La experiencia del turismo en haciendas de Brasil

EXPRESO - 13.11.2014

La emigración del campo a la ciudad se inició en Brasil en los años 70, acentuándose en la década siguiente hasta provocar una profunda brecha entre el mundo rural y el urbano

Brasil_hotel_HaciendaLa emigración del campo a la ciudad se inició en Brasil en los años 70, acentuándose en la década siguiente hasta provocar una profunda brecha entre el mundo rural y el urbano. Hoy en día, es frecuente que muchos turistas de las ciudades emprendan el camino inverso para huir de la urbe en busca de ambientes más tranquilos. 

Este redescubrimiento del rural tiene una relevancia especial en el turismo en ‘hoteles hacienda’ brasileños, comúnmente asociados a los conceptos de turismo sostenible y ecoturismo.
Para ponernos en situación, el turismo sostenible se refiere a aquel que pretende minimizar el impacto medioambiental al tiempo que proporciona beneficios para la economía local en la que se integre.
Por su parte, el ecoturismo es considerado como una parte del turismo sostenible, que se da en áreas naturales y que promueve el respeto y la convivencia por los valores medioambientales y culturales, dentro del marco de valores del Acuerdo de Mohonk, EE.UU, firmado por la OMTurismo en 2000, unos ideales que sitúan a los hoteles hacienda como estandartes de la experiencia en el campo brasileño, a la vez que ofrecen al visitante la posibilidad de obtener una perspectiva inexplorada del país, o por lo menos salir de la ruta turística habitual sin alejarse en exceso de la civilización.
De hecho, algunos de los destinos más destacados de esta clase de turismo se encuentran en estados tan conocidos como Río de Janeiro, São Paulo o Minas Gerais. 
En este tipo de enclaves, la interactuación con la naturaleza y la gastronomía son elementos claves a la hora de clasificar la calidad de los hospedajes.
Por ejemplo, los hoteles hacienda con dos estrellas están obligados a servir pensión completa de comidas, y en caso de contar con tres deben ofertar también servicio de bar. 
A partir de cuatro estrellas, es obligado incluir facilidades como televisión y nevera en las habitaciones o conexión wifi en las zonas comunes. Los exteriores deben estar equipados con piscina, rutas para practicar senderismo o puestos de observación de aves. Por último, la quinta estrella se otorgaría en función de la calidad del restaurante. 
Esta clase de hospedajes en haciendas están preparados para la práctica de actividades deportivas como rutas a caballo o ciclismo, así como para otras estrechamente relacionadas con la naturaleza, como la recogida de los cultivos agrícolas o el trabajo de ganadería.
Toda una experiencia que permite al visitante la plena integración con el entorno, a la vez que le permite disfrutar de la relajación más campestre. 
Monte Verde, el paraíso de Minas Gerais 
Uno de los lugares más emblemáticos del turismo en ‘hoteles hacienda’ es este pueblo enmarcado en la Serra da Mantiqueira, capaz de agradar a niños, jóvenes y adultos en busca de naturaleza virgen y turismo sosegado. Considerado también como uno de los mejores destinos para la práctica de deportes extremos, es paraíso ecológico con aire con más del 90% de pureza.
Situado a más de 1.500 metros de altitud, en el extremo sur de Minas Gerais, Monte Verde se caracteriza por su arquitectura alpina (herencia de los inmigrantes europeos), así como por la variedad de su oferta turística, que abarca – además de ‘hoteles hacienda’ – desde acogedoras posadas hasta hoteles y balnearios de lujo. 
Atibaia, el refugio de São Paulo 
Atibaia, a tan sólo 67 km de São Paulo, es otro de los iconos del turismo rural en Brasil. Aquí, el turista puede integrarse plenamente en el entorno rural, al tener a su disposición granjas donde trabajar con productos orgánicos, o antiguas fincas donde realizar paseos a caballo.
El itinerario de visita es extenso y cubre los lugares más inesperados, como las destilerías de cachaza artesanal o  las plantaciones de flores.
Petrópolis, la antigua capital 
Situada a 67 km hacia el interior del estado de Río de Janeiro, la villa de Petrópolis fue fundada por el emperador Don Pedro II en 1843, en las tierras agrícolas del Córrego Seco.
Fue capital federal entre 1894 y 1903, y además se convirtió en la residencia de verano de varios presidentes, lo que sin duda influyó en el estilo señorial de su arquitectura.
Durante años acogió a artistas, intelectuales y celebridades, convirtiéndose en uno de los destinos de referencia del turismo rural en el país. Una de las rutas obligadas es la que lleva al Parque Nacional de la Sierra de los Órganos, considerado el mayor atractivo natural de la región.
Expreso. Redacción. A.R

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