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Futuroscope, la ciudad del futuro
EXPRESO - 11.04.2009
Texto: Federico Ruiz de Andrés
Texto: Federico Ruiz de Andrés. Fotografías: Ana Bustabad Alonso
Más de veinte años después de que René Monory materializara en un parque temático los interrogantes del tercer milenio, sorprende descubrir que un paseo por el futuro puede transcurrir callejeando entre árboles de hojas cálidas y música suave.
Para la región francesa de la Vienne, el futuro llegó en 1987 con Futuroscope, que suponía sólo la punta de lanza de un ambicioso proyecto de organización de este territorio eminentemente agrícola hasta entonces.
Su centro tecnológico, la Technopole, ocupa actualmente 200 hectáreas en las que agrupa a más de 160 empresas, 15 laboratorios de investigación, módulos de formación y un centro internacional de congresos, además de una completa oferta hotelera y de ocio.
Muy cerca de la ciudad francesa de Poitiers, llegar a Futuroscope es fácil desde cualquier parte de Europa. Si se busca un viaje cómodo y glamuroso, los trenes de alta velocidad de la TGV, desde París, la red de Rail Europe que atraviesa todo el continente o el trenhotel Elipsos, desde Madrid o Barcelona hasta Francia, son las mejores opciones.
Más que un parque al uso, Futuroscope es una ciudad fantástica donde los robots nos descubren una diversión inteligente, salpicada de experiencias, de sabores; una gran metáfora del paso humano por el planeta.
Que nadie espere visitar solamente un parque temático, sino trasladarse a un mundo de ficción en el que nuestra proyección -la del ser humano-, parece querer marcarnos el devenir de nuestro paso por el planeta.
Pero es el planeta el que asiste a un viaje a nuestro alrededor. Y en esto gana mucho la instalación que se muestra alrededor.
Una vez marcadas las reglas del juego, la diversión, la ironía y un cierto falsete irónico acerca de la humanidad, podemos decir ¡que empiece el espectáculo!
Futuroscope, la ciudad del futuro, nos espera. Descubrir sus secretos a la vuelta de cada esquina es aquí tan fácil como en cualquier otra ciudad, simplemente, callejeando.
Cada uno de los pabellones de arquitectura futurista contiene sorpresas.
Un viaje intergaláctico, un recorrido fantástico por los mundos virtuales de la animación 3D o un paseo a bordo de la estación espacial internacional, ofrecen al visitante perspectiva suficiente para disfrutar con ojos nuevos las sensaciones cotidianas.
Entre las atracciones más especiales de Futuroscope están un inolvidable baile en brazos de robots de 7 metros, o el nuevo espectáculo creado por Yves Pepin que cada noche llena el escenario acuático con proyecciones sobre el agua, efectos pirotécnicos y música de DJ's: El misterio de la nota azul.
Concebido inicialmente para los niños, el Zoo de los robots es un recorrido interactivo que muestra la biomecánica de los animales-robots en formato gigante.
Mimetizarse como un camaleón, ver como una mosca o comprender la traslación con propulsión a chorro del calamar. Pocos pueden resistirse a la mirada más tierna del parque: la de una jirafa articulada que inclina su cuello ante el visitante mientras parpadea.
La atracción preferida de los niños, Los Animales del Futuro, estrena esta primavera nueva versión, una experiencia sorprendente de realidad aumentada que puede probarse desde casa a través de su web interactiva.
Probablemente, lo más interesante de Futuroscope son los cambios de ritmo que experimenta el visitante.
Sensaciones que abren la mente a mundos fascinantes como los Misterios del Nilo desde Etiopía hasta el Mar Mediterráneo, o los secretos del mundo submarino 3D se alternan en un paseo relajante con árboles de 43 especies distintas y más de 250.000 flores nuevas cada año.
Esta ciudad del futuro permite mil viajes en su interior. Desde una carrera futurista en Ecodingo, hasta un viaje a bordo del Apolo XI hasta la Luna acompañado por Las Astromoscas, aquí todas las aventuras son posibles.
Entre las atracciones preferidas por los visitantes siguen estando Artista por un Día, una experiencia en pleno plató de rodaje en la que el viajero se sitúa ante la cámara para participar en un casting muy especial, y Ojos que no ven, un recorrido en total oscuridad acompañado de un guía invidente, para experimentar el mundo a través de sus olores, sus materiales, sus sonidos.
Comer puede convertirse también en un viaje al futuro. Aunque la oferta gastronómica incluye diferentes propuestas, com las cocinas del mundo en el restaurante KaDéliceScope, resulta interesante atreverse con los sabores más futuristas.
Le Cristal nos descubre una cocina molecular que juega con colores, formas y texturas, donde se puede probar desde perlas de alginato hasta caviar virtual. Quienes la han probado la califican, como mínimo, de curiosa.
Si el tiempo lo permite, alrededor de Futuroscope hay muchos lugares interesantes que visitar, que pueden consultarse en la web de turismo de Francia.
Pero se la escapada ha sido corta y no es posible esta vez conocer la región, el viajero puede hacerse una idea mediante una carrera loca en 4 dimensiones a bordo de La Vienne Dinámica, una atracción que cuenta este año con más sensaciones.
Concluida la visita, una peculiar sensación por lo vivido nos acompaña de puertas afuera y lo hace mientras atravesamos el inmenso tejido de aparcamientos que circunda el parque.
Futuroscope allí se queda, pero la historia ha querido que una parte de nuestro yo perviva en el futuro, después de que éste se apoderara de nosotros. La vida continúa y ese futuro ya es un poco de todos.
Agradecimientos:
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