Menú de navegación
Poco más de dos horas en Managua
EXPRESO - 21.08.2010
Texto y fotos: Federico Ruiz de Andrés y Ana Bustabad Alonso ‘Managua no tiene más que un par de horas’, que diría nuestro amigo Tim, periodista norteamericano
Texto y fotos: Federico Ruiz de Andrés y Ana Bustabad Alonso
‘Managua no tiene más que un par de horas’, que diría nuestro amigo Tim, periodista norteamericano. Él, sin embargo, se enamoró de este país ‘que tiene mucho más’. Tanto, que se quedó a vivir en Nicaragua hace una década y ya se siente ‘más nica que gringo’.
Es verdad, Managua no reúne los atractivos que espera encontrar el viajero en la capital de un país como este, el más extenso de Centromérica. No tiene el encanto colonial de Granada o León, ni los magníficos hoteles de la costa pacífica o los paisajes casi inexplorados del Caribe. Pero antes de juzgar a esta ciudad deslabazada, punto de entrada y salida para el resto de Nicaragua, merece que le dediques al menos esas dos horas. Si las tienes, no te quedes en el hotel pensando que no encontrarás nada que ver.
A pesar de que su población supera el millón de habitantes, aquí no hay edificios altos. Palmeras, arbustos, prados frondosos y muchas otras plantas hacen de Managua una inmensa zona verde, especialmente en la época de lluvias, y no es raro ver alguna oveja pastando en solares sin edificar.
Sobre todo, lo que llama la atención a primera vista es que Managua no tiene casi ‘centro’, como lo entendemos habitualmente.
Por mucho que busques, no lo encontrarás. Pero sí descubrirás lugares interesantes que merece la pena visitar.
La culpa de esta estructura urbana atípica la tienen los terremotos de 1931 y 1972, que la destruyeron casi completamente y la dejaron también sin arquitectura colonial.
Esta extraña capital no se puede entender sin el agua que la rodea y se entremezcla con su tejido urbano. Además del lago de Managua, en la ciudad hay cuatro lagunas.
La de Asososca es la fuente más importante de agua potable de la ciudad, así que su acceso está restringido, pero se ve desde el parque de Las Piedrecitas, en la salida sur.
Muy cerca está la laguna de Nejapa, tan poco profunda que alguna vez se ha evaporado completamente a causa del calor. En sus orillas encontrarás restaurantes con buenas vistas. La tercera laguna es la de Acahualinca, también pequeña, situada cerca del lago de Managua.
Una zona muy verde es el Parque Histórico Nacional de las Lomas de Tiscapa, al norte de la laguna del mismo nombre, la más céntrica de todas.
Desde aquí verás algunos puntos clave, como la Catedral Vieja y la Catedral Nueva, el fantástico paisaje que forma el lago de Managua, o el volcán Momotombo, ese ‘cono gigantesco, calvo y desnudo, y lleno de antiguo orgullo triunfal’, al que cantaba Rubén Darío, el poeta nacional.
Una gigantesca silueta de Sandino, líder de la Revolución nicaragüense, preside el centro de este mirador, donde estaba el antiguo palacio presidencial, y donde ahora vienen a pasar la tarde muchos managüenses.
Nicaragua se está preparando en los últimos años para el turismo, pero uno se da cuenta enseguida de que aquí nada es artificial.
Curiosamente, la parte potencialmente más turística de Managua es la que da más sensación de inseguridad de todo el país, como suele ocurrir en las grandes urbes. Pero basta observar las precauciones básicas y no llevar objetos de valor a la vista.
La mejor manera de moverse por la ciudad es en taxi. No llevan taxímetro, así que antes de subirse hay que preguntar al taxista el precio de la carrera. Pídele que te lleve primero a la Plaza de la Revolución, donde están la Catedral Vieja, el Palacio de la Cultura, un monumento a Rubén Darío y la Casa Presidencial.
Es el llamado Centro Histórico. En realidad se trata de una gran explanada de asfalto rodeada por estos monumentos. A diario permanece casi desierta, pero los primeros sábados de mes hay aquí una feria de artesanía, y también se celebran fiestas nacionales y mítines multitudinarios. En las esquinas verás cartelones de propaganda del partido sandinista, actualmente en el Gobierno.
Inaugurada como Plaza de la República hace más de sesenta años por el general Anastasio Somoza para conmemorar el centenario de Managua, su imagen dio la vuelta al mundo el 20 de julio de 1979 con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, que cambió su nombre por el de Plaza de la Revolución.
Muy cerca, frente a la plaza de Juan Pablo II, se encuentra uno de los monumentos más visitados y recientes de Managua, la Concha Acústica. Blanca, de formas sinuosas que recuerdan a las olas y al movimiento sensual del trópico, esta obra del arquitecto estadounidense Glen Howard Small sirve de escenario para conciertos, festivales y otros eventos culturales.
Justo al lado, a orillas del Xolotlán o lago de Managua, está el famoso Malecón. Se trata de un puerto que tiene dos partes bien diferenciadas. La antigua, más descuidada, marginal, de viejas chabolas de pescadores convertidas en restaurantes, y el Puerto Salvador Allende, a la izquierda, un parque nuevo de colores vivos perfectamente acondicionado.
Si vas en coche te cobrarán una pequeña entrada, pero el acceso es gratis para los peatones. Aquí podrás comer, o simplemente sentarte en la terraza frente al lago, donde suelen ir las parejas jóvenes. Será porque desde el pequeño muelle sale dos veces al día -más los fines de semana- el ferry para la Isla del Amor, donde se está construyendo un nuevo parque turístico.
Eso sí, no te podrás bañar, porque el lago Xolotlán está contaminado por desechos urbanos y productos químicos que se vertieron aquí durante décadas, aunque actualmente se está recuperando gracias un proyecto financiado por el Gobierno de Taiwan.
Otro lugar imprescindible es la nueva Catedral Metropolitana de Managua. Completamente extraña, hermosa, de hormigón desnudo con toques intensos de morado, amarillo, naranja…
Su cubierta parece un gran cartón de huevos invertido. Dentro te sorprenderán algunos detalles como la curiosa forma de sus confesionarios o la cruz transparente de la capilla lateral.
Tras las citas obligatorias, nada mejor que un rato de compras. Las tiendas más caras y exclusivas de Managua están en los grandes centros comerciales, igual que la mayoría de los restaurantes de moda.
Pero para tomarle el pulso a la ciudad, pásate por el mercado Roberto Huembes, donde los managüenses compran comida, música, ropa y artesanía, o por el mercado Oriental, el más grande de Nicaragua, donde hay de todo, aunque bastante más desorganizado.
Si lo que te apetece es gastronomía del país, la encontrarás muy buena en la Cocina de doña Haydée, en la zona residencial ‘Los Robles’, que tiene una terraza muy agradable.
No dejes de probar el nacatamal, una especie de tamal con cerdo; el gallopinto, arroz cocinado con frijoles; los bastimento o tostones, rodajas de plátano frito; y el ‘indio viejo’, un plato parecido al nacatamal, que lleva hierbabuena, carnes, y achiote, y se sirve sin el envoltorio de hojas.
De postre, puedes elegir, por ejemplo, unos delicados buñuelos de yuca con miel, canela y queso o un arroz con leche casero. Te encantará también el cacao, una bebida refrescante que se elabora con leche, cacao, arroz, canela y vainilla.
Por la noche una buena opción, en la plaza Eclipse, es el Antigua Bar & Grill. También está especializado en cocina nicaragüense, aunque aquí la estrella es el churrasco. Los jueves tienen conciertos en vivo y su terraza es un buen comienzo para una noche de copas. Pregúntale a su propietario, Juanjo, por los mejores locales para continuar. Una zona clásica es la rotonda de Rubén Darío, en la Zona Rosa.
Si buscas un hotel de calidad garantizada y precios razonables, elige el Barceló Managua. Situado en la zona residencial de Villa Fontana, cuenta con servicio de shuttle al aeropuerto y a las Galerías Santo Domingo, uno de los centros comerciales más nuevos de la ciudad.
RUTAS PARA TODOS LOS GUSTOS DESDE MANAGUA:
Si para visitar la capital bastan dos horas -o un día entero, tú decides-, conocer el resto de Nicaragua te podría llevar toda la vida. Tanto si contratas un viaje organizado como si te mueves por tu cuenta, en Nicaragua encontrarás de todo: sabor colonial, paisajes inmensos y gentes auténticas. ‘Si pequeña es la patria, uno grande la sueña’, escribía Rubén Darío.
Entre los destinos clásicos que no te puedes perder están las ciudades coloniales de Granada y León; Ometepe y los cientos de islas del lago Nicaragua; la inmensa cadena de volcanes que atraviesa el país; sus parques naturales, las playas de arena blanca con hoteles de lujo como el Punta Teonoste; o pueblecitos turísticos como el puerto de pescadores de San Juan del Sur.
Pero, además, el Instituto Nicaragüense de Turismo lleva unos años desarrollando con ayuda internacional dos nuevos proyectos en lugares fascinantes que han permanecido hasta hace poco fuera de los itinerarios turísticos: la Ruta del Agua y la Ruta del Café.
La Ruta del Agua desciende más de 200 kilómetros por el río san Juan, que lleva las aguas del lago de Nicaragua, haciendo frontera con Costa Rica, hasta el mar Caribe. Por su desembocadura entra el tiburón toro, el único del mundo que nada en agua dulce.
Además de recorrer el río en barco se puede volar al aeródromo de San Carlos, una ciudad fundada por los españoles en el siglo XVI para comerciar con La Habana y Cartagena de Indias.
Pronto se podrá también aterrizar en San Juan, donde se está terminando el nuevo aeropuerto.
Esta costa, al sur de las Regiones Autónomas del Atlántico (RAAN y RAAS), donde se encuentra la famosa Corn Island -Isla del Maíz-, ha sido secularmente olvidada por los diferentes gobiernos, hasta tal punto que no existe comunicación por carreteras asfaltadas con el resto del país.
Esto es así porque la mayoría de los nicaragüenses viven cerca de la costa pacífica, donde están casi todas las ciudades y los centros turísticos.
El Caribe es una zona poco poblada, la más frondosa del país, donde el clima es extremadamente lluvioso.
La población, en su mayoría de raza negra y descendiente de antiguos esclavos jamaicanos, tiene como primer idioma el inglés, y un fuerte sentimiento independentista.
La capital de la Ruta del Café es Matagalpa, en el centro de Nicaragua, donde se encuentran las extensas haciendas cafetaleras. Después de una visita a su Museo del café, sal hacia el norte por la carretera a Jinotega, hasta la Reserva Natural El Arenal. En esta zona están las fincas donde se cultiva el café. La mejor época para venir es entre noviembre y febrero, cuando se encuentran en plena producción.
Cerca, en San Ramón, está la ‘ruta justa del café’, compuesta por cooperativas de pequeños productores que venden café orgánico a las tiendas de comercio justo. Además de alojamientos sencillos en sus propios hogares, estas comunidades campesinas ofrecen al viajero actividades de turismo rural.
Agradecimientos:
Destinos relacionados
-
Ometepe: aventura entre volcanes, mitos y magia natural
-
Nicaragua, un destino de ensueño
-
Macao: Sabores y festivales que brillan en otoño
-
Escapada estival festiva en Vilanova de Arousa
-
Tendiendo puentes, de viaje por Israel
-
El Espacio Iberia aterriza en la Gran Vía Madrileña
-
Wow, el nuevo distrito cultural de Oporto
-
Tesoros de Honduras (V) Gracias, Lempira
-
Tesoros de Honduras (IV). Santa Rosa de Copán. Hacienda Montecristo
-
Tesoros de Honduras (II) Sitios arqueológicos de Copán y El Puente
-
Tesoros de Honduras (I)
-
Selva Negra Ecolodge, un ejemplo de sostenibilidad en Matagalpa, Nicaragua
-
Deslumbrante Catar, para visitar sin demora
-
Egipto necesita, puede y debe, hacer mucho más por su sector turístico
-
Anantara Vilamoura, un hotel único que respira Algarve
Viajes de Primera (no verificado)
28.03.2014 - 10:20
Un buen viajero tiene que saber que cada ciudad, cada país, es único. Y que sólo decepciona aquello sobre lo que nosotros habíamos proyectado una imagen equivocada... En este caso, quizá se pueda deber al desconocimiento general... Tiene vecinos muy potentes a nivel turísticos... Pero Nicaragua es uno de los países más sorprendentes de Centroamérica y Managua una ciudad diferente que sólo por eso merece una oportunidad... Las anécdotas y la historia se dan la mano en sus calles; la gente es amable, la comida, rica y las excursiones variadas.Y de fondo, el estribillo de "los perfúmenes" de Carlos Mejía Godoy y los de Palacaguina :)