Disfrutar del esquí y de otros placeres en la República Checa

EXPRESO - 26.12.2023

Repartidas por todo el país, las estaciones de esquí de Chequia invitan a disfrutar del paisaje invernal y de los placeres que se encuentran fuera de pista.

Pueblecitos con encanto, balnearios, talleres de cristal de Bohemia, factorías cerveceras y una rica gastronomía, tentaciones más que apetecibles cuando el termómetro baja de cero grados.

Aunque la historia y la cultura de la República Checa son grandes incentivos a la hora de viajar a este país centroeuropeo, su abrumadora naturaleza también merece nuestra atención durante la estación más fría del año.

Con una geografía marcada por sistemas montañosos, valles, bosques, lagos y geoparques, cada invierno regala imágenes idílicas que tienen el color blanco como protagonista. En sus cuatro puntos cardinales se esparcen pistas de esquí y diversos rincones donde practicar deportes en contacto con la nieve.

Pero el lujo no sólo reside en visitar estos espacios poco masificados donde los usuarios son mayoritariamente nacionales, sino en la posibilidad de alojarse en hoteles de ensueño, relajarse en balnearios y recorrer pueblos encantadores donde la vida transcurre de forma sosegada, ajenos a las prisas urbanas. Sin duda, el après ski más exclusivo se encuentra en Chequia.

Montañas de Krkonoše

El recorrido por la República Checa más blanca debe comenzar en la sierra de Krkonoše, donde se sitúan los picos más altos del país –como el Sněžka, con 1.603 metros sobre el nivel del mar– y un buen número de estaciones de esquí.

Declarado Parque Nacional y Reserva de la Biosfera por la Unesco, es el espacio más frecuentado en invierno para la práctica del deporte blanco ya que permite disfrutar tanto del esquí alpino como del de fondo. Los descensos prolongados, las vistas panorámicas y unos servicios de lujo son su principal carta de presentación.

Entre los centros de esquí más reconocidos están Špindlerův Mlýn (el Aspen de la República Checa), Pec pod Sněžkou, Harrachov y Rokytnice nad Jizerou. Desde estos lugares, además, se accede fácilmente a las pistas de esquí de fondo de Krkonošská magistrála, que ofrece decenas de kilómetros de paisajes espectaculares y el acceso al espectacular Salto de Agua de Mumlava.

Todos estos lugares disponen de una buena oferta hotelera en su entorno y propuestas de aprés ski con un inconfundible sello checo.

Después de una agotadora jornada deportiva no hay nada más reconfortante que un baño de cerveza en un spa de Harrachov, un trago de la cerveza local Paroháč, sumergirse en una bañera con esencia de mandarinas en el hotel Wellness Praha o un rato de risas en el parque acuático de Špindlerův Mlýn.

Y para descansar en un lugar de récord, el hotel Luční Bouda, que es el alojamiento situado a mayor altitud de Europa Central, a 1.410 metros sobre el nivel del mar.

Montañas de Beskydy

Los amantes de los paisajes infinitos y del deporte más contemplativo encontrarán en el entorno de las montañas de Beskydy su propio edén. Allí podrán elegir, principalmente, entre dos propuestas de esquí de fondo, ambas perfectamente acondicionadas y señalizadas.

La primera, Hostýnská magistrála, serpentea por las montañas de Hostýn durante más de 19 kilómetros, dando opción, además, a incorporarse a otras siete alternativas. Una visita fuera de ruta que merece mucho la pena es visitar el pintoresco pueblo de Štramberk para saborear sus especiadas y crujientes orejas.

La visita gastronómica puede seguir en Kozlovice para degustar la trucha a la molinera del restaurante Na Mlýně o los saludables productos elaborados con trigo sarraceno de la localidad de Frenštát pod Radhoštěm.

Por su parte, las pistas de esquí de fondo de Beskydská magistrála discurren por algunos de los rincones más bonitos de este espacio protegido además de ofrecer nueve opciones de distintas extensiones y niveles de dificultad.

Una de las más románticas es la que lleva en telesilla, aquí se instaló en 1940 el primero del mundo, hasta las colinas de Pustevny donde se han conservado coloridas viviendas de madera construidas por Dušan Jurkovič y Michal Urbánek. Jurkovič eligió como modelo una casa de campo de los Cárpatos combinándola con los detalles de la arquitectura popular de la Valaquia morava y eslovaca.

Han sido cuidadosamente reformadas y resultan un atractivo más de la zona. Algunas de ellas funcionan como centro de información, hotel y restaurante por lo que se puede vivir la experiencia de pernoctar en este increíble lugar, además de degustar una sabrosa comida regional.

Si se precisa una dosis un extra de relajación, también es posible gozar del placer de un baño de cerveza en el hotel Bahenec de Písek, cerca de Jablůnkov, o en la localidad de Rožnov pod Radhoštěm, donde también hay establecimientos que realizan envolturas de cerveza y tratamientos de aromaterapia.

Parque Nacional de Šumava 

Quienes hayan visitado el Parque Nacional de Šumava en otras estaciones del año les costará reconocer esta nueva imagen en la que el tono ocre de las turberas, el azul de los lagos o el verde de los bosques ha desaparecido bajo el velo de las brumas o una densa capa de nieve.

Aquella energía de la primavera y el estío se ha transformado en una invitación a la calma.

Basta ponerse los esquís de fondo y elegir entre los kilómetros de pistas perfectamente acondicionadas de los alrededores de Zadov, Modrava, Kvilda o Churáňov para gozar en silencio de sus paisajes infinitos.

Los que practiquen la modalidad alpina o el snowboarding también encontrarán aquí su particular patio de recreo en las estaciones de Špičák, Železná Ruda, Zadov, Nové Hutě. Además, a orillas de Lipno, el mayor embalse checo, también es posible darse el gusto de deslizarse por la pista de patinaje más larga del mundo.

En Šumava, el esquí se convierte en una experiencia aún más especial al combinarse con excursiones como la visita al nacimiento del río Moldava, o momentos de relajación en el hotel Frymburk, junto a Lipno, que ofrece renovadores masajes con chocolate.

El deleite gourmet llega desde los restaurantes de la zona con especialidades como el pato asado con albóndigas del hotel Nové Údolí de Stožec, las empanadas de col agridulce al horno (zelníky) del hotel Srní o la crema de setas (kulajda) del hotel Vydra de Srní.

Para los amantes de los postres, las crepes de arándanos (trhance) en el hotel Šumava Inn de Kvilda son imperdibles.

Y, por supuesto, no podemos olvidar la cerveza. La lager semioscura de la cervecería Šumavský pivovar de Vimperk es una auténtica maravilla que completa a la perfección esta experiencia.

Montañas de Jeseníky

Las montañas Jeseníky, al este del país, continúan siendo un imán para los apasionados del esquí en busca de emociones y valles cubiertos de nieve.

Para experimentar la adrenalina del esquí alpino, basta con dirigirse al dominio de Ramzová, el centro de esquí más grande de Moravia, que ofrece pistas impecablemente acondicionadas, telesillas modernos y diversas opciones de alojamiento en sus alrededores.

Para quienes viajan en familia, Dolní Morava se presenta como su paraíso soñado. Además de la oportunidad de practicar esquí alpino en las montañas Králický Sněžník, esta región ofrece pistas diseñadas especialmente para niños, así como opciones para trineos y snowtubing.

No podemos dejar de recomendar la estación de Kouty nad Desnou, que se distingue por su excelente equipamiento y cuenta con el primer telesilla de seis asientos de la República Checa.

Los aficionados al esquí de fondo disfrutarán enormemente de las pistas de Jeseníky, minuciosamente señalizadas, que atraviesan áreas llanas y ascienden hacia las crestas de las montañas, alcanzando las altitudes más elevadas de este sistema montañoso. Este recorrido regala vistas panorámicas extraordinarias.

Y fuera de pista, cuando las temperaturas descienden por debajo de los diez grados bajo cero, lo más reconfortante es aprovechar la variada oferta de los balnearios cercanos.

¿Por qué no relajarse y recuperarse de la actividad física en el encantador balneario Karlova Studánka? O experimentar un tratamiento de hidroterapia en el balneario Priessnitz de Jeseník, que incluso cuenta con un balneoparque exterior concebido como un jardín acuático con baños de acupresión para pies, zonas de relax, etc.

Y, por supuesto, sumergirse en la piscina termal del balneario de Velké Losiny, que con sus 450 años de historia es el más antiguo de Moravia. Hospedarse en esta pintoresca localidad balnearia, rodeada de montañas, es la guinda en un viaje dedicado al esquí.

Montañas Jizerské hory

Paisajes ondulados, pistas de esquí de fondo a un paso de encantadores pueblos, fábricas de cristal y antiguas factorías de cerveza: todo esto es lo que ofrecen las Montañas Jizerské hory a los apasionados de los deportes blancos.

En conjunto, sus propuestas convencen a los admiradores de los paisajes invernales, ya que aquí encuentran más de 160 kilómetros de sendas de esquí de fondo en la llamada Jizerská magistrála.

Con ocho puntos de salida, es posible iniciar la travesía desde lugares cercanos a los principales hoteles y albergues. Para los viajeros más competitivos, incluso existe la posibilidad de medir fuerzas con otros esquiadores en la carrera de esquí de fondo ‘Los 50 kilómetros de Jizerská’.

Quienes busquen una dosis extra de emoción con el esquí alpino, descubrirán 12 pistas de distintos niveles (9 kilómetros) en la estación de Ještěd. También encontrarán un moderno parque de nieve, ideal para los amantes del snowboard que deseen poner a prueba sus habilidades con diversos obstáculos.

Este lugar es perfecto para un viaje en familia, ya que cuenta con una academia para aprender a esquiar y un parque infantil. Dominando este espacio esquiable, la torre de comunicaciones-hotel Ještěd no pasa desapercibida.

Esta maravilla arquitectónica, a sólo 3 kilómetros de Liberec, alberga un original hotel y un restaurante con vistas impresionantes. Dado que cuenta con un número limitado de habitaciones, se recomienda reservar con suficiente antelación.

Los planes fuera de pista aquí están marcados por la proximidad al Valle del Cristal y las decenas de pequeñas factorías donde elaboran cristal repartidas por el entorno.

Esta tradición artesanal milenaria ha sido reconocida recientemente como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Visitar la ciudad de Liberec, recorrer los pintorescos pueblecitos de la región, como Poniklá (donde es Navidad todo el año), observar a los artesanos del vidrio en talleres como los de Jiří Pačinek, Ajeto o Novosad a Syn, y degustar las contundentes sopas locales son suficiente incentivo para disfrutar de la temporada de esquí en el norte de Bohemia.

Y para descansar de tantas propuestas: un spa de cerveza o las relajantes terapias del centro Babylon de Liberec, que incluso cuenta con un parque acuático oriental.

Ya sea en las pistas de esquí o deleitándose con la amplia oferta de après-ski, la República Checa es un destino que también invita a disfrutar en los meses invernales.

Expreso. Redacción. J.R

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