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Pocos países tan espectaculares como España
EXPRESO - 01.10.2014
Ana Bustabad Alonso, periodista
Una acumula ya kilómetros como para escribir sin rubor que hay pocos países tan espectaculares como España. Y no me refiero ahora a sus paisajes, ni a su gastronomía, ni siquiera al ‘sol y playa’ que dio pistoletazo de salida al turismo patrio. No…
Quizá no sea la más indicada para decirlo. No hay en mi mochila destino que me haya dejado impasible, y es larga la lista de los lugares en los que he soñado con quedarme para siempre.
Pero una acumula ya kilómetros como para escribir sin rubor que hay pocos países tan espectaculares como España. Y no me refiero ahora a sus paisajes, ni a su gastronomía, ni siquiera al ‘sol y playa’ que dio pistoletazo de salida al turismo patrio. No.
Podría contarles a quienes no la conozcan que tenemos algunas playas entre las más bonitas del mundo. Incluir aquí imágenes del arenal rodeado de pinos de Morouzos, en Santa Marta de Ortigueira, en las Rías Altas gallegas; o de la inmensidad misteriosa y salvaje de Cofete, en la isla canaria de Fuerteventura.
Pedirles que callejeen al atardecer por la Carrera del Darro, frente a la Alhambra de Granada; que desciendan caminando desde la plaza de Cervantes a la del Obradoiro, para quedarse pasmados como millones de peregrinos ante la fachada barroca de la catedral compostelana.
O incluso hablarles del jamón ibérico de bellota; de los vinos de Ribera y Rioja; del mejor aceite de oliva que puedan probar en su vida; de las gambas de Huelva, de las rojas de Palamós, de los mariscos de Galicia; del lechazo castellano. Podría recordarles que esta es la patria de Ferran Adrià, de Martín Berasategui, de Juan Mari Arzak, de los hermanos Roca…
Sería fácil atraerlos enviando una postal desde los Lagos de Covadonga, la bahía de Palma, el Parador de Melilla, la Ribeira Sacra, la Selva de Irati; desde la plaza Mayor de Trujillo, el acueducto de Segovia, el castillo-faro de Castro Urdiales, la Casa Batlló o la mítica estación de Canfranc.
Todo eso lo vamos desgranando lo mejor que podemos en cada reportaje de Expreso, y lo cuenta como nadie el organismo oficial de Turismo de España, les aconsejo que sigan su cuenta de Twitter @spain si quieren alegrarse la vista y descubrir rincones impresionantes.
Pero lo que hoy quiero yo contarles es que hace unos meses crucé en coche esta Península Ibérica hasta un lugar que, para mi vergüenza, tuve que buscar en el mapa: la Sierra de las Nieves. Malagueña y sin embargo muy alejada turísticamente de la querida y famosa Costa del Sol.
Que allí, al borde de una carretera pequeña que une Coín con Ronda, encontré una venta, de esas que desde hace siglos ofrecen sombra fresca y buen yantar al viajero. Que durante tres días, cada mañana, acudí fiel con un libro de César Pérez Gellida bajo el brazo, a por su desayuno humilde pero sublime de pan con aceite y tomate. Una de las maravillas de Andalucía.
Quiero contarles que, sin mediar más palabras que dos charlas tranquilas, al segundo día el café con leche corrió por cuenta de la casa; y al tercero me volví con un cargamento regalado de tomates de la huerta, pimientos magníficos, y enamorada. Me hubiera traído también unos huevos de corral si Lorenzo no hubiese estado implacable aquella semana.
A los periodistas especializados en turismo nos suelen tratar especialmente bien allá donde vamos a trabajar. Pero les aseguro que Andrés Rueda, el dueño de la Venta Río Grande, en Guaro, ni conocía Expreso ni a mí de nada. Y les garantizo también que episodios similares me han sucedido en muchos lugares de España. Siempre, alejados de los circuitos turísticos habituales.
Así que, en definitiva, lo que quiero es pedirles que, más allá de las maravillas que nos sitúan en el pódium del turismo mundial, recorran esta patria como auténticos viajeros; que escudriñen el mapa para perderse sin rumbo por carreteras secundarias, que saboreen la vida más allá de los folletos, porque hay miles de españas que los van a conquistar.
Y, si no tienen tiempo o ganas de conocerlas todas, les pido al menos que anoten en su agenda la Sierra de las Nieves, vayan a desayunar algún día a la Venta Río Grande, y den un abrazo a Andrés de mi parte. Yo volveré en cuanto pueda, porque en España hay lugares tan sencillamente espectaculares que te enamoran en tres desayunos.
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