La ruta de Desafío Cantabria, del mar a la montaña

EXPRESO - 29.09.2012

El recorrido diseñado por la organización de Desafío Cantabria discurre por entornos marinos, cuencas fluviales, valles, media montaña y alta montaña

Cantabria_desafioEl recorrido diseñado por la organización de Desafío Cantabria discurre por entornos marinos, cuencas fluviales, valles, media montaña y alta montaña. Realizar este recorrido es conocer algunos de los principales hábitats de la región. De San Vicente de la Barquera a Espinama, siguiendo la ruta del Desafío Cantabria.

El recorrido parte de San Vicente de la Barquera, esta villa está ubicada en el área de influencia del Parque Natural de Oyambre y es una localidad eminentemente marinera y pescadora. Cuenta con magníficas playas de distinta personalidad, desde El Merón, un largo y extenso arenal y desde donde parte el recorrido de ‘Desafío Cantabria’, a playas, como Gerra o Santillán, que se abren bajo abruptos acantilados o El Sable, una pequeña playa bañada por las calmas aguas de la ría de San Vicente. Pero todas ellas tienen como denominador común sus transparentes aguas y el mantenerse casi vírgenes y rodeadas de praderías, alguna granja, montes…
Su puerto fue y sigue siendo el centro de la actividad de los habitantes de la villa. Además, este enclave fue etapa fundamental del Camino a Santiago por el norte, y desde ella éste se bifurcaba en la ruta de peregrinación que conducía a Santo Toribio de Liébana, siguiendo el curso del Nansa.
En el  patrimonio arquitectónico de San Vicente de la Barquera destaca su Puebla Alta, declarada Conjunto Histórico Artístico, y entre cuyos edificios más significativos se encuentra el castillo del s XIV, uno de los pocos que se conservan en la cornisa cantábrica. La iglesia de Santa María de los Ángeles, de estilo gótico cuya construcción se inició a finales del s. XIII, el hospital de la Concepción o la casa del inquisidor corro-actual ayuntamiento- son, entre otros, parte de su patrimonio arquitectónico. Muchos de los edificios antiguos de San Vicente de la Barquera fueron construidos para acoger a los peregrinos que hacían el denominado Camino de Santiago por la costa.
Salimos de San Vicente para encaminarnos a Gandarilla, un pequeño pueblo del municipio, en el que se conserva la tradición ganadera de esta zona, con pequeñas ganaderías familiares y grandes pastos.
Desde aquí cruzamos hasta el vecino municipio de Herrerías, a los pueblos de  Bielba, ubicado en una suave colina con unas vistas magníficas de la linea costera de San Vicente y donde hay que ver su iglesia gótica y su conjunto de casas escudadas, y Cades, una pequeña aldea donde se puede visitar su antigua ferrería que data del siglo XVIII y que, tras su reconstrucción, muestra a los visitantes cómo eran las antiguas ferrerías. Hoy en día la ferrería se ha convertido en un museo que se puede visitar para recordar el oficio de ferrero, que en su día tuvo tanta importancia en la comarca de Saja-Nansa.
Cades está muy cerca de El Soplao, una cueva que es conocida desde finales del siglo XIX debido a la explotación de las minas de La Florida, pero en su interior guarda también un auténtico ‘paraíso’ natural conformado por impresionantes formaciones. El Soplao constituye una maravilla espeleológica a nivel internacional, con grandes superficies tapizadas de aragonitos, helictitas, pisolitas gours, estalactitas, estalagmitas y excéntricas, que provocan todo un juego de luces y sombras, sensaciones y olores.
Tras recorrer senderos de Herrerías, el siguiente hito es el Collado de Hoz, en el municipio de Peñarrubia, a mitad de camino entre la cuenca del Nansa y la del Deva e integrado en la Comarca de Saja-Nansa. El término de este municipio, en el que se integran los pequeños pueblos de Caldas, Cicera, La Hermida, Linares, Navedo, Piñeres y Roza, aparece documentado desde el siglo XII. Por su ubicación y orografía fue un lugar de paso sobre el que se asientan restos de población muy antiguos situados estratégicamente.
La mayor parte de los vecinos de estos pueblos siguen teniendo como actividad principal la ganadería, aunque cada vez tiene mayor relevancia el turismo rural. Su paisaje es el propio de los terrenos de transición entre los dominios de alta montaña y los relieves más suaves, y encierra uno de los valores naturales más sobresalientes del norte peninsular: el Desfiladero de la Hermida, la vía natural de acceso a Liébana. Para llegar a él se transita por el Collado la Hoz, donde recientemente el ganador de la Vuelta Ciclista a España, Alberto Contador, inició su escapada hacia Fuente Dé.
Una vez en La Hermida, hay que llegar a la aldea de Lebeña, situada a orillas del río Deva, acoge una de las joyas arquitectónicas de la región, la iglesia mozárabe de Santa María, del Siglo X.
Ya estamos en el municipio de Cillorigo de Liébana, en Liébana y en las estribaciones de los Picos de Europa, y junto al cauce del río Deva a unos 300 metros sobre el nivel del mar. Aquí comienza la subida más dura, hasta llegar a Allende, Cabañes y Colio, todos ellos de media montaña. Dejamos atrás Colio para entrar en el Macizo Central de los Picos de Europa por los puertos de Áliva, un camino con perfil estremecedor de las peñas calizas de los Picos que se funde con suaves colinas y brañas de estos pastos habituales del ganado de Liébana.
Desde esta zona se asciende hacia Peña Vieja, con 2.619 metros, que es una de las ascensiones más clásicas del Macizo Central de los Picos de Europa, ya que se puede hacer desde la estación superior del teleférico de Fuente Dé.
El descenso desde Peña Vieja pasa muy cerca del llamado “Chalet del Rey” construido por una compañía minera para alojar al Rey Alfonso XIII; la ermita de la virgen de la Salud, patrona del valle de Camaleño y junto al Refugio de Áliva, establecimiento hotelero gestionado por Cantur. Una vez sobrepasa las llamadas “portillas”, el camino serpea entre pastos y praderías, hasta llegar a los invernales de Igüedri, construcciones a medio camino entre cabañas de pastores y establos. El final de la excursión es el pueblo de Espinama.
Expreso. Redacción. A.R

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