Una cita muy esperada

EXPRESO - 24.02.2013

Ana Bustabad Alonso, periodista

Se acerca la primavera y con ella, si se cumplen las previsiones, una cita que llevo largo tiempo esperando. Hace mucho que no nos encontramos, desde aquel febrero en que fui a verla durante las obras del museo…

Se acerca la primavera y con ella, si se cumplen las previsiones, una cita que llevo largo tiempo esperando. Tras un lustro de obras y visitas a media luz, el Museo Arqueológico Nacional (MAN) prepara su gran reapertura en Madrid.

Con cuidado, con mucho mimo, se está llevando a cabo desde hace meses el montaje expositivo de uno de los museos más impresionantes de España, nada que envidiar al Prado, o al Thyssen, porque en el MAN podemos reencontrarnos con nuestra historia, incluso antes de ser Historia.
Y aquí, en alguna de sus salas completamente renovadas en pleno centro de la capital madrileña, como una estrella en la alfombra roja, estará ella, la Dama de Elche.
dama
Hace mucho que no nos encontramos, desde aquel febrero en que fui a verla durante las obras del museo, que se podía visitar mientras tanto y además gratis.
Nos habíamos conocido en su tierra, en Elche, un par de años antes. Estaba esplendorosa. Radiante, querida y admirada por los suyos. Se trataba sólo de una vuelta temporal a su ciudad, que la acogió con mimo, reservándole el mejor lugar del por aquel entonces recién estrenado MAHE, adornadas sus líneas con una iluminación perfecta.
Colas de ilicitanos le rindieron pleitesía durante meses. Pude comprobar en sus ojos -y en sus palabras- el agradecimiento a la Dama que pasea su nombre por el mundo. Mientras, ella sonreía hierática desde su trono, insultantemente hermosa.
Tomo prestadas del reportaje de Expreso esta foto de cuando estaba allí -qué guapa- y estas líneas: ‘Mucho más que el busto del siglo IV ó V a.C. que estudian los escolares en sus libros de texto, la Dama de Elche es una auténtica belleza en piedra. De cerca, impresiona. Cautiva su mirada firme, subyugadora’.
La encontraron un 4 de agosto de 1897 en La Alcudia, junto a un huerto de palmeras. Cuatro mil francos y veintiséis días más tarde, ‘La Reina Mora’, como la llamaron sus paisanos, era ya propiedad del museo parisino del Louvre.
En 1941 un acuerdo entre los dos países hizo posible traerla de vuelta a Madrid, y la instalaron en el Museo del Prado, pero esa tampoco iba a ser su ubicación definitiva. Ahora se encuentra en el MAN y, tras años de  languidecer entre grúas y sombras, volverá a ser la gran protagonista.
En cuanto el Museo Arqueológico Nacional abra sus puertas de nuevo, miles de personas viajarán a Madrid solo para verla. Yo seré una de ellas. Pero ni el lugar de honor que le tienen reservado, ni la espléndida pasarela que supone esta reapertura bastarán para alegrar su mirada.
Si mi opinión contase algo, votaría para que la devolviesen inmediatamente a su tierra. Si los que deciden hubiesen visto, como yo, la ilusión y el amor en las caras de sus paisanos, harían lo mismo. Aún están a tiempo.
Basta con que se pasen un día a visitarla, abran su corazón y la miren a los ojos. No tardarán un segundo en darse cuenta. La Dama está triste. Añorando Elche.
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