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En su nombre: gracias, Tomás
EXPRESO - 12.09.2022
Lo mejor (y lo peor) del V Centenario de la I Vuelta al Mundo
Hace unos días finalizaba la conmemoración del V Centenario de la I Vuelta al Mundo, que ha venido cumpliendo los 500 años de aquella gesta inmensa desde el 10 de agosto de 2019, fecha de la partida de la expedición en Sevilla, hasta el 8 de septiembre de 2022, día exacto de la llegada al mismo muelle del Guadalquivir en la capital hispalense.
Tres años de conmemoraciones, los mismos que duró de 1519 a 1522 el mayor viaje de toda la historia. Y no han tenido el lustre que merecían. Al menos, no lo han tenido desde las más altas instancias del Estado español, que eran las que tenían recursos suficientes para hacerlo como la ocasión merecía.
La coordinación de los eventos, a cargo de la Comisión Nacional para la conmemoración del V Centenario, creada mediante Real Decreto 582/2017, se limita -su ámbito se extiende todavía hasta el 30 de junio de 2023- a un portal web que recopila proyectos conmemorativos y cuya inclusión por lo visto les otorga beneficios fiscales por su especial interés público. Los proyectos, eso sí, casi todos privados y llevados a cabo con mucho esfuerzo.
Si no fuese por algunas iniciativas públicas sobresalientes con las que arrancaba el V Centenario, como el congreso ‘Primus Circumdedisti Me’ en Valladolid y las exposiciones ‘Fuimos los primeros’ en el Museo Naval de Madrid y ‘El viaje más largo’ en el Archivo General de Indias de Sevilla, o por el lustre que la Armada Española ha regalado a algunos momentos, podríamos decir que tanto el Gobierno español como la Jefatura del Estado han pasado olímpicamente del V Centenario.
La que esto firma, que asistió al raquítico acto de apertura en Sevilla presidido por la entonces vicepresidenta española Carmen Calvo el 10 de agosto de 2019, volvía esta semana a Andalucía para ver si con la culminación del V Centenario se le quitaba la vergüenza ajena.
Y no. Al menos, no gracias a ellos. La maquinaria gubernamental y mediática subsidiada, salvo honrosas excepciones, se ha movilizado de nuevo únicamente a mayor placer de las autoridades políticas, sin contar con el pueblo español, que en el mejor de los casos ha participado como ha podido en los fastos.
La población de la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, volcada completamente con ese V centenario de la salida al mar y el punto de llegada a la costa de la expedición de Elcano, se ha tenido que conformar este mes de septiembre con ‘lo de la Vuelta [ciclista] y un helicóptero’, comentaban los vecinos.
A pesar de que la Casa Real anunciaba en sus redes un homenaje en aguas sanluqueñas, los de Sanlúcar no vieron tal. El impresionante desfile naval, que lo hubo, tuvo lugar entre la base naval de Rota y el faro de Chipiona, varias leguas mar adentro y lejos de la arena de Sanlúcar, y ninguno de los sanluqueños salvo su alcalde, invitado a bordo del buque-escuela de la Armada Española Juan Sebastián de Elcano, pudo ver el precioso homenaje en la mar. Tan solo una pasada rasante de cuatro aviones y tres helicópteros sobre la ciudad, entretenida mientras con la salida de una etapa de la Vuelta Ciclista a España.
También se debió de quedar descansado el alcalde de Sevilla, que compartía cubierta con el de Sanlúcar en el desfile naval y fue de las pocas personas que en la capital del Guadalquivir pudo recibir de cerca a la Nao Victoria. Un círculo perfectamente cerrado por la Policía Nacional, la Local, la Policía Naval e incluso Protección Civil resguardaba a unas pocas autoridades y allegados: primero en el Muelle de las Delicias para que recibiesen la réplica del histórico navío y luego en la Glorieta de los Marineros para la ofrenda a Elcano; mientras, el pueblo de Sevilla se quedaba fuera, de la verja del primero y de la rotonda del segundo.
Eso, sin contar la iniquidad del ministro de Exteriores José Manuel Albares de invitar a la celebración en los Reales Alcázares a su homólogo luso y de una bandera de Portugal que vi de reojo en un mástil junto a la Torre del Oro el mismo 8 de septiembre y me puso los pelos de punta. Que no creo que no haya nadie en España más filoportugués que yo, pero aquí no. Si no entienden por qué lean en rutaelcano.com la historia del viaje.
Lejos del privado boato institucional, el único momento emocionante del asunto, el realmente importante, sí tuvo lugar en abierto en las calles sevillanas. El barrio de Triana arropaba el 8 de septiembre por la tarde a la Asociación Tercio de Olivares en su magnífica recreación de la procesión de desembarco de los dieciocho para postrarse ante la Virgen de la Victoria y darle gracias.
Un rato antes estaba allí, yo fui testigo, Tomás Mazón Serrano, una persona generosa como pocas que ha dedicado los últimos años a documentar y divulgar al mundo el gran viaje al Maluco. Su altruista portal web RutaelCano.com ha sido faro y guía de este V Centenario, no solo por su impresionante labor científica, sino también porque ha buscado y resaltado la increíble humanidad de aquella expedición.
Su delicadeza investigando la vida de Gonzalo Gómez de Espinosa, búsqueda que no tuvo descanso hasta saberlo fructificado en buena tierra centroamericana; contándonos cómo ‘todos cuidaron de Vasquito’ cuando su padre falleció; dejándose las pestañas en complicados documentos antiguos hasta devolver a la figura de Elcano todo el honor y la maestría que la Historia le había negado… Son tesoros de humanidad y de ilusión que Tomás Mazón Serrano ha regalado a la Historia de España y, sobre todo, a los españoles de a pie que no tenemos su tesón ni su generosidad.
Probablemente el mayor estudioso de esta gran gesta y sin duda lo mejor de todo el V centenario, Tomás llegaba un rato antes a esta iglesia de Santa Ana de Triana para colocar a los pies de la Virgen de la Victoria, sobre arena recogida el día anterior en Sanlúcar de Barrameda, una vela por cada uno de los dieciocho marinos que llegaron descalzos pero solemnes aquel 8 de septiembre a Sevilla; otra mayor por todos los demás que integraron la expedición y una última por el capitán Espinosa, qué guiño tan bonito.
Porque sí, Tomás también había estado días atrás en Sanlúcar. Pudimos verlo en la bodega Barbadillo contando el viaje de la I Vuelta al Mundo en un acto organizado por la Fundación DENAES; estuvo en lugar privilegiado en el desfile naval marítimo, desde donde no se olvidó de compartir buenas imágenes a través de sus redes sociales para hacernos partícipes de esos momentos tan especiales; y en muchos otros actos donde se requirió su presencia.
Sé de buena tinta que para Tomás ha sido una semana inolvidable. Estuvo también en merecidísimo lugar de honor en la llegada al Muelle de las Delicias y en la Glorieta de los Marineros de Sevilla. Y fue conmovedor verlo allí y descubrir a lo lejos en sus ojos la emoción de tantos momentos únicos, porque su presencia en cada uno de ellos nos representaba a todos los amantes de la I Vuelta al Mundo y, más aún, simbolizaba la presencia del alma de aquellos doscientos cuarenta y siete hombres cuya memoria ha estudiado con tanto cariño.
En cada uno de esos momentos, ver a Tomás entre la pléyade de politicuchos y sus adláteres ha sido para mí -y estoy segura de que para muchos más- sentir la presencia viva de quienes hace exactamente 500 años se dejaron la misma vida para recorrer el Mundo y para que hoy podamos sentirnos inmensamente orgullosos de ellos.
Por eso, en su nombre: GRACIAS, Tomás.
Por fin el viernes 9 de septiembre, gracias a su brillante director Braulio Vázquez Campos, teníamos el placer de asistir en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla a la presentación del último libro de Tomás Mazón, ‘Espinosa, el último capitán de la Vuelta al Mundo’, que tuvo la bondad de dedicarnos tan entrañablemente como pueden ver aquí. Broche de oro para una semana inolvidable en Andalucía y libro -libros- que les rogamos que no se pierdan.
Y allí, entre varias docenas de admiradores como nosotros y de amigos ilustres como Antonio Salado López, autor de ‘El barbero de la Trinidad’, o el recuerdo indeleble de Cristóbal Bernal Chacón con sus impagables crónicas transcritas, estaba de nuevo con él, en sus palabras emocionadas y en la mirada brillante de Tomás Mazón Serrano, la luz de las almas de aquellos doscientos cuarenta y siete valientes.
Por eso, en su nombre y en el nuestro: GRACIAS, Tomás.
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