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Haití, aquí comienza la solución
EXPRESO - 19.01.2010
Chisco, gato viajero
Tras el horror inevitable de las primeras noticias sobre el terremoto en Haití, lo primero que pensé fue: ‘A lo mejor aquí comienza la solución’.
Puede que sea ese optimismo incurable que me persigue. Tras el horror inevitable de las primeras noticias sobre el terremoto en Haití, lo primero que pensé fue: ‘A lo mejor aquí comienza la solución’.
Porque, además de uno de los peores desastres naturales y de ‘la mayor tragedia en la historia de la ONU’, como reconocía uno de sus portavoces, Ari Gaitanis, el terremoto está siendo un potente cañón de luz con el que el mundo enfoca a Haití como nunca antes lo había hecho.
Es lo único bueno que tienen las catástrofes, que sensibilizan a la población mundial y consiguen que el mundo entero se vuelque con unas víctimas mucho más mediáticas que las que mueren de hambre cada día en silencio.
Y eso es justo lo que necesita Haití. Que su drama de años, que dura desde que se constituyó en la primera nación negra independiente, allá por los inicios del siglo XIX, salga por fin a las primeras páginas.
Para que la comunidad internacional se deje de tímidas intervenciones como la que las fuerzas de paz de la ONU vienen ejerciendo en la última década y comience a actuar eficazmente. El terremoto sólo ha sido una forma dramática y cruel de poner en la palestra un problema mucho mayor. Tanto, que los haitianos hace tiempo que no pueden resolver por sí mismos.
La respuesta de los ciudadanos está siendo abrumadoramente generosa. ‘Es increíble cuánta gente viene a hacer donaciones, algunas de muchísimo dinero’, comentaba ayer un trabajador de una entidad bancaria española.
La de los gobiernos, incluida la masiva intervención militar de Estados Unidos en una isla en la que nada tienen que ganar y sí mucho que perder, contundente.
Esperemos que unas y otras duren el tiempo suficiente para sentar las bases de un país nuevo. Y que a partir de ahí, con la ayuda de todos, Haití deje por fin de conocerse como una de las naciones más pobres del mundo. A pocos kilómetros de los maravillosos resorts donde tomamos sol y piña colada como si nos lo fuesen a prohibir.
Seguramente el desarrollo de una industria turística que nunca había existido será una buena ayuda en este proceso. Estaremos atentos cuando llegue el momento. Ahora mismo, lo único que necesitan de nosotros es dinero. Urgentemente.
Hay mil cauces para colaborar. Aquí mismo, en cualquier página de este diario, hay un enlace directo a la web de donaciones de Cruz Roja que, como siempre, está donde se necesita de verdad. Nosotros también podemos estar allí y formar parte de la solución. No perdamos un minuto.
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