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El cementerio de la Habana… De un viaje a Cuba (IV)
EXPRESO - 03.01.2012
Manolo Bustabad Rapa, periodista
Uno de los ‘recuerdos’ más presentes era un dato sobre el panteón de los naturales de Ortigueira en la Habana: me quedó grabado que era el mayor del cementerio. Pero eso, hace cincuenta años o más. La visita era obligada…
Uno de los ‘recuerdos’ más presentes era un dato sobre el panteón de los naturales de Ortigueira en la Habana: me quedó grabado que era el mayor del cementerio. Pero eso, hace cincuenta años o más. La visita era obligada.
La necrópolis Cristóbal Colón es una ciudad de 56 Ha de superficie, con su entrada principal en la Calzada de Zapata. Sí, digo bien, cincuenta y seis hectáreas. Pero son sus valores artísticos los que la sitúan entre las ciudades funerarias más impresionantes del mundo.
Se ha tomado como fecha de fundación el 30 de octubre del 1871, día en que se colocó la primera piedra con los rituales acostumbrados. El proyecto era del arquitecto español, afincado en la isla, Calixto de Loira y Cardoso, al que se le había adjudicado en concurso público.
Es un enorme rectángulo dividido por dos avenidas principales, perpendiculares entre sí, en cuatro zonas que denominan ‘cuarteles’. A su vez cada cuartel se divide en otras cuatro partes con calles cada vez más estrechas. El resultado es de unos números que sobrecogen: 222 manzanas, 24,5 Km de calles y avenidas y 35.000 metros cuadrados de zonas verdes.
Una preciosidad, un cuidado bosque de mármol blanco hecho monumentos, salpicado de palmeras reales.
Pues bien, en ese marco, después de haber traspasado la monumental Portada Principal (norte), obra de Loira y con esculturas del cubano José Vilalta de Saavedra en mármol de Carrara, en la misma taquilla donde se paga los cinco pesos convertibles por persona para acceder al recinto, a la vez que indago sobre la posibilidad de hacerme con una guía y plano de la ciudad de los muertos, tímidamente pregunto: ‘por casualidad, ¿le suena a usted la existencia de un panteón de los naturales de Ortigueira…?’
La respuesta fue instantánea: ‘¿cómo no?, no sólo es conocido, sino que es el más grande de este cementerio y de toda Cuba’.
Lo localizamos rápidamente. Está en la Calle A, que es justamente la primera, la que discurre paralela a la Calzada de Zapata, separada de ella sólo por la muralla del recinto. Allí, en la penúltima manzana, haciendo esquina con la Calle 16.
En un escenario tan magnífico, me sorprendió su sobriedad y su (porqué no decirlo, es mi impresión) pobreza arquitectónica y material. Destaca el conjunto escultórico flanqueando la entrada y el escudo de Ortigueira en el hastial de la fachada, ambos de mármol blanco. En su lateral izquierdo tiene una torre campanario.
Efectivamente, su escala es monumental. Sus 716 nichos y 4.442 osarios se reparten en tres plantas, la principal y dos sótanos. Cuenta con un empleado muy amable que pone a disposición del interesado los libros de registro, con lo que cualquier localización es rápida. Aún así nos azoramos un tanto y sólo encontramos algún familiar muy directo. Volvimos cinco días después, ya con la mente más clara, pero estaba cerrado. Abre de 9 a 12.
Como ortegano parece interesante resaltar algunos matices del escudo allí esculpido, que se me hace raro. Tiene perfil de lira y su borde superior en forma de hastial con dos adornos de inspiración vegetal.
Está enmarcado por dos ramos, de roble y de laurel, y la corona es condal.
Pero lo verdaderamente sorprendente es que las ‘tres rocas del mar’ son grupos rocosos, a la izquierda dos riscos unidos, en el centro tres y a la derecha uno solo.
Eso sí, cada peñascal con su ortiga. Las ondas del mar son suaves y con la misma textura de derecha a izquierda.
La posterior relectura de la historia, más pausada, nos hace ver los aspectos monetarios del urbanismo funerario, que el arquitecto tenía muy claros. Nos dice la guía, en la descripción de las zonas: ‘Calixto de Loira procedió a jerarquizar estos espacios, reproduciendo el mismo esquema de la ciudad de los vivos, desde el punto de vista económico’.
Es decir, las parcelas eran más asequibles a medida que se acercan a la periferia de cada zona. Eso, unido a la buena administración de nuestros paisanos, hizo realidad ese gran panteón que, con sencillez, fue capaz de acoger los restos de tantos…
Sobre la dimensión económica es de resaltar también el remate de la historia que hace la guía turística. Dice: ’Tras el triunfo de la Revolución el 1º de enero de 1959 se eliminan las pretensiones lucrativas hasta entonces imperantes; sin embargo, no se afecta la propiedad privada sobre bóvedas, panteones y capillas familiares, así como de las Sociedades Regionales’.
Cualquier día volveremos al cementerio.
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Nuestros mejores deseos, Xosé Manuel
Armando (no verificado)
10.10.2012 - 11:20
Es una dicha tener este panteon Naturales de Ortigueira,mi padre slli descansa alli y esa fue siempre su voluntad. Muchas gracias.
julian machado (no verificado)
25.11.2012 - 14:03
Quisiera saber si mis familiares ; Julian Machado Perez/ Julian Machado Aleman y Zoila Perez Ferrer aun se encuentran en el Panteon de Naturales de Ortigueira de el Cementerio de la Habana. Muchas gracias por su atencion . Por favor si me pudieran responder .
lector (no verificado)
19.10.2017 - 15:38
Mi madre y mis abuelos maternos descansan alli hace ya mas de 20 años . Es un lugar tranquilo,apacible ..y reconfortante por decirlo de algun modo que mis seres queridos, mi madre fundamentalmente este en un lugar asi bajo techo ....lo visito cada vez que puedo y le limpio su nicho y le cambio las flores artificiales que con el paso del tiempo sufren su deterioro ..