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Túnez, un destino seguro. Cartas a Chihab, guía ocasional (II)
EXPRESO - 24.08.2016
Manolo Bustabad Rapa, periodista
En mi carta anterior te hablaba de la rueda de prensa de la ministra. La verdad, nunca entendí la oportunidad de aquella cita. Desde mi punto de vista debería haber comparecido en la última jornada, entonces sí tendríamos preguntas y dudas respecto a las vivencias de esos días...
Amigo Chihab:
En mi carta anterior te hablaba de la rueda de prensa de la ministra. La verdad, nunca entendí la oportunidad de aquella cita. Desde mi punto de vista debería haber comparecido en la última jornada, entonces sí tendríamos preguntas y dudas respecto a las vivencias de esos días. Pero, bueno, vayamos a nuestro recorrido.
Me gustó el Museo del Bardo (antiguo Museo Alaui, desde 1888), primero como continente: ese magnífico Palacio de los beys de Túnez, yuxtaposición de la tradición morisca y del estilo italiano, del siglo XIX, que con su claustro, sus maderas doradas y pintadas, azulejos policromados, estucos..., ya merece la visita; y después el contenido: nos recibe ya en el gran vestíbulo el monumental mosaico del triunfo de Neptuno, como aperitivo de lo que constituye su principal activo, la mayor colección de mosaicos romanos del mundo. Un interesante patrimonio de inexcusable cita para los viajeros y una joya para los estudiosos. La escasa hora y veinte que le dedicamos sólo da para ponernos los dientes largos y, por supuesto, anotarlo para próximas incursiones, sin reloj.
Nadie nos había hablado de la reposición de la estatua ecuestre de Bourguiba, ausente 29 años, que nos topamos aún cubierta con su embalaje en vísperas de reinauguración en la Plaza del 14 de enero (ya me darás tu opinión, a mí me parece bien. Quizá sea señal de que se mantendrá el Estado laico y de que se continuará progresando socialmente). Veníamos del Ministerio de Turismo y era ruta obligada caminando hacia la Medina. Continuamos por la Avenida de Bourguiba, quizá la principal arteria de la ciudad, con modernos edificios junto a otros históricos, como el Teatro Municipal o la Catedral Católica. El ambiente era de gran movimiento y normalidad, con gente en las terrazas y caminando, pero sin disimular el despliegue de seguridad con efectivos del ejército en los principales accesos y edificios estratégicos, como la embajada de Francia, en la Plaza de la Independencia, protegida con barricadas y alambradas.
Me acordé en ese momento de tus instrucciones de no fotografiar a las fuerzas de seguridad y sus edificios y me contuve, pero tengo algunas imágenes.
Ya en la Medina, es un deleite para los viajeros callejear entre artesanos que están en plena faena, muchos en el exterior de los pequeños establecimientos. Sastres, repujadores, barberos. quincalleros, zapateros..., todos prestos a mostrarte su producto o venderte su servicio. Hicimos un paseo corto pero muy bien aprovechado, con aquel recorrido por varias azoteas, que nos proporcionó una vista de pájaro de la Medina y bonitas fotos. Y tú, pendiente de nosotros para que no nos despistásemos porque teníamos reserva para comer en medio de aquel laberinto, en el restaurante Dar Bel Haj.
Nos contaste que hay restaurantes que no venden bebidas alcohólicas, para que no nos extrañáramos si era el caso. De ahí derivó la conversación hacia el uso del vino y me sorprendió que fuiste muy tajante: los tunecinos no saben beber. Y nos contaste que la última vez que invitaste a dos amigos a tomar vino en tu casa, uno preguntó: cuántas botellas tienes. Cuando contestaste que sólo una, prefirieron dejarlo para otro día. Aceptarían la invitación sabiendo que podrían beber hasta emborracharse, no para tomar simplemente una copa o dos. Bueno, sin generalizar, seguro que muchos son capaces de disfrutar de un buen vino, como tu o como yo, sin perder la cabeza.
Por nuestra ansia de callejear y la prisa por salir hacia Susa, dedicamos poco tiempo a la comida y reconozco que se me pasó tomar nota del menú. Recuerdo unas frituras delicadas y un excelente té con piñones. Pero Casa Bel Hadj ya está en la agenda de las repeticiones. Por lo demás, en Expreso somos varios los admiradores de vuestro melloukhia y otros cocinados a fuego lento en canounes.
Salimos de la Medina por otra puerta, hacia nuestro ómnibus que nos llevaría a pernoctar en la antigua Hadrumentum, en el golfo de Hammamet, y aún tuvimos ocasión de una foto en la Plaza de la Kasbah o del Ayuntamiento...
Te dejo por hoy. En unos días tendrás noticias mías.
Me olvidé de preguntarte cómo van los olivos, tu otra pasión (bueno, una de ellas) ¿Hay perspectivas de buena cosecha este año?
Un abrazo
Orense, España, verano del 2016.
Manolo Bustabad
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