Barceló Cayo Libertad Premium, asomado a las aguas del Caribe

EXPRESO - 24.12.2011

Texto y fotos: Pilar Alonso Canto y Manolo Bustabad Rapa

El destino turístico cubano de Varadero, en el Ayuntamiento de Cárdenas, provincia de Matanzas, ocupa la península de Hicacos, una lengua de tierra de 18 kilómetros de largo y 0,7 de ancho, que parece una lanza apuntando a la Península de Florida, de la que dista aproximadamente doscientos.
Pues bien, en el extremo de ese singular territorio está el Cayo Libertad, que da pie al rimbombante nombre del Barceló Cayo Libertad Club Premium (*), ‘un hotel Sólo para Adultos…’, muy cerca de la Reserva Ecológica Punta Hicacos (3 km), del Delfinario (4 km), del Centro de Convenciones Plaza América (6 km) y del Club de Golf de Varadero (8 km).
Está muy bien comunicado, a tan solo 45 kilómetros del Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez (40 minutos) y a 165  del José Martí de la Habana. Las distancias a las ciudades más importantes son: 12 km al centro de Varadero, 31 a Cárdenas, 51 a Matanzas y 151 a La Habana, a donde se llega en unas dos horas y media.
 
Características
La empresa Barceló resalta lo de hotel solo para adultos, en el que: ‘no se admiten niños excepto en la Gran Suite Palace, con servicio exclusivo y personalizado para tan sólo 85 habitaciones, con la garantía de poder disfrutar del máximo relax en las zonas comunes exclusivas’.
Este establecimiento de cinco estrellas, situado en un bello jardín repleto de palmeras de mil variedades, ofrece a sus clientes un restaurante gourmet, un cigar bar con piano por las noches y una piscina exclusiva que parece fundirse con el mar.
Además sus clientes tienen acceso, ilimitado y con prioridad, a las instalaciones del inmediato hotel de cinco estrellas Barceló Marina Palace, a sus bares, sus piscinas y sus tres restaurantes a la carta: español, cubano e italiano.
Las habitaciones, denominadas Junior Suite Cayo Libertad y Suite Cayo Libertad, son en realidad apartamentos de 40 metros cuadrados, la Junior, y 80, la Suite, para uso individual o de dos adultos, ubicadas en edificios de dos plantas, con vistas al mar y acceso directo a la playa.
En otra galaxia se sitúa la Gran Suite Palace, nombre que encierra un práctico chalet de dos plantas y 300 metros cuadrados, donde se disfruta el mejor servicio de lujo de Varadero: Además de todas las instalaciones de una vivienda, con estancias para invitados, es posible contar con mayordomo exclusivo, chef privado, jacuzzi, sauna, piscina, servicio de niñera, servicios de masaje en la habitación, traslado privado aeropuerto-hotel-aeropuerto, traslado interno exclusivo, muelle privado…
Como ya hemos dicho, en esta habitación se admiten familias, pero, en el caso de acudir con niños, sólo podrán utilizar los servicios e instalaciones del hotel Barceló Marina Palace.
 
Restaurante ‘El Peñón’
El restaurante 'El Peñón' cupa un edificio exclusivo al lado de la piscina y de la playa, con excelentes vistas en ambas direcciones. Quizá la zona más utilizada sea la terraza abierta, al menos a la hora del desayuno (07:30- 10:00) y del almuerzo (12:30-15:00).
Además de un buen servicio a la carta, de comida internacional gourmet y fusión caribeña, siempre tiene disponible un buffet de ensaladas y postres.
Actualmente está al frente de los fogones el chef Pablo Castillo, que, aportando elementos de su Andalucía (1) natal, ha conseguido resultados de una exquisitez increíble. Algunos platos parecen llegados del otro lado del océano con toda su pureza y frescura, como es el caso del ajoblanco malagueño o el guiso de patatas con repollo y chorizo.
En otros incorpora los productos tropicales a las fórmulas base con un éxito notable, como por ejemplo el gazpacho de frutabomba con polvo de serrano, los camarones rebozados con verduras y frutas salteadas al teriyaki o los pinchitos morunos de pollo con pipirrana a la hierbabuena y adorno de acelga frita.
No faltan los manjares más representativos del país, como puede ser el ajiaco cubano, el salmón a la plancha con almendras tostadas y espinacas a la crema o los tostones de plátano frito con queso gratinado, así como, por supuesto, todas las variantes de guarniciones con arroces y frijoles.
Y entre los postres recordamos especialmente las deliciosas  crêpes rellenas de dulce de leche gratinadas, con helado.
Pablo Castillo siempre reserva alguna sorpresa en cada receta, porque supedita su elaboración a la oportunidad y frescura de los productos. Y todos los platos, que rayan a gran altura, pueden ser acompañados por vinos españoles o argentinos aceptables.
 
Cigar Bar
Para los noctámbulos y fumadores, el Cigar-bar es el marco genial. El edificio, blanco inmaculado, se inspira en un palafito poligonal y esta situado en el istmo del cayo Libertad. Su mayor atractivo son los conciertos de piano con frecuencia casi diaria.
 
Aqua Bar Península
Este húmedo bar no podía ser otro que el de la piscina, con su mostrador a ras de agua y sus taburetes sumergidos, brindando mojitos, caipiriñas, cubanitos o daiquiríes, a través de su carta ‘viva’, que se completa con numerosos zumos frutales y cervezas.
A pesar de lo sugerente de esa oferta, no hay duda de que su bebida estrella es el agua de coco, con el fruto recolectado, en el instante mismo de la demanda, directamente de alguna palmera inmediata.
 
La playa
La playa es todo aquí. Es el solarium ideal, con la orientación deseada en cada momento. Es el alivio del mediodía bajo las sombrillas de palma. Es circuito de yodo para paseantes. Es paraíso para pescadores de esparavel, en la luna indicada. Es prolongación inexcusable de nuestro eventual ‘aislamiento’. Hábitat de chorlitos y lagartijas. Nuestro hábitat de unos días…
Cuando nos acercamos a ella por cualquier sendero, un cartel con el sello de Barceló nos advierte de que la playa es del Estado y, por tanto, la ‘empresa’ no se responsabiliza de las desgracias que en ella puedan acontecernos. Ni la empresa Barceló, ni La Gaviota (estatal) con su más del cincuenta por ciento.  
 
El personal, entrañable
Con todo eso, lo verdaderamente gratificante es la amabilidad del personal en todos los ámbitos y oficios que nos encontramos en el recinto.
Las gentiles meseras del restaurante, en cualquiera de sus turnos, contribuyeron a nuestro relax con su aplomo y sus historias familiares, tan tiernas y candorosas como las bandadas de gorriones y el totí que amenizaban el aperitivo. Y nos hicieron sentir como en casa.
En la cantina de la piscina, la pomposa Aqua Bar Península, tanto la gente de barra como de jardín, siempre disponible y coordinada para subir al cocotero y, sopesando serena y profesionalmente la fruta, hacerse con la más sazonada para deleite del prójimo. Es un ritual del que hemos disfrutado a diario durante nuestra estancia.
Las camareras, agasajándonos cada día con una escultura de toalla y flores en el dormitorio; los botones y recaderos, siempre dispuestos a trasladarnos en los autos eléctricos, como si nos llevasen al campo de golf; los operarios de mantenimiento resolviendo con profesionalidad, a pesar de la escasez de medios, cualquier pequeño percance.
Los indígenas que nos encontramos en los arenales, con sus artes para pescar (¿o cazar?) lizas, nos cuentan sus habilidades y posan para la Nikon.
Y, en el inicio de la valla, el agente de seguridad busca nuestra charla  y nos advierte cuando salimos de los límites.
Se nos acaban los días y tenemos que volver a la Habana, pero ya nada evitará nuestro propósito de volver a hollar la arena blanca de la punta de Morlas y buscar conversación en los palmerales de Cayo Libertad.
 
 (1) El cocinero Pablo Castillo es de Marbella – Andalucía – España
 
    
(*) NOTA DE LA REDACCIÓN: Desde mediados del año 2012, este hotel cubano ha dejado de pertenecer a la marca Barceló, según publicaba este diario Expreso.     
  

 

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