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Terrassa, la capital del turismo industrial de Cataluña
EXPRESO - 10.08.2014
Si viajamos a Cataluña, región situada al nordeste de España, lo primero que se nos viene a la cabeza es la obligada visita a Barcelona
Si viajamos a Cataluña, región situada al nordeste de España, lo primero que se nos viene a la cabeza es la obligada visita a Barcelona. Y así es. La Sagrada Familia, las Ramblas y el Parque Güell son realmente insuperables. Sin embargo, quien busque un turismo diferente, saliéndose de las más tradicionales guías de viajes, debe visitar Tarrasa –en catalán Terrassa- también conocida como la ciudad de las chimeneas.
Esta ciudad situada en la provincia de Barcelona, en el Vallés Occidental, tiene bien ganado este sobrenombre ya que desde la autopista lo más notorio de ella es la gran cantidad de chimeneas que sobresalen entre todos los edificios. No sería exagerado decir que son las semillas de las cuales nació una de las ciudades catalanas más importantes de los últimos tiempos.
Hace algo más de un siglo, Terrassa era un pequeño pueblo anclado prácticamente en la época feudal, con grandes terrenos de campos, gentes que vivían del fruto que les daba la tierra y poco más. Sin embargo, la llegada de la industrialización, lo cambió todo. De la noche a la mañana se convirtió en la capital de la industria textil de Cataluña. Las fábricas llegaron sin avisar y se quedaron ya para siempre.
La industrialización trajo a la localidad su momento de máximo esplendor y de mayor crecimiento. No obstante, la principal prueba de sus efectos no se encuentra en la gran expansión de la localidad, sino en sus edificios. Con la industrialización llegó el modernismo, un movimiento artístico y arquitectónico que moldeó la ciudad a su paso, legando un gran patrimonio cultural.
El principal emblema de este periodo es el Vapor Aymeric, Amat i Jover construida en el año 1907 por el arquitecto modernista Lluís Muncunill y que se convirtió en el principal centro manufacturero de la ciudad. Durante la Primera Guerra Mundial- y coincidiendo con los beneficios económicos que comportó la contienda para los empresarios españoles- llegó a albergar a más de 400 trabajadores.
En un principio la fábrica funcionó a partir de las famosas máquinas de vapor y el carbón llegado desde Inglaterra y Asturias. En 1914, se abandonó su uso y se implantó la electricidad como fuente de energía de la fábrica.
Actualmente, el Vapor Aymeric, Amat i Jover se ha convertido en la principal sede del Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya (mNACTEC) y se encuentra abierto al público para la realización de visitas con el fin de conocer cómo funcionaba la fábrica.
Quien visite la antigua industria podrá ver las grandes máquinas de vapor y conocer el proceso productivo de la lana y cómo era la vida de las personas que allí trabajaban y también vivían. Además de todo esto también hay disponibles varias exposiciones temporales que se centran en algún aspecto de la vida industrial de finales de siglo XIX y principios del siglo XX.
No muy lejos del Vapor Aymeric, siguiendo por la Rambla de Egara -centro neurálgico de la ciudad- encontramos el Ayuntamiento y el Mercado de la Independencia, nombre dado en honor a la Guerra de Independencia de 1808.
Construidos en 1902 y en 1906, respectivamente ambos son edificios inspirados por el modernismo que invadió las calles durante esta época, convirtiéndose en el aspecto diferenciador de la ciudad.
El Ayuntamiento también fue obra de Lluís Muncunill, que se lo podría considerar como el Gaudí de Terrassa y no solamente por ser el mayor constructor de la ciudad, también por las semblanzas estilísticas entre ambos artistas.
Además del Ayuntamiento, Lluís Muncunill diseñó otro de los emblemas de la ciudad. Situada en el Parque de Sant Jordi, se encuentra la Masia Freixa, un edificio de un aspecto singular, que en un principio se usó como fábrica de hilaturas y posteriormente se convirtió en la residencia de Joaquim Freixa i Argemí, una de las familias industriales más importantes de la ciudad. De un color blanco intenso, la Masía Freixa es un espectáculo de bóvedas y curvas que evocan, sin poder evitarlo, a Gaudí y su mágica arquitectura.
Es evidente que la llegada de las máquinas también trajo un alto grado de inversión económica en la ciudad. Inversión llevada a cabo por las grandes familias burguesas e industriales que establecieron su residencia en Terrassa y con la fortuna que amasaron construyeron sus espectaculares casas.
La Casa Alegre de Sagrera es el más vivo ejemplo de ello. Este gran edificio, situado en una de las calles más antiguas de la ciudad, conserva su fachada modernista y un interior decorado al mismo estilo decimonónico, gran parte del mismo para usos museísticos.
Siguiendo por este céntrico paseo llegaremos al último gran emblema de este recorrido por la Terrassa industrial. Se trata de la Escuela Industrial, de gran valor artístico y cultural.
Construida en el año 1902 por el maestro local Lluís Muncunill, nació para cubrir las necesidades provocadas por la aparición de las fábricas. Se hizo necesario que los obreros tuvieran unos conocimientos básicos en la maquinaria que utilizaban para así mejorar su rendimiento laboral.
En la actualidad se conserva el edificio y su función pedagógica, ya que se utiliza como sede de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), en el campo de la ingeniería.
En resumidas cuentas estos son los principales edificios del recorrido industrial de Terrassa. Sin embargo, no son los únicos ya que, prácticamente, en cada rincón de la ciudad se pueden encontrar restos de estas fábricas, ya sea en forma de gigantescas chimeneas o de pequeñas edificaciones integradas en la estética de la ciudad.
El turismo industrial ha hecho su aparición con fuerza y Terrassa es la principal ciudad industrial de Cataluña. Es por ello que el Ayuntamiento está muy interesado en promover su patrimonio. Forma parte, junto a otros veintidós municipios, de la Xarxa de Turisme Industrial de Catalunya (XATIC) y lleva a cabo, entre otros actos, la Feria Modernista de principios de mayo en la que se recrea la vida de finales del siglo XIX y principios del XX.
La industrialización cambió de manera drástica la vida de los vecinos de Terrassa. En realidad, lo cambió todo, incluso la mismísima esencia de la ciudad, convirtiéndose en una de sus características innatas. Y de la que se sienten orgullosos sus habitantes.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar:
En coche: Desde Barcelona (28 kms) por la autovía C-58. Desde Madrid (614 kms) a partir de la autopista AP-2, siguiendo la autovía A-7 para posteriormente incorporarse a la C-58.
En tren: Desde Barcelona utilizando o bien los Ferrocarriles Catalanes de la Generalitat L-1 o bien RENFE, línea C-2.
En avión: El aeropuerto más cercano es el del Prat del Llobregat de Barcelona, que cuenta con vuelos que la conectan con el resto de España y muchos destinos internacionales.
Dónde comer:
Cafetería La Modernista (Calle de la Font Vella, 91). Ubicado en una antigua edificio modernista, mantiene la estética y el estilo decimonónico en el interior.
La Botigueta (Avda. Josep Tarradellas, 8). Ambientado a principios del siglo XX, este magnífico restaurante conserva más de cuarenta antigüedades y más de cien cuadros de la época. En la carta, platos típicos de la comida catalana como el pan con tomate o la coca de Vic.
Dónde dormir:
Hotel Don Candido **** (Rambleta del Pere Alegre, 98): Se trata del principal hotel de la ciudad. Céntrico y bien conectado es de muy fácil acceso. También es famoso por su exclusivo restaurante que elabora platos típicos de la gastronomía local.
Terrassa Turisme: visitaterrassa.cat
Texto y fotos: Rosa María Lachica Gil
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