El gato filósofo, el viaje y el nudismo

EXPRESO - 13.08.2009

Manuel Bustabad Rapa, periodista

Amigo Clyde, gato filósofo, estoy de acuerdo con casi todas tus reflexiones, muy especialmente en lo que se refiere a nuestro viaje vital...

Amigo Clyde, gato filósofo, estoy de acuerdo con casi todas tus reflexiones, muy especialmente en lo que se refiere a nuestro viaje vital, y de eso quiero hablar contigo.

Pero antes quería decirte que deberías firmar así: Clyde, gato filósofo, y no sólo Clyde, gato. Porque, aunque tu identidad gatuna lleva implícita la capacidad de analizar y desarrollar al máximo las alternativas que nos brinda la naturaleza, muchos humanos no lo saben.
Precisamente este animal, el hombre, deja transcurrir su vida en una continua búsqueda del momento adecuado, del lugar ideal, de la oportunidad tal o cual. Siempre, en una permanente insatisfacción, preparándose para un mañana del que nunca sabe cuándo será. Y sin percatarse de que hoy es el día, éste el lugar y la oportunidad la que se nos brinda cada minuto en cualquier recodo del camino. Por eso, en cierto modo, a todos nos sorprende el final como si aún estuviésemos iniciando el recorrido, como si nuestra existencia fuese provisional. A lo mejor lo es.
Te entiendo perfectamente cuando defiendes con cansina naturalidad, quizá con somnolencia, la desnudez de los cuerpos. Claro, el tuyo es fuerte, suave, elástico, hermoso…, el equilibrio de la materia, diría yo. Te es inherente ser admirado, mimado, acariciado, en tu desnudez, y llegar al final de tu viaje con la misma belleza y elegancia.
En cambio nuestra especie, ¡ay, ahí es donde está mi punto de desacuerdo con tu filosofía del nudismo!, no está preparada para asumirlo sin condiciones.
Por mucho que nos llene nuestra propia desnudez, hemos de ser conscientes de que, casi siempre, provocamos rechazo en nuestros congéneres. Y, si lo analizas, verás que es lógico.
Independientemente de la inevitable oxidación, la mayoría nos deformamos día a día, con una desequilibrada alimentación, con hábitos inadecuados a nuestra mecánica corporal…Ya nos ves, cada cual más tripudo, más lleno de colgajos, más blandengue. Y, por muy desinhibidos que seamos, todo eso provoca incomodidad y asco en los demás.
Y cómo envejecemos. Ya ves, arrugados, canosos, parcheados, cosidos, con prótesis, transplantados, babeantes….Eso tampoco gusta a los colegas. Imagínate si nos desnudamos.
Tú estás hecho para la desnudez. Nosotros no nos soportamos sin aderezos.
Pero, aún así, olvidemos nuestras divergencias, y disfrutemos del viaje sin perder un segundo, ni un rincón, ni una pequeña sensación. Ahora. No mañana.

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