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La Catedral de sal de Zipaquirá, en Colombia
EXPRESO - 02.01.2013
Primero fue la luz del día, después la oscuridad
Primero fue la luz del día, después la oscuridad. Poco a poco una luz fosforescente multicolor se abre paso e ilumina las paredes de la Mina de Sal de Zipaquirá, una monumental pieza arquitectónica labrada por manos mineras y convertida en un templo de belleza.
Antes de entrar, lo primero que se ve es la plazoleta de banderas donde se encuentra la escultura de la Virgen de Guasá, que significa sal y agua, santa patrona de los mineros quien tiene a sus pies un minero.
En la Plaza Ceremonial también están la Cruz Cardinal, el monumento minero, el campanario y las fuentes de agua.
La iluminación de la mina deslumbra a los turistas. Esta portentosa mina de sal se encuentra en el municipio de Zipaquirá, departamento de Cundinamarca, a tan sólo 48 kilómetros de Bogotá. Está incrustada en el Cerro del Zipa (jefe máximo indígena), a 2.652 m.s.n.m y tiene una temperatura promedio de 14ºC.
Primera maravilla colombiana
Este atractivo subterráneo ha recibido más de 13 millones de visitantes tanto de todo el mundo. Mensualmente asisten a él más de 10.000 turistas extranjeros y unos 40.000 colombianos.
Su estructura, mezcla de una precisa ingeniería e historia se declaró la Primera Maravilla de Colombia el 4 de febrero de 2007.
Cruz del nártex de la Mina de Sal
En 1995 se inauguró la nueva sede de la Mina de Sal, dada la inestabilidad de la primera mina. Esta nueva edificación está a 180 metros bajo tierra. Para construirla se extrajeron 250 mil toneladas de roca sal. Esta mina es la mayor reserva de roca sal en el mundo.
Al acceder a la mina se siente el olor mineral y la oscuridad toma posesión de todo. Después, un juego de luces descubre la roca tallada y los túneles que albergan estaciones del viacrucis. Al final hay acceso a tres naves: la del nacimiento y bautismo, la de la vida y la muerte y la de la resurrección, cada una con un altar.
Cada una de las naves tiene esculturas hermosamente talladas por mineros y escultores entre las cuales se destaca La Piedad, cuyo rostro tiene fuertes rasgos indígenas, en honor a los Muiscas que primero aprovecharon el fruto de la sal. También están el Ángel Guardian tallado en 1950 por el escultor italiano Ludovico Consorte y la enorme cruz del Nártex.
Otra de las grandes atracciones es el espejo de agua, anteriormente una salmuera (lugar para la saturación de la sal), cuyos alrededores están iluminados para reflejarse en el agua estática y dar un efecto óptico fascinante que da la impresión de estar nadando en un vacío subterráneo.
Por último, destacar que la mina cuenta con guías bilingües y políglotas, para los turistas extranjeros.
Expreso. Redacción. A.R
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