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Los Picos de Europa en León, un territorio para reconquistar
EXPRESO - 28.09.2009
Texto: Patricia Regidor; Fotos: Gonzalo de Arriba
Cuando se piensa en los Picos de Europa, normalmente la mente revela una fotografía de las frondosas montañas cántabras o el mar de nubes que se extiende desde el teleférico de Fuentedé; pero lo que algunos no saben es que al norte de Castilla y León, en las montañas leonesas, los Picos de Europa aún son un territorio para reconquistar, todavía sin descubrir.
Los hayedos, los pinos y los acebos cuidan con mimo cada valle de las 120.000 hectáreas del Parque Regional de los Picos de Europa; al igual que su gente, pequeños y mayores, orgullosos de su historia, de su cultura, de la naturaleza que les rodea y de mostrárselo a todo aquel que decida conocer el norte de León.
Caminar por los valles del Parque Regional es, además de un placer para los sentidos, toda una clase de geografía, flora y fauna. Los caminos, los pastos y la presencia de ganado bovino hacen evidente la importancia que la ganadería y la cultura pastoril ha tenido en la zona, al fin y al cabo, es lugar de tránsito de la ruta de la Cañada Real leonesa.
Una de las localidades por las que pasa el camino trashumante, Lario, situada al noroeste del gran embalse de Riaño, es un buen lugar para empezar a conocer el Parque Regional.
La Casa del Parque de Valdeburón, ubicada en un caserón de principios del siglo XX, ofrece una visión completa de las diferentes opciones de visitar el Parque y toda la información necesaria para conocer y recorrer la zona.
El visitante podrá descubrir desde el ecosistema que existe en los fondos de valle, pasando por los bosques de robles, abedules y encinas que tapan la media montaña, hasta las costumbres de los rebecos que habitan en las altas cumbres moldeadas por la acción del hielo, y donde aún se conservan algunos chozos de los pastores.
En la Casa del Parque de Valdeburón también hay un espacio para la tradición y el recuerdo, no sólo porque la montaña leonesa fuese refugio de los astures durante la reconquista, sino también porque los habitantes de la zona aún están muy ligados con la cultura rural y mantienen tradiciones como el 'aluche' (lucha leonesa).
Un Mueso Etnográfico, una incipiente biblioteca y un jardín con zona de juegos y recreativa para los niños completan las instalaciones de la Casa.
El centro es el punto de encuentro para los amantes del senderismo y los técnicos de la Fundación del Patrimonio Natural facilitan toda la información necesaria para realizar rutas en función de la época del año. Gracias a las explicaciones y los folletos que facilitan será más sencillo para el visitante reconocer los distintos tipos de árboles o distinguir un petirrojo tizón de un ratonero (¡y sin prismáticos!).
De entre todos los recorridos que salen desde Lario es interesante la ruta Mirva-Rabanal, un camino sencillo de 13 kilómetros de longitud y dificultad media que recorre el valle de Mirva -el sector más septentrional del Parque- flanqueado por pastizales y hayedos.
El camino que comienza en Lario y concluye en Acebedo también es una buena opción, ya que se trata de una ruta guiada de una hora y media aproximadamente que los técnicos completan con explicaciones y enseñan a observar y reconocer la flora y entender el porqué de la orografía.
Mientras tanto, y por si el hambre acucia, no es una mala opción probar la rica gastronomía de la zona, como el queso los Bellos (en Sajambre) o el de Valdeón, que forma parte de la Marca Natural, una etiqueta que añade valor a los productos para empresas ubicadas en un Espacio Natural Protegido.
Ya desde Acebedo la ruta continúa hacia el norte, hasta llegar al Puerto de las Señales, desde donde se capta una espectacular vista del Parque Regional leonés.
Durante el camino, a la derecha, se encuentran los Montes Mampodres la formación rocosa más alta del macizo, con 2.190 metros de altitud en su pico más alto. Aquí, los amantes de la montaña podrán disfrutar de otro capricho de la naturaleza: un circo glaciar.
Una vez en el Puerto de las Señales, a 1.625 metros de altitud, se extiende ante la vista un gran valle, el del río Porma.
El serval del cazador, la 'quitameriendas' o el majuelo son algunas de especies autóctonas que se pueden encontrar en la zona y en general en todo el Parque, incluso en la alta montaña.
Bajando del puerto se encuentra el Bosque de Hormas uno de los mayores atractivos del Parque Regional de los Picos de Europa, paraíso para el oso cantábrico y un frondoso hayedo.
Cabe destacar el hecho de que el haya crezca en lugar tan húmedo, pero lo cierto es que la porosidad de la roca caliza que forma la montaña hace que el agua se filtre y sea un lugar perfecto para el desarrollo de este árbol, digno de ver en cada época del año.
Junto al Bosque de Hormas, el Sabinar de Crémenes, los Montes Mampodres y el Pilar de Lillo forman las cuatro reservas integrales que existen en el Parque Regional.
Para acceder a las mismas es necesario pedir un permiso especial a la Junta de Castilla y León, que también se puede tramitar en las Casas del Parque.
Desde el puerto de las señales y siguiendo el cauce del río Porma hacia el sur se encuentra Puebla de Lillo, uno de los pueblos más típicos de la montaña leonesa y que ha sabido conservar un especial sabor rural gracias también al buen hacer de los vecinos de la zona.
Pero antes de adentrarse en tierra de Urogallos conviene desviarse por el camino a la derecha, donde destaca el lago glaciar de Isoba.
En la tierra del urogallo cantábrico
Una vez en Puebla de Lillo lo primero es lo primero. Y nunca mejor dicho porque de entre todas sus casonas de piedra destaca un torreón medieval a lo alto del pueblo, en el que se ubica la Casa del Parque.
En la planta baja del torreón el visitante encontrará todo lo necesario para descubrir cada rincón de la zona; mientras que el segundo piso se ha reservado a la historia con una exposición etnográfica.
Esquís de madera, raquetas antiguas para la nieve y otros artilugios y aperos completan un audiovisual en el que se da a conocer la voz de la experiencia y la esperanza que los más jóvenes tiene puesta en su tierra.
Lo mejor está por llegar en la última planta del torreón, donde se expone una maqueta del Parque y desde sus ventanales se puede contemplar toda la belleza natural de un pueblo completamente mimetizado con el entorno.
Pero tanto la Casa del Parque 'El torreón' como la del Valle del Porma, que se sitúa en las antiguas escuelas de Puebla de Lillo y es un complemento de la primera, son más que simples centros de interpretación.
Los esfuerzos de la Fundación de Patrimonio Natural, junto al apoyo de la Junta, la gran labor que realizan los trabajadores de las casas y la participación del pueblo consiguen dinamizar la zona y aprovechar al máximo el patrimonio cultural; organizar actividades y que tanto niños como mayores se salten varias generaciones para encontrar un nexo común: su tierra.
Un huerto ecológico cultivado por los niños, un ciclo de cine o salidas al campo para recoger hiervas medicinales son algunas de las iniciativas que se realizan desde las Casas.
Mientras que la Casa del Parque del Torreón tiene un contenido más visual, la del Valle del Porma es una clase para agudizar los sentidos.
En el centro, sobre todo los más pequeños, tendrán la oportunidad de aprender a distinguir un haya de un roble a través de su corteza, ver y tocar cómo es el fondo de un río y reconocer un petirrojo tizón de un ratonero, nutrias, martas, salamandras, venados, lobos y jabalíes.
Una parte importante de la exposición es la dedicada al urogallo cantábrico, un ave actualmente en peligro de extinción que en su día fue carne de caza en el Pinar del Lillo, donde ahora sobreviven un número escaso de ejemplares.
Después de una intensa escapada merece la pena reflexionar sobre todo lo aprendido a la orilla del embalse del Porma, mucho más pequeño que el de Riaño pero con más encanto.
DÓNDE DORMIR
En el pueblo no hay más opciones, pero es un sitio especial sobre todo por su propietario, Tino, quien no duda en informar sobre todo lo que el viajero busca en la zona.
Las instalaciones están formadas por dos casas, de cinco habitaciones dobles cada una. Una casa dispone de cinco baños y la otra de tres. Se puede alquilar completa o por plazas.
También hay un restaurante que ofrece un abundante y económico menú del día y en el que también se puede degustar la gastronomía de la zona.
El edificio es una antigua casona en la que también vive la familia.
La casa está decorada al más puro estilo montañés y con destalles como los esquís de madera que hay colgados a la subida de la escalera.
Las habitaciones de la planta de arriba son abuhardilladas.
El desayuno da fuerzas más que de sobra para recorrer el parque.
El alojamiento incluye ocho habitaciones dobles, dos de la cuales comparten baño.
Agradecimientos:
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