación, una nueva palmera o la sombra de una nube, compitiendo un año más los ocres y los verdes.

Muy cerca, el Centro de interpretación del Parque Valle de Viñales nos ofrece toda la información sobre este ‘Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad’. Allí, Ricardo Álvarez, historiador de Viñales, nos abre los ojos ante un escenario único: las rutas, los cultivos, la geología, sus anécdotas, su nombre…

El nombre de Viñales sugiere inmediatamente un pasado ligado a la vid, sin embargo el Historiador lo desmiente rotundamente, al igual que la creencia de que procede de una familia catalana afincada en la zona.

La realidad, nos asegura Ricardo Álvarez, es que esta tierra fue comprada por un español, natural de Bembibre, en la comarca leonesa del Bierzo, que se apellidaba Viñales. (Hemos averiguado que en dicho ayuntamiento de Bembibre hay también una localidad denominada Viñales).

Estamos en una región de gran tradición campesina, donde tienen claro que el mejor tabaco se cultiva en Viñales, aunque ‘sólo la cuarta parte de las tierras productoras de tabaco tienen la consideración de Vegas Finas de Primera’.

Y que los términos de San Juan y San Luis, aunque excelentes tabaqueros, son la tierra de la malanga, esa arácea de hojas grandes, con ciclo de nueve meses, ‘no explotada suficientemente’, cuyo tubérculo, cocido, encontramos en los platos criollos con más frecuencia que la patata, aunque menos que la yuca. Aquí se dan todos los productos de huerta y en las laderas próximas un estupendo café.

Es Parque Nacional desde 2001 y su gestión y protección están encomendadas a un equipo de cuarenta y cuatro trabajadores, un director y siete especialistas. Tienen varias rutas para hacer senderismo y espeleología, con la mayor concentración de cavernas de Cuba.

Uno de los rincones más ‘escondidos’ del valle, Vallancón, fue el lugar elegido por Fidel, el Comandante, para definir la Reforma Agraria en agosto del 1959, cuya ley, que se había firmado el 17 de mayo del mismo año en Sierra Maestra, acababa con las condiciones de miseria del campesinado. Hasta entonces, el 80% de las mejores tierras estaba en posesión de compañías norteamericanas.

El mejor modo de conocer el ciclo del tabaco y la dura vida campesina de aquellos años, es visitar una vega, introducirse en una humilde morada de antaño, cuya técnica constructiva podemos observar también en los secaderos.

Son edificaciones con estructura de madera de guano y cubiertas de guano y yagua. Los cerramientos verticales pueden ser entablados, pero en muchos casos son también de guano y yagua. En este caso, las sucesivas capas se van atando a los cujes de jobo, con arique (*).

Allí nos explicarán los ciclos del cultivo, la recolección, secado y clasificación de las hojas y podremos observar las hábiles manos del cigarrero, que en un instante elabora el ‘tabaco’.

Otro modo de acercarse a la vida rural es alojarse en un rancho para conocer de primera mano el día a día de su gente.

En nuestro periplo conocemos el rancho ‘Finca San Vicente’, habilitado para el turismo, donde el viajero puede participar de las tareas propias del campo en contacto con la flora y fauna autóctonas, platicar con campesinos de la zona, disfrutar de una alimentación sana a base de productos autóctonos cocinados con sabiduría y sencillez, hacer senderismo, y, por supuesto, pernoctar en alguno de los ocho bohíos dobles acondicionados para tal fin.

Nos pone al corriente de todo el polifacético guía de la ‘Finca’, Eulises Sánchez Téllez.

Finca san Vicente está en medio de los mogotes, esos montes aislados y romos cuyo nombre puede venir (dice algún erudito) de la palabra vasca ‘mokoti’ (puntiagudo). Sin salir del recinto penetramos en uno de ellos, ‘La Cueva del Indio’, y nos asombramos ante algunas estalactitas, tan parecidas a las hojas secas del tabaco que talmente semejan haces de mancuernas.

El recorrido en barca está previsto en el programa, para llegar hasta el último rincón admirando las caprichosas formaciones en las paredes de la gruta y captando con la nikon bellos contraluces. En la salida, las hiedras, colgadas, se afanan buscando el agua y tratan de tejer una cortina.

El programa de este día se agota, atravesamos el pueblo sin detenernos (nos hacemos el propósito de pararnos la próxima vez), porque hemos de admirar nada menos que la ‘evolución de las especies’ en el ‘Mural de la Prehistoria’.

La gigantesca pintura, de más de 120 metros de largo, fue realizada por Leovigildo González Morillo, que fuera director de Cartografía de la Academia de Ciencias de Cuba y antiguo discípulo de Diego Rivera, en el valle Dos Hermanas.

Es uno de los murales más grandes del mundo y representa la vida de los primeros habitantes del archipiélago cubano. La idea surge tras una conversación de Leovigildo González con Antonio Núñez Jiménez, Celia Sánchez y Fidel, en 1959, sobre sus hallazgos antropológicos en la zona.

Inmediatamente se acomete la limpieza y preparación de la ladera, para empezar a pintar en 1960. La tarea dura cuatro años y en ella interviene un grupo de campesinos de la zona utilizando andamios colgados con cuerdas de paracaídas. Desde ellos trazaban las líneas bajo la dirección de Leovigildo.

Para todo tipo de información cultural y de ocio, sobre vacaciones, ecología, excursiones, senderismo, alojamientos y, en general, contacto con las gentes del valle, una buena vía es www.ventanaalvalle.org.

Infinidad de atractivos en la provincia de Pinar del Río

Hoy nos hemos centrado en el Valle de Viñales, pero las actividades culturales y de ocio son múltiples en esta provincia de Pinar del Río. Para los aficionados a la fotografía subacuática, el lugar idóneo es el Parque Nacional Guanahacabibes, que comprende la península y el golfo del mismo nombre.

El fondo marino está formado por extensas superficies de arena blanca, de la que emergen cabezos y mogotes, con extensas paredes, cavernas y túneles.

En su fauna destacan animales como barracudas, peces-loro, langostas, morenas meros, pargos, peces-ángel… Hay gran variedad de gorgonias, pero uno de sus mayores atractivos son las grandes colonias de coral negro.

Es de resaltar la transparencia de sus aguas que permite una visibilidad de hasta 30 metros de distancia, a la profundidad de 25 ó 30. Una buena base para esta actividad es la localidad de María la Gorda.

Parecidas ofertas encontramos en Cayo Jutías, cerca de una barrera de coral, con flora y fauna endémicas. A sólo tres millas está la playa ‘Las Estrellas’, un lugar idóneo para la práctica de snorkeling, por la variedad de corales y peces.

Y para los de agua dulce lo más recomendable es el ‘Complejo hidrológico Cuyaguateje’, formado por cinco lagunas naturales conectadas entre sí por canales. La modalidad aconsejada es la de ‘captura y libera’ (la pesca sin muerte), para no afectar al ecosistema de la zona.

Una de las estrellas es la trucha y, en los últimos diez kilómetros del río hasta su desembocadura al mar, el sábalo y el róbalo. Los servicios para los pescadores incluyen licencia de pesca, bote con motor, refrigerio y guía especializado.

Podemos obtener más información a través de la web de Turismo de Cuba: autenticacuba.com.

(*) Guano es el nombre genérico de palmas de tronco alto y redondo, sin ramas y con hojas en forma de abanico, cuya madera se usa en la construcción de algunas edificaciones rurales. También se le llama guano a las hojas secas o pencas de las palmas, las cuales, entrelazadas con yagua, forman el material de cubrición y a veces el cerramiento vertical.

Llaman yagua al tejido fibroso que rodea la parte más tierna de la palma real, del cual se desprende todas las lunaciones. Hecho tiras, en este caso se denomina arique, se emplea para atar. Se usa también para envolver el tabaco en rama.

Los cujes son varas horizontales, normalmente de madera de jobo, que se colocan sobre otras verticales en las que se cuelgan las mancuernas del tabaco para su secado. A veces esta misma técnica su usa para los cerramientos perimetrales. Cuando el cerramiento del bohío o del secadero es de guano, éste se ata a los cujes con arique.