Texto y fotos: Ana Bustabad y Federico Ruiz de Andrés
A quienes viajamos más o menos frecuentemente, los amigos nos preguntan a veces por nuestro país preferido, ese al que siempre quieres volver. Yo no tengo dudas, les recomiendo Escocia, una parte tan especial de Gran Bretaña que me sigue conquistando en cada viaje.
En Escocia el agua de las playas está siempre fría, el clima es tan húmedo que puede pasarse una semana entera de julio lloviendo a cántaros; y fumar, uno de mis vicios confesables, está prohibido en casi todos los lugares cerrados. Y, sin embargo, Escocia es mi país preferido.
Será porque me enamoré de su verde insultante; de la extraordinaria hospitalidad de los escoceses; de sus vacas peludas, del buenísimo porridge y la Isla de Skye; porque me atraparon los tablets, el ambiente de Edimburgo y Glasgow, o las fascinantes Highlands.
Si lo pruebas, también te va a conquistar, eso seguro. Por si no tienes bastante con mi palabra ahí van diez razones. Elige la que quieras, definitivamente te vas a enamorar.
10 Razones para enamorarte de Escocia
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1. Sus lagos
Estrechos, oscuros, largos, profundos, sus aguas te atraparán sin remedio, como a Nessie.
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2. Su historia
Los kilt, el sonido de las gaitas y sus montañas sagradas mantienen vivas las tradiciones.
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3. Sus vacas
Peludas, con ojos enormes y limpios, las Highland Cows son las vacas más bonitas del mundo.
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4. Sus trenes
Súbete al tren de Harry Potter, viaja por pocos euros o descubre sus trenes de lujo.
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5. Sus sabores
Comienza el día con un porridge, prueba el famoso haggis, y te harás adicto a su gastronomía.
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6. Sus islas
Desiertas, con playas de arena blanca, auténticas, milenarias… Son el último paraíso.
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7. Su verde
No te pierdas este viaje imprescindible a los paisajes más verdes e intensos de las Tierras Altas.
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8. Sus castillos
Los hay de película, con secretos e incluso fantasmas, y podrás alojarte en ellos.
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9. Su whisky
Single malta o blend, aprende todo sobre tu whisky preferido, y visita las destilerías más curiosas.
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10. Sus ciudades
Descubre los mejores rincones y los locales de moda de Glasgow y Edimburgo.
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Una vez allí, Turismo de Escocia cuenta con una red de más de cien centros, los VisitScotland Information Centres (VIC's) donde además de información sobre cada zona podrás conseguir mapas, probar la gastronomía escocesa, comprar regalos y reservar alojamiento o entradas para las atracciones y monumentos más emblemáticos.
Con un agradecimiento muy especial a María Eugenia Benito y a Ruth Christie, por acercarnos cada día la mejor información sobre Gran Bretaña y Escocia y regalarnos una semana inolvidable; a Malcolm Moy, que hizo realidad nuestros sueños; a Julie Trevisan-Hunter, que nos descubrió con pasión el whisky; y al fantástico pueblo escocés que siempre da lo mejor de sí.
1. Lagos como cuchillos que cortan el paisaje
Los lagos escoceses no se llaman lake, sino loch. Son estrechos, alargados y profundos, y los encontrarás sobre todo en las Highlands. El más famoso es el lago Ness, en el que cuenta la leyenda que habita Nessie. Monstruo esquivo donde los haya, no tuve la suerte de verlo a pesar de que me desvié de la ruta para asomarme a sus aguas oscuras.
A cambio, descubrí una terraza muy agradable donde comer, y Craigard House, un bed & breakfast sencillo con toque de queda a las diez, que me encantó porque su propietaria me preparó el mejor porridge de todo el viaje.
También porque junto a la puerta descubrí un curioso artilugio, una especie de casita de madera con tela metálica llena de cacahuetes crudos para alimentar a los pájaros. Me gustó tanto que al día siguiente entré en una ferretería de Kyle of Lochalsh a comprar uno igual.
Una ruta imprescindible desde Glasgow
La mejor manera de disfrutar los lagos escoceses es alquilar un coche en Glasgow y perderse rumbo al norte sin prisa. Si puedes, haz esta ruta entre semana porque los sábados y domingos son muchos los escoceses que se escapan a los lagos.
Saliendo hacia el norte, en dirección al Trossachs National Park y Fort William, se llega en menos de una hora a las calles coquetas de Luss, la ‘villa negra’, seguramente el pueblecito más pintoresco de toda Escocia. Sus jardines compiten entre ellos por ser el más cuidado, y están completamente llenos de flores, duendes y otras criaturas de lo más kitsch.
Deja el coche en el aparcamiento que hay a la entrada y baja caminando. A media calle encontrarás una tienda de souvenirs llamada Highland Arts, artesanías de las Tierras Altas. Aquí se venden productos lácteos de la Isle of Arran. Imprescindible llenar la maleta con las tablet artesanales, son las mejores que encontrarás.
El paseo termina inevitablemente en un bucólico embarcadero de madera, un lugar perfecto para perderse en el paisaje liso de su lago. Si la arena está seca, llévate un libro y alguna golosina para los patos y los cisnes que se te acercarán sin rubor. Es la tranquilidad absoluta.
Si no te resistes a quedarte, lo tienes muy fácil. Unos metros más allá verás el Lodge sobre el Lago Lomond, con las terrazas de sus habitaciones asomadas al lago. Un alojamiento muy interesante también para el turismo de negocios.
De vuelta hacia el coche, merece la pena dar un pequeño rodeo hacia la izquierda para visitar su pequeño cementerio, un rincón precioso donde el musgo y los árboles hacen suyas las lápidas de granito.
Si continúas hacia el norte en dirección a Fort William, por el corazón del Great Glen, encontrarás pronto las señales que anuncian el Loch Oich. Ve despacio, a la derecha verás un desvío que anuncia un área de descanso. No lo dudes. Eso sí, cuidado con las preferencias al girar (en estos momentos es cuando serás consciente de lo complicado que es conducir un coche con el volante a la derecha).
Tras la línea de abetos que la oculta de la carretera, el área de descanso más verde y más bonita que hayas visto nunca. Lo mejor es programarse para que coincida aquí la hora de comer o la merienda, y traerse lo necesario para disfrutar de un auténtico picnic británico o de unos simples sándwiches a orillas del Oich. Inolvidable.
Un lago donde cabe todo el planeta
Dicen que en el lago Ness, el más profundo de Escocia, cabría tres veces la población de todo el planeta. Cuentan también que desde la primera vez, allá por el año 565, Nessie se ha dejado ver más de cuatro mil veces.
El misterio despierta tal interés que en los años sesenta del siglo XX se creó una Oficina de Investigación del Fenómeno del Lago Ness, y sus científicos dedicaron diez años a vigilar el lago.
Si no te resistes a comprobar por ti mismo la leyenda, en el Loch Ness encontrarás todo lo necesario: un centro de información, una exposición interactiva y recorridos en barco por el lago. El mejor punto para asomarse está hacia la mitad de la orilla norte, en las ruinas del castillo de Urguhart. Cada julio, además, se celebra aquí un festival.
Para llegar desde Fort William, punto de partida del tren jacobita, sigue hacia el norte por la carretera que va a Inverness. A medio camino, en Invergarry, puedes alojarte a buen precio en la Craigard House, esa casa victoriana que está muy cerca del lago donde desayunarás el mejor porridge de todo el viaje.
2. Una historia que mantiene vivas las tradiciones
Gran parte del encanto de Escocia reside en las tradiciones, que sus habitantes guardan con esmero y actualizan para que sigan vigentes. Seguro que conoces más de una.
Si te preguntan por una imagen de Escocia, además del whisky y de los castillos, probablemente te venga a la memoria un gaitero vestido con una vistosa falda tableada. Es el famoso kilt escocés, una prenda única que siguen utilizando los hombres en las ceremonias más importantes.
Durante siglos fueron característicos de los ejércitos de las Tierras Altas, aunque ahora los puedes encontrar por todo el país. Están confeccionados con la famosa tela de cuadros escoceses, llamada tartán. Pero ni sus colores ni sus líneas se eligen al azar. Cada tartán pertenece a un clan, es su seña de identidad. Se calcula que actualmente existen más de 500 clanes escoceses, cada uno con su tartán único.
Llévate a casa un auténtico kilt escocés
A mí me gustó muchísimo el de la Isla de Skye, con sus tonos verdes y morados. De hecho compré una bufanda en la tienda del castillo de Eilean Donan, porque para faldas tableadas ya fueron suficientes diez años de uniforme en el colegio.
Encontrarás kilts por toda Escocia, pero si quieres uno de buena calidad busca en la Royal Mile de Edimburgo la tienda de Geoffrey Kiltmaker and Weavers. Si prefieres una versión más actual, divertida, de los míticos cuadros escoceses, la encontrarás en la misma calle, en Ness.
Si te fascina este tema, en la web de Turismo de Escocia encontrarás varias Rutas de los clanes para hacer por tu cuenta, de 6 días y 11 días de duración.
Glencoe, la montaña sagrada
Subiendo hacia el norte por la costa oeste desde Glasgow, los paisajes se vuelven cada vez más agrestes, más inmensos. Es la señal que indica que te adentras en las Tierras Altas. Desde Fort William coge la carretera A82 y encontrarás a la izquierda una de las montañas míticas de la historia de Escocia, Glencoe Mountain.
La reconocerás por los carteles que señalan el camino a la cumbre y por lo majestuoso de su paisaje, sobre un enorme valle verde donde no verás ni un alma, y que suele estar envuelto en brumas. Magia pura.
Si te animas, en Glencoe tienes rutas y senderos para perderte a gusto, sobre todo en verano, cuando el clima es más benigno, aunque no se puede evitar algún que otro chaparrón. En cualquier caso, no te pierdas la historia de los clanes Campbell y MacDonald, que cuentan en el centro de visitantes.
Un viaje a ritmo de gaita
En pleno siglo XXI, la banda sonora de Escocia mantiene los sonidos melancólicos, vibrantes e inconfundibles de la gaita. En cualquier lugar plaza, en cualquier lugar turístico te encontrarás con un gaitero tocando a pleno pulmón.
Pero la música escocesa es mucho más que gaitas. Sintoniza en la radio del coche la emisora Cuillin, te enganchará su música. Si te apetece escuchar gaélico, busca la BBC Gaelic.
3. Las vacas peludas más bonitas del mundo
Seguramente has visto alguna vaca de cerca, y te han impresionado sus ojos húmedos, grandes, que desprenden serenidad. Pero las vacas de las Highlands son cosa aparte. Por supuesto, no son los únicos animales de la fauna autóctona escocesa, pero sí los más tiernos.
He de reconocer que una de las principales razones para enamorarme de Escocia fueron estos bichos deliciosos, enormes, absolutamente peludos. De hecho en estas tierras se las llama cariñosamente ‘hairy coo’ (vaca peluda).
Desde la primera vez que vi un ejemplar de raza Highland vuelvo cada doce meses al menos a Escocia, para acariciar estas vacas que parecen de peluche, y comprar un calendario con sus fotos, que cuelga de mi pared durante todo el año.
Un día entre Highland Cows
Esta especie única de vacuno es originaria de las Tierras Altas y la costa occidental de Escocia, pero las verás por todo el país. Un lugar fantástico para el primer contacto es Pollow Country Park, en pleno centro de Glasgow. Es una finca enorme donde viven más de un centenar de Highland Cows, muchas de ellas galardonadas en los mejores concursos.
Premiado como mejor parque europeo en 2008, es un enorme complejo con praderas, zonas boscosas y edificios señoriales. Comienza la visita por la casona principal, Pollock House. Te encantará esta casa de campo escocesa del siglo XVIII. Al fondo de la planta baja está la antigua cocina, donde puedes disfrutar, por ejemplo, de un té con las típicas scones.
Después de un recorrido de miedo por sus dependencias, fantasmas incluidos, pregunta a qué hora alimentan a las vacas y dirígete hacia allí. Si tienes suerte verás a Malcolm Moy. Sabe más que nadie de vacas de las Highlands y es increíble la cara de gusto que tienen mientras las cepilla.
El parque se puede recorrer en coche y da para un día entero. Además del edificio principal, puedes visitar las caballerizas, el viejo puente sobre el río, el molino… Perfecto si vas con niños.
Muy cerca de Glasgow encontrarás varios mercados de ganado semanales. Casi todos los fines de semana en la ciudad de Stirling, o en Balloch, camino del lago Lomond, donde el primer y tercer domingo se celebra uno de los más famosos de Escocia.
Si estás más cerca de Edimburgo, no te pierdas el Castle Terrace, uno de los muchos Mercados de Edimburgo donde se reúnen cada sábado por la mañana los agricultores y ganaderos de la región.
Las Highlands, santuario de fauna en libertad
Además de vacas, en Escocia podrás ver una gran variedad de fauna en libertad. Especialmente en las Highlands, donde encontrarás ballenas, delfines, nutrias, ardillas rojas o águilas reales.
Desde Glasgow o desde Edimburgo, coge cualquier carretera que te lleve al noroeste, hacia Fort William, es el punto de partida para los paisajes sorprendentes de las Tierras Altas. Muy cerca descubrirás el Ben Nevis, la montaña más alta de Gran Bretaña.
A partir de aquí, basta con que te detengas en cualquier punto de la ruta y te adentres caminando por sus senderos. La sensación de libertad y de contacto con la naturaleza es espectacular.
En Kylerhea, el estrecho que separa la costa oeste escocesa de la Isla de Skye, por ejemplo, encontrarás un santuario natural de nutrias, y desde la propia isla puedes reservar excursiones en barco para ver las ballenas.
En la web de Visit Scotland puedes descargar una Ruta por la flora y la fauna de las Tierras Altas. Eso sí, no olvides llevar repelente de mosquitos y ropa y calzado adecuados para la lluvia, que te puedes sorprender también en pleno verano.
Llegar a las Highlands es muy fácil. Ya sabes que puedes venir en coche o en tren desde Glasgow o Edimburgo, los dos aeropuertos de Escocia con más vuelos internacionales, muchos de ellos de bajo coste. Pero además, si tienes poco tiempo, puedes reservar también vuelos internos a Inverness, en el norte, un lugar muy cómodo para comenzar el viaje por las Tierras Altas.
4. Ferrocarriles míticos y de película
Escocia, y en general toda Gran Bretaña, tiene una buena red de trenes, algunos históricos y otros de última generación. Si no te apetece conducir, los ferrocarriles británicos son un medio excelente y barato para recorrer el país, partiendo de Glasgow o de Edimburgo.
Pero hay algunos trenes que te resultarán fascinantes por el paisaje que atraviesan y por su propia historia. Como el jacobita, que parte de Fort William; el Royal Scotsman, todo un lujo sobre raíles; o la Kyle Line, una emocionante y centenaria línea de ferrocarril que baja desde Inverness hasta Kyle of Lochalsh, pueblecito de entrada a la Isla de Skye.
El tren de Harry Potter
El jacobita, Jacobite Steam Train, es uno de esos trenes míticos que te van a encantar. Seguro que recuerdas su imagen atravesando el viaducto de Glenfinnan en la famosa persecución de ‘Harry Potter y la cámara de los secretos’.
Parte de Fort William hacia el norte, y atraviesa los impresionantes paisajes de las Tierras Altas Occidentales hasta llegar a Mallaig, donde puedes coger un ferry a la isla de Skye. Desde sus vagones de madera, con asientos tapizados en cuadritos escoceses, verás el lago Shiel y la Small Isles (islas menores), y te sentirás transportado en el tiempo.
Reserva billete a través de Internet o a bordo del tren, en la estación de Fort William. Pero consulta antes los horarios, porque circula solo de mayo a octubre, con dos frecuencias en verano. Merece la pena llegar un rato antes para sentir su poderosa máquina negra de vapor, ver cargar el carbón, y comenzar el viaje con el sonido de la gaita en el andén, que despide a los viajeros.
Espéralo en el viaducto de Glenfinnan
Si quieres hacer las mejores fotografías del tren jacobita espéralo a las once menos diez de la mañana a su paso por el viaducto de Glenfinnan, una impresionante obra de 30 metros de altura y casi cuatrocientos de largo del ingeniero Robert McAlpine, que se estrenó en 1901.
Aquí encontrarás un centro de interpretación con tienda, una pequeña cafetería con terraza cubierta y un hito al pie del Loch Shiel, donde se rodaron escenas de la película ‘Los inmortales’. Se trata del monumento de Glenfinnan, que recuerda el coraje de los habitantes de las Highlands en la más terrible batalla del lago, a mediados del siglo XVIII.
Sobre la columna de piedra, la figura del príncipe Carlos Eduardo Stuart, más conocido como Bonnie Prince Charlie, conmemora su levantamiento al frente de los jacobitas. Desde arriba las vistas del lago son inolvidables.
Cuentan que aquel día de 1745 más de mil habitantes de las Highlands se reunieron aquí para ver cómo el príncipe atravesaba lentamente el lago en su barca de remos. Todos aquellos que presenciaron el acontecimiento relataron que el príncipe y sus acompañantes tomaron tierra en Slatach, cruzaron el río Finnan y escalaron una pequeña colina que hay detrás del centro de visitantes.
Si te da tiempo, sube y espera aquí al tren de Harry Potter. Hace pocos años se encontraron todavía losas de piedra con inscripciones de la época, señalando el terreno donde tuvo lugar aquel momento histórico.
Si no, puedes verlo igual de bien desde la valla que cierra la parte trasera del aparcamiento. Un potente pitido anuncia su entrada en el viaducto y las cámaras comienzan a disparar mientras el tren atraviesa orgulloso con su estela de humo blanco.
Recordarás enseguida la escena en que aparece el Hogwarts Express y el Ford Anglia volador cruzando el histórico puente.
5. Sabores frescos, sorprendentes y miles de dulces
Desde que conozco Escocia visito a menudo los herbolarios en busca de copos de avena, pero no porque me haya vuelto adicta a la dieta Dukan, tan famosa hace una década. Mi vicio secreto es el porridge, una especie de gachas que forman parte del desayuno tradicional escocés.
Se pueden encontrar por todo el país, en la mayoría de los hoteles y en todos los bed & breakfast. Te preguntarán si las quieres cocinadas con agua o con leche. Pídelas con agua y añádeles luego en el plato un poco de leche fría y azúcar. Te vas a enganchar.
La verdad es que en Escocia está todo bueno, pero las recetas más famosas lo son por algo. No puedes perderte el delicioso salmón –nada que ver con los que estamos acostumbrados a comer- ni su haggis, el plato nacional. En la web de Visit Scotland encontrarás toda la información que necesites sobre la gastronomía de Escocia
Capítulo aparte merecen los dulces. Los escoceses son golosos a más no poder, y elaboran una variedad impresionante de tablets, algo así como tabletas de toffee de todos los sabores imaginables. Los mejores son los artesanales, nosotros compramos uno a orillas del Loch Lomond que todavía no he conseguido olvidar.
Te encantarán también los tablet de The Fugde House, en la Royal Mile de Edimburgo. Si eres goloso, busca un supermercado especializado. Te esperan miles de galletas, mermeladas, y toda clase de golosinas.
O tómate un ‘afternoon tea’ –ya sabes, sobre las cinco- con scones. En Glasgow están algunos de los salones de té más elegantes, como el Willow Tea Rooms de Buchanan Street, o el del hotel One Devonshire Gardens, en el barrio del West End.
Las mejores rutas gastronómicas
Desde el haggis al whisky de malta, pasando por la ternera de Aberdeen, las fresas del valle del Clyde, los quesos de la isla de Arran, el marisco de la costa oeste o la carne de vaca de las Orcadas, toda Escocia tiene productos autóctonos de primera calidad.
Si te van las fiestas, anota estas en tu agenda. En octubre se celebra el Highland Feast, el mayor festival gastronómico del norte de Escocia, y ese mismo mes no puedes perderte el campeonato mundial de Porridge Golden Spurtle, en Carrbridge. Glasgow celebra también a finales de julio el Foodies Festival, una cita muy sabrosa.
Si quieres ver cómo eran las pantagruélicos banquetes de la clase alta a principios del siglo XX no te pierdas el castillo de Eilean Donan. Su cocina recrea el ajetreo de una mañana de 1932.
En la web de VisitScotland encontrarás los mejores circuitos gastronómicos, cortos o largos, dependiendo de los días de que dispongas para recorrer el país.
Lo que de ninguna manera te puedes perder es el haggis, el plato más contundente y famoso de Escocia. En las grandes celebraciones se acompaña de un ritual muy emocionante, al calor de los versos de Robert Burns, el poeta nacional.
Si estás en Edimburgo pídelo en el restaurante Amber, en la parte alta de la Royal Mile. Si prefieres algo más ligero con la misma esencia, en el Sygn encontrarás rollitos de primavera de haggis, perfectos para acompañar alguno de sus cócteles.
Te encantará comer aquí
Ten en cuenta que aunque muchos pubs, restaurantes y cafeterías de Escocia abren durante todo el día, las comidas en toda Gran Bretaña se hacen temprano, de doce a dos a mediodía y desde las cinco de la tarde las cenas. Las marcas Taste of Scotland o Food Quality Assurance de Visit Scotland señalan los mejores establecimientos.
En Edimburgo prueba la comida tradicional en alguno de los tres restaurantes de Stac Polly. El de Dublin Street y el de Grindlay Street son más auténticos, y el de St Mary’s Street es más íntimo y algo más barato.
Si buscas algo rápido y barato, no te pierdas las enormes croquetas de pescado y patata del pub The Kings Wark, en The Shore; o las terrazas del Grassmarket, en la parte baja de la zona vieja.
En Glasgow encontrarás la comida más glamourosa en Rogano, el restaurante más antiguo de la ciudad, estilo Art Decó. Está especializado en marisco, y en la planta baja hay una cafetería con un menú más sencillo. En Exchange Place.
Otra opción muy original es Oran Mor, una antigua iglesia rehabilitada en Western Road, con toques de cocina francesa y música en directo; o el Café Gandolfi, en Albion Street, Merchant City, un ambiente más bohemio. Prueba su sopa de pescado o toma un brunch de domingo.
6. Ir y venir de una costa llena de islas y secretos
La costa escocesa entra y sale continuamente del mar, fundiéndose en él de las maneras más diversas, con paisajes a veces agrestes, otras dulces y blandos, siempre misteriosos. Sus islas dejan en la retina imágenes tan intensas que decididamente te van a enamorar.
Verás pueblecitos perfectos que viven de la pesca, montañas brumosas que se desdibujan hacia el agua, y cielos apocalípticos. Te envolverá el olor a salitre y el sabor del marisco, uno de los mejores del mundo.
De hecho, muchos de ellos los habrás probado en España, adonde llegan cuando la veda está cerrada en las rías gallegas. Es más, en mi primera visita a la isla de Skye, en julio, me encontré con un camión de Pontevedra que estaba cargando cigalas de las Highlands.
Skye, tu primera isla
Si es tu primera vez en la costa escocesa, comienza por la Isla de Skye, la más grande de las Hébridas Interiores y la de más fácil acceso desde la costa oeste.
Para llegar tienes varias opciones. Por carretera, atravesando el puente de Skye desde Kyle of Lochalsh. Es una pequeña población costera llenita de pescadores y gaviotas descaradas. O, si lo prefieres, en autobús directo, desde Inverness, capital de las Tierras Altas.
También puedes cruzar en los transbordadores que salen de Mallaig, el Caledonian MacBrayne o desde Glenelg, el Skye Ferry, que navega sólo de abril a octubre. Si viajas en coche conviene que reserves plaza antes.
Skye es una isla ventosa, salvaje, de paisajes increíbles y casi desiertos. Prepárate para un clima fresco incluso en verano, con bastante humedad y lluvias que no conseguirán empañar tu recuerdo de esta tierra mágica.
Las poblaciones donde verás más ambiente son Portree, la capital, o Broadford. Pero las imágenes inolvidables las encontrarás perdiéndote por sus estrechas carreteras de un solo carril. Si no tienes coche no te preocupes, puedes trasladarte en autobús, en la web de Travel in Scotland tienes todos los itinerarios.
Desde Broadford a Elgol pasarás por las Cuillins Mountains, muy apreciadas por los climbers de todo el mundo. Otras visitas imprescindibles son la Talisker Distillery, la única destilería de whisky de la isla, que está en Carbost, y el Dunvegan Castle, residencia del clan MacLeod, donde te contarán la leyenda de la Bandera Encantada.
Justo enfrente, al otro lado del Loch Dunvegan puedes alojarte en la Uiginish Farmhouse, una casa de labranza; o en The Three Chimneys, un alojamiento de cinco estrellas en cuyo restaurante preparan los mejores mariscos de Skye.
Si prefieres cenar en el pueblo, en Dunvegan, hazlo pronto porque sus pocos pubs y restaurantes cierran muy temprano, y la carretera que rodea el lago no es apta por la noche para conductores poco avezados.
Archipiélagos para todos los gustos
Lo mejor de la costa oeste escocesa y sus islas es que las comunicaciones son muy buenas en transporte público, tanto en autobús como en ferry o incluso en avión. Es la zona más verde y húmeda del país, frente a la costa este, más seca y templada.
Pero las Hébridas Interiores no son las únicas islas que hay en Escocia. Encontrarás archipiélagos para todos los gustos. Desde las Orcadas, donde sobreviven asentamientos megalíticos y poblados milenarios, hasta las románticas Hébridas Exteriores, con playas de postal; pasando por las lejanas Shetland, que tienen paisajes completamente nórdicos.
En Escocia es muy fácil ir de isla en isla o recorrer la costa gracias a las numerosas rutas de ferry, autobús, a los vuelos internos y al puente de Skye. Algunos, como el Corran Ferry, en el Lochaber Harbour, son gratis para peatones y bicis, si vas en coche tendrás que pagar.
7. Más verde de lo que puedas imaginar
Verde, verde, verde. Si gran parte de Gran Bretaña ya es así, Escocia es más verde y más intensa que todo lo que puedas imaginar. No consigo palabras para escribir la fascinación que me provocan sus silencios, esa belleza agreste que deja sin habla, los paisajes infinitos donde te sientes el único habitante del mundo. A Escocia hay que vivirla en directo.
Escocia es sobre todo verde desde las West Highlands, y sus lagos rodeados de hierba fresca, a las tierras más altas e inhóspitas, las Highlands. Aquí tienes que venir sin falta.
Son la patria de Nessie y de las vacas más bonitas del mundo, cuentan con cantidad de destilerías de whisky y con trenes centenarios. Pero, sobre todo, esconden paisajes absolutamente insólitos.
Lo más fácil es alojarse en los Bed & Breakfast. Son casas de turismo rural en las que el propietario alquila habitaciones y prepara el desayuno, a menudo con productos de su propia huerta. Su gran ventaja es que están situadas en lugares preciosos, aislados de las poblaciones principales.
Aprovecha para preguntar sobre la zona, el trato suele ser muy cercano, porque los escoceses son amables, generosos y simpáticos. Eso sí, respeta escrupulosamente sus horarios, no te olvides de la puntualidad británica. Al principio puede que te cueste un poco el inglés, que aquí se habla con influencias gaélicas.
Para escapadas absolutamente románticas, anota este hotel: The Torridon, situado cerca de Glen Torridon. Su mejor suite, la house boat, es una casita aislada con vistas al lago en la que tentaciones te darán de quedarte a vivir.
No tengas miedo a conducir por la izquierda
A pesar de la excelente red de transporte público, la manera más divertida de conocer el país es recorrerlo en coche. Si viajas en verano, es preferible escatimar días a Edimburgo o Glasgow –imprescindibles- adonde puedes volver en cualquier momento del año, mientras que en el norte el invierno es muy duro.
El permiso de conducir español es perfectamente válido en Escocia, pero los británicos conducen por la izquierda, así que sus automóviles tienen todo al revés: la palanca de cambios, el espejo retrovisor… No te preocupes, te acostumbrarás enseguida. Lo más importante es mantener la concentración en todo momento, y tener mucha precaución en los cruces, porque las prioridades también son diferentes.
Además de conducir atento a los límites de velocidad –recuerda que las multas fuera de tu país han de abonarse en el acto- habrás de estar pendiente de llenar el depósito en poblaciones grandes. Escocia tiene pocas gasolineras, aun en las vías principales, y a menudo mal señalizadas.
Arnold Clark es la mayor empresa de alquiler de Escocia, con precios muy buenos que incluyen todos los gastos, y además ofrece tarifas especiales a los viajeros que reservan a través de la web de Visit Scotland.
Dos pases que te abrirán muchas puertas
Antes de recorrer Escocia hazte con un par de tarjetas que te ahorrarán mucho dinero.
The Scottish Heritage Pass te da acceso libre durante siete días a más de 120 lugares importantes del Patrimonio Nacional, como el castillo de Edimburgo, el de Stirling o Traquair House, la casa más antigua de todo el país.
Disponible en formatos de 3 y 7 días, The Explorer Pass incluye también la entrada a muchos de los castillos más famosos y a otras atracciones históricas por todo el país. Puedes conseguir ambos a través de la sección Tickets Passes de la web de Visit Scotland.
8. Un país salpicado de castillos
El de Eilean Donan o el de Edimburgo son de los más emblemáticos, pero por toda Escocia hay cientos de castillos que mantienen viva su historia, y podrás dormir en uno de ellos.
Algunos fácilmente reconocibles por películas como BraveHeart o Los Inmortales; otros sorprendentes, con pasadizos y estancias secretas; los hay tan misteriosos que tienen fantasma.
Si te fascinan estos edificios defensivos no puedes perderte la Castle Trail, en la zona nororiental, con fortalezas de mampostería tan impresionantes como Craigievar que se han conservado prácticamente intactas.
De todas las formas te los encontrarás donde vayas, incluso en la Escocia meridional. Aquí está la Ruta de los Castillos y Jardines, con los de Threave Gardens o Caerlaverock, completamente rodeados de agua.
Como muchos de estos castillos pertenecen a The National Trust for Scotland (NTS) o a Historic Scotland (HS) si tienes previsto visitar varios te ahorrarás bastantes libras comprando el Explorer Pass o el Discovery Ticket, en sus webs puedes consultar los monumentos incluidos.
Eilean Donan Castle, la leyenda
Hay pruebas de que la Eilean Donan, ‘isla de Donan’ en gaélico, estuvo habitada ya en la Edad de Hierro, aunque el primer castillo de la isla se construyó en el siglo XIII, como defensa contra los vikingos, y era un poco más grande que ahora, ocupaba toda la isla.
Siglos más tarde, y más pequeño, el castillo era también más fácil de defender. Cuenta la historia que a principios del XVI tres hombres solos derrotaron a toda una flota de 50 galeras mandada por Donald Gorm MacDonald. Y cuenta también los jacobitas bailaron sobre su tejado justo antes de ser derrotados en la batalla de Sheriffmuir.
En 1719 estuvo guarnecido por soldados españoles simpatizantes con la causa jacobita, pero dos fragatas lo bombardearon y destruyeron, y sus ruinas sufrieron 200 años de abandono hasta que llegaron sus actuales propietarios, la familia MacRae, para reconstruirlo de nuevo.
Su apertura al público, en 1932, fue un momento histórico. Tanto, que la cocina del castillo reproduce aún a tamaño natural la preparación del gran banquete con el que el coronel John MacRae-Gilstrap y su esposa celebraron aquel primer verano.
Tantos años después, Eilean Donan sigue siendo uno de los iconos indiscutibles de Escocia. Ubicado en su reino marítimo, entre lagos de agua salada, ruta de navegación de las galeras de las Highlands tanto para el comercio como para la guerra, su imponente rastrillo sube y bajaba a los sones de la gaita escocesa.
Aquí se rodaron muchas escenas de largometrajes míticos como Braveheart o Los Inmortales, y cada atardecer, cuando cierra sus puertas y se queda solitario, sobre estas aguas doradas de musgo y leyendas todavía pueden escucharse los ecos de la historia.
Muy cerca del castillo, asomada también a un paisaje líquido, se encuentra Conchra House, una casona antigua que funciona como bed & breakfast. Lo mejor, sentarse en uno de los bancos del jardín y dejar pasar las horas.
Disfruta una noche inolvidable en un castillo
Otra opción que te va a encantar es pasar la noche en un castillo escocés. Desde los más lujosos de cinco estrellas hasta los más sencillos, donde puedes incluso cocinar tú mismo, Escocia cuenta con una red de castillos para todos los presupuestos. En la web de Visit Scotland encontrarás toda la información para reservar esa noche inolvidable.
9. El whisky, la bebida más famosa de Escocia
Nada más entrar en Edimburgo notarás un aroma tostado muy característico, es el que se produce en el proceso de malteado de la cebada para elaborar whisky, la bebida nacional de Escocia. Aprovecha el viaje para convertirte en todo un experto. Pero antes de lanzarte a probarlo conviene que sepas un par de cosas.
Su nombre oficial es ‘scoth whisky’ (si la botella lleva la palabra whiskey sabrás que no es escocés). Hay muchísimos tipos, pero básicamente te encontrarás con dos: single malta y blend.
El single malta proviene de una sola destilería, y su sabor varía dependiendo de la región de origen. Los del sur, por ejemplo, suelen ser más suaves, y a medida que subimos hacia el norte se descubren matices de sabor a turba, y aromas frutales y de flores. Son los más apreciados, y los encontrarás bajo marcas famosas como Macallan o Glenfiddich.
Los blend son mezclas de diferentes single malta, que funden sus sabores hasta crear un auténtico whisky de autor. Seguro que has probado alguna vez un Johnnie Walker o un Teacher's. Si buscas algo más especial, prueba por ejemplo The Antiquary, notarás un sabor añejo muy interesante.
Para aprender más
Si estás en Edimburgo, no te pierdas la Scotch Whisky Experience. Sube por la Royal Mile. Poco antes de llegar al castillo la verás a la izquierda. Este es el mejor lugar de Escocia para conocer todo lo relacionado con el whisky, y en su bodega hay más de 3.500 botellas diferentes.
A través de una visita guiada en el idioma que prefieras, conocerás las diferentes variedades, su historia, su elaboración… Aprenderás todos los secretos del whisky y descubrirás cuál es tu preferido a través de una cata muy divertida.
Para terminar, baja al Amber Restaurant, el mejor lugar para saborear un whisky acompañado de la mejor gastronomía escocesa. Es un local muy agradable, donde no te puedes perder su Haggis, uno de los mejores del país, y por pocas libras.
Como aperitivo con un poco de queso, o para terminar, pide uno de sus fantásticos blend. Déjate asesorar por una de las mejores embajadoras del whisky escocés, Julie Trevisan-Hunter. Ella ostenta uno de los títulos más exclusivos de toda Escocia, ha sido nombrada Guardián del Quaich por su notable contribución a la comercialización del whisky en todo el mundo.
Otra opción muy interesante para seguir aprendiendo es visitar una destilería, para ver en directo el proceso de malteado, tueste y destilación de la cebada, que termina inevitablemente con unos cuantos años envejeciendo en la barrica.
Dónde saborearlo
En las Highland, las Tierras Altas escocesas,puedes hacer la Malta Whisky Trail (la ruta del whisky de malta) que recorre una decena de destilerías abiertas al público, y en la web de Visit Scotland descubrirás otras rutas del whisky de 9 días o de 11 días para hacer por tu cuenta.
Si no tienes tanto tiempo, visita la destilería Talisker, en la Isla de Skye. Es muy curiosa porque es la única de toda la isla. Desde Sligachan, coge la carretera A863 hacia la ría de Harport y la destilería. Tardarás un rato en llegar, no sólo por lo estrecho de las carreteras, sino porque tendrás que hacer varias paradas para disfrutar del paisaje.
No te olvides de la cerveza
Con permiso del whisky, la cerveza es la otra gran bebida nacional de Escocia, donde llevan muchos siglos elaborándola. Lo mejor, disfrutar de una buena ‘pint’ (pinta, medio litro) de cerveza artesana en la terraza de cualquier pub o cervecería. Verás que es oscura, fuerte y algo dulce.
Si lo tuyo son las bebidas sin alcohol, no dejes de probar un Iron Bru, un refresco escocés con burbujas que aquí se bebe más incluso que la Coca Cola. Si quieres acompañar el momento con un buen cigarro, recuerda que en los bares escoceses está prohibido fumar, pero muchos de ellos cuentan con terrazas en la parte posterior, pregunta antes de entrar.
10. Dos ciudades con mucho carácter
Escocia tiene dos grandes ciudades que no podrían ser más distintas. La monumental Edimburgo, de las más bonitas del mundo; y Glasgow, urbe heterogénea y vanguardista. ¿Qué tienen en común? Un ambiente muy animado y una agenda de festivales durante todo el año.
Edimburgo, la joya de la corona
Te va a encantar su ambiente. Durante el curso escolar, fantástico por la cantidad de estudiantes universitarios que llenan los pubs; en verano, porque los escoceses se echan a la calle a disfrutar del buen tiempo y las llenan de música.
Una visita al centro histórico tiene que incluir necesariamente su calle más emblemática, la Royal Mile, que comienza en el castillo de Edimburgo, en la parte alta de la ciudad, y termina en el palacio de Holyroodhouse, residencia oficial de la Reina cuando viene a la capital escocesa. No te pierdas sus callejones medievales (closes), que esconden mil y una historias.
Al otro lado de las vías del tren y del Princess Park está el centro chic de la ciudad, de estilo georgiano, con sus calles elegantes repletas de tiendas, pubs y centros comerciales de diseño. En los últimos años se ha formado un tercer centro de moda, en el antiguo puerto de Leith.
En la web de Visit Scotland encontrarás toda la información que necesitas para visitar Edimburgo, incluyendo propuestas de itinerarios de 48 ó 72 horas por la ciudad.
Una fantástica opción de alojamiento es el Apex Waterloo Place Hotel, en pleno centro. La majestuosidad exterior del edificio se transforma dentro en espacios de divertidos y lujosos. Si quieres fumar reserva en el Apex European, más sencillo y un poco menos céntrico, que cuenta con seis habitaciones para fumadores, algo que no es frecuente en Escocia.
La cadena, que se caracteriza por un servicio muy bueno, tiene otros alojamientos y cualquiera de ellos es una buena elección. Si buscas algo más barato, hay un hotel de la marca Ibis junto a Royal Street, con precios muy ajustados durante todo el año.
Glasgow, la ciudad de la música
Si Edimburgo es la ciudad literaria por excelencia, Glasgow ostenta el título de capital musical desde 2008, cuando fue nombrada Ciudad de la Música por la UNESCO.
Pero durante todo el año encontrarás locales para saborear la música en directo. No te pierdas una visita al Oran Mor, una antigua iglesia en el West End, o el Old Fruitmarket, uno de lo mejores pubs de conciertos de la ciudad.
Una de las mejores formas de recorrerla es visitando la ruta de Charles Rennie Mackintosh, el arquitecto que marcó el ‘estilo Glasgow’. En las oficinas de turismo y los kioscos de la SPT encontrarás una tarjeta con la que puedes viajar gratis en metro y autobús y entrar a todas las atracciones turísticas relacionadas con Mackintosh.
En la web de Visit Scotland puedes también descargarte itinerarios para conocer la ciudad del Clyde en 48 ó 72 horas. Una zona muy interesante es la orilla del río Clyde.
Si te apetece ir de compras, prueba en la Glasgow Style Mile, Sauchiehall Street y Buchanan Street, donde encontrarás las marcas más conocidas, y en Royal Exchange Square, la plaza donde está la Gallery of Modern Art. Los mejores meses para encontrar gangas son los de otoño, porque aquí se adelantan mucho las rebajas navideñas.
Si prefieres curiosear por los mercadillos, cada fin de semana se celebra uno cerca de Glasgow Cross, junto al Barrowland Ballroom, una antigua sala de baile donde se celebran conciertos de rock.
Para dormir, reserva en el Radisson SAS, frente a la mítica Estación Central. Su característico perfil afilado esconde también algunas habitaciones en las que se puede fumar, y es una de los mejores alojamientos de la ciudad, tanto para viajes de placer como de negocios.
Sea como sea tu viaje, en Escocia te vas a enamorar. Encuentra más información en:
internauta (no verificado)
21.07.2011 - 23:21
¡Qué apasionante reportaje! No sé si me gusta por el esquema, por sus fotos, por una prosa tan directa, por tanto enlace, cada cual más apetecible,... Pero me engancha. Escocia se me ha metido en casa. Enhorabuena. Manolo
Joe (no verificado)
19.04.2012 - 13:24
Estoy con el comentario anterior: Magnifico reportaje con el que coincido al 100%. Yo también he visitado Escocia (con mi novia) y he de reconocer que una parte importante de que me gustaran tanto esas tierras han sido estas simpáticas vacas.
Leyendo el reportaje me ha surgido una duda: ¿es posible apadrinar una vaca escocesa? no se si conocerás alguna web donde obtener información al respecto, pero gracias igualmente.
Carlos Blanco (no verificado)
20.04.2012 - 09:44
Por desgracia tengo pendiente un viaje en moto desde Barcelona a Escocia, pero no encuentro ni el momento ni el dinero para realizarlo, pero la esperanza es lo último que se pierde. Tu reportaje no ha hecho más que encender otra vez esa idea, un reportaje genial.
Indoostrial (no verificado)
29.05.2014 - 18:53
Buenas tardes. Lo de apadrinar una vaca no lo se, pero seguro que en España hay muchos niños que necesitan ser apadrinados! Por que no ambos? Gracias.