Aude: la cara oculta del Mediterráneo

EXPRESO - 13.07.2021

Las islas bañadas por el sol contrastan con las laderas desérticas que inundan los paisajes grandiosos y preservados del litoral mediterráneo del Aude, en Francia.

Uno de los destinos franceses más desconocidos que se ha mantenido alejado del turismo aún estando a dos horas de Barcelona y a cinco de Madrid, con conexión directa en tren de alta velocidad entre España y Francia. Una tierra de contrastes muy cerca de casa, donde uno se siente como si estuviera en el fin del mundo.

Y es que a la belleza contrastada de los paisajes de Aude se unen actividades tan originales como dormir en un barco histórico en el Canal de la Robine, despedir el día en un hotel-galería o en un albergue juvenil de moda. Descubre la cara oculta del Mediterráneo con estas cinco propuestas.

 1. El Parque Natural Regional de la Narbonnaise o el Mediterráneo desconocido

Los balnearios y las zonas naturales se suceden a lo largo de un magnífico cordón de 50 km de playa fina que recorre los bellos y pintorescos pueblos costeros del Aude: Saint-Pierre-la-Mer, Narbonne-Plage, Port-la-Nouvelle, Gruissan, Leucate y La Palme.

Aquí, espacios naturales, viñedos y pequeñas localidades del Languedoc respiran entre el mar y la tierra en un compendio de atmósferas únicas, salvajes y familiares; en las que el Mediterráneo despliega todos sus encantos más allá de la costa, como el Parque Natural Regional de la Narbonnaise en el Mediterráneo.

Este Parque es uno de los últimos grandes parajes naturales preservados a orillas del Mediterráneo. Sus 200 km de senderos distribuidos en 30 bucles y 2 caminos de gran senderismo, resultan excepcionales tanto por su amplitud como por su biodiversidad. Su extenso complejo lagunero constituye un macizo montañoso marítimo que abarca el Aude y el norte de los Pirineos Orientales, y que alberga una flora y una fauna de excepción.

No en vano es el destino ideal para avistar aves, recorrer espacios y senderos naturales, paisajes de viñedos, descubrir pueblos y territorios de vida con múltiples facetas.

2. Las salinas de Gruissan, el site único en Europa

En el corazón del Parque Natural Regional de la Narbonnaise, la cultura de la sal se mantiene arraigada desde la antigüedad en un entorno bello, perfectamente preservado.

Con una panorámica de 360 grados dominada por una paleta de azules, blancos y rosas, avistamos las marismas saladas de la isla de Saint-Martin; la ciudad de Gruissan con su conocida torre de Barbarroja, que desafía los siglos y domina el pueblo; el estanque de Ayrolle; y, el macizo de la Clape, donde disfrutar de una romántica puesta de sol.

Aquí, el cultivo de sal se alterna con la ostricultura, dos actividades que alimentan tanto el gusto como la vista. Por lo que al gusto se refiere, en el borde del estanque hay mesas abiertas para probar ostras u otros mariscos recién sacados del agua, todo ello acompañado de vino local. Y, para la vista, las visitas guiadas por las asombrosas salinas a lo largo de 4 km que se pueden realizar de marzo a noviembre.

3. Pescar y bucear en las aguas cristalinas de Leucate

Con ocho playas y 18 kilómetros de arena fina, Leucate -en el corazón de los Corbières marítimos- es la puerta de entrada al Parque Natural Regional de la Narbonnaise.

Es el paraíso donde relajarse, pasear por la playa de Les Coussoules (integrada en la red Natura 2000), las orillas del estanque de Salses-Leucate o visitar la Casa del Estanque, en el centro ostrícola, un espacio de sensibilización dedicado al patrimonio natural del estanque de Salses-Leucate.

 También es el lugar para practicar la pesca, el buceo o los deportes de deslizamiento. No en vano, este pueblo típico, con su colorida plaza animada y barrio naturista, cuenta con el puerto deportivo, Port-Leucate, uno los mayores puertos deportivos de Europa del Mediterráneo.

Los acantilados del cabo Leucate son el espacio natural perfecto donde avistar langostas, pulpos, peces escorpión, espirógrafos o cangrejos.

Otra opción es subir al barco de Erwan para realizar una excursión por el Parque Marino del Golfo de León y descubrir el oficio de pescador. Una salida que sensibiliza sobre la aplicación de técnicas de pesca sostenible en el majestuoso marco del acantilado de Leucate.

4. Sigean en kayak, islas salvajes y aves migratorias

A 22 km al sur de Narbonne está Sigean, otra parada imprescindible en Aude. El pueblo de Sigean, un patrimonio natural excepcional y el lugar donde descubrir las Corbières marítimas y las lagunas a través de las numerosas rutas de senderismo que atraviesan el entorno natural. Sin embargo, si hay algo que no debes perderte es ‘el fin del mundo’ en kayak.

Port-Mahon, en el corazón de la laguna, es un pequeño y tranquilo puerto con sus pontones de madera, rodeado de caseríos de pescadores, antiguas salinas, viñedos, estanques e islas salvajes, donde empieza nuestra aventura en kayak. 

El entorno perfecto para descubrir la biodiversidad de las lagunas y avistar las numerosas aves migratorias que anidan en estas zonas protegidas, flamencos rosas, peces y medusas. Antes de regresar a la base náutica, puedes atracar en la isla de l'Aute, para un interludio cargado de historia en una tierra salvaje.

5. El Canal de la Robine, la columna del Mediterráneo a bordo de un yate histórico

Una de las experiencias más interesantes es la de pasar una noche a bordo de Le Nubian, un yate que forma parte de la lista de Barcos Históricos Nacionales del Reino Unido. Atracado en el puerto de Narbona, a bordo del Nubio puedes explorar el Canal de la Robine, un antiguo paso del río Aude declarado patrimonio mundial de la humanidad en 1996 y la columna vertebral del Mediterráneo.

Le Nubian forma parte de esta auténtica exposición al aire libre de los barcos más hermosos del mundo. Ha sido completamente restaurado en 2020 y combina lujo y autenticidad.

Cuenta con dos habitaciones, baño y cocina. Desayunar en una de las dos cubiertas es una de las experiencias más increíbles.

Expreso. Redacción. J.R

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