Alma de Reboreda, néctar tostado de Ribeiro

EXPRESO - 13.09.2012

Texto y fotos: Manuel Bustabad Alonso

Dicen que los vinos del Ribeiro, seguramente los más internacionales de Galicia y entre los más conocidos de toda España, arrastran fama de elaboración poco adaptada a los tiempos modernos.

Es cierto que la dificultad de las bodegas de la Denominación de Origen para llegar a acuerdos básicos que permitan optimizar los gastos de los propietarios y explotar eficientemente la marca común Ribeiro lastra su competitividad en el mercado. Pero no lo es menos que cada vez más productos personales destacan en la zona, más allá de los tradicionales blancos jóvenes que el imaginario popular asocia al término Ribeiro.

De este modo es bastante habitual desde hace años encontrar tintos del lugar en posiciones de privilegio en los innumerables concursos o blancos envejecidos con categoría equiparable a Reservas. Últimamente, además, empiezan a asomar la cabeza los menos frecuentes tostados.

A esta categoría pertenece Alma de Reboreda, pequeña joya -se distribuye únicamente en botella de tres octavos- producida por Grupo Reboreda Morgadío a partir de uva treixadura pasificada.

Este vino, dulce y honesto, debe su baja graduación (trece grados) a la ausencia de aditivos y azúcares que podrían haber permitido la aceleración y simplificación del proceso de producción (abaratando el producto), lo que lo convierte en un perfecto acompañante tanto de postres y dulces en general como de aperitivos, foie o quesos.

Frente a lo que pueda parecer, producir un tostado en O Ribeiro no es una tarea novedosa sino un modo de recuperar y revalorizar lo que en tiempos fue costumbre hidalga y señorial.

Según nos cuenta Ana Méndez, directora de Explotación del Grupo Reboreda Morgadío, donde se produce Alma, en los siglos XIX y principios del XX era costumbre elaborar este tipo de vino para consumo propio en las casas pudientes de la zona en fechas señaladas (partos, bodas, enfermedades).

‘Se trataba de un producto muy apreciado y costoso de producir, un vino de representación y rango social en el que su elaboración compensaba por razones de status y de ceremonial, y que entró en decadencia durante el siglo pasado coincidiendo con la desaparición de las casas más poderosas que lo elaboraban’, explica.

Así, como un reto personal, se propuso esta bodega recuperar la elaboración de este vino dulce siguiendo el procedimiento artesanal, aún a sabiendas de que el bajo rendimiento (400 litros por cada mil kilos) y la larga duración del procedimiento tradicional (sin aditivos de mostos o azúcares que aceleren o faciliten el proceso) lastrarían la competitividad en el mercado, ya difícil para los caldos del Ribeiro fuera de los tradicionales blancos.

Para ello seleccionan solo racimos perfectos de uva treixadura en el momento de la vendimia y los cuelgan uno a uno durante los meses que resten del otoño y parte del invierno para que pasifiquen con calma antes de permanecer en barrica de roble francés no menos de tres años.

Después, tras tres meses como mínimo de botella estará listo para salir al mercado. O para ser descorchado en la bodega si la ocasión lo merece, como se hacía antiguamente.

Desde 2005 dedica esta bodega cada temporada una tonelada de sus mejores racimos de uva treixadura a Alma, lo que permite llevar al mercado unas 1000 botellas cada año. Sumado a los tiempos de producción –aún no hemos podido probar la cosecha del 2007- impide conseguir un precio popular para cada ejemplar (35 euros más IVA en bodega), lo que lo convierte en un vino exclusivo y reservado para ocasiones especiales.

Es frecuente que los precios de los vinos (y de muchos otros productos) no sean acordes a su calidad si no a su producción o a su demanda. En este caso, desde luego, los amantes de los vinos dulces disponemos de una alternativa gallega a los jereces dulces, Tokajis, Moscatos que probablemente nunca llegue a competir en fama o precio, pero que –de seguir así- amenaza con superar a la mayoría de ellos en calidad.

Tostado ALMA DE REBOREDA