El MICE, a Ourense en AVE

Estar a dos horas y cuarto de Madrid parecía un sueño, pero un día, al despertar, Orense pudo constatar que ese tren era real. La alternativa a los pesados desplazamientos por el tobogán de las portillas y a los tedios aeroportuarios ya estaba aquí. Los 'provincianos' que habitan este sureste de Galicia, ávidos de gran ciudad y de Mediterráneo, tomaron las taquillas de Renfe, que pronto se pusieron a echar humo, real y virtual. Ahora, pocos meses después, el interés se centra en la previsible llegada de más operadores ferroviarios, que amplíen la frecuencia y rebajen ese estrés de tener que comprar los billetes con dos meses de antelación. Necesariamente, esa vía de ida y vuelta, muy pronto empezó a traer también forasteros, salpicando de grupos con guía las Burgas, el camino de las termas y los puentes sobre el Miño. Hace mucho tiempo que los madrileños habían descubierto Galicia, pero nunca había sido tan accesible.

Este revulsivo del transporte interno, sumado a la recuperación pospandémica, augura una buena etapa viajera, en la cual tiene importancia especial el turismo MICE por su particular crecimiento en los últimos años. Y, si bien es verdad que los destinos punteros, Madrid, Barcelona, Costa del Sol, Mallorca..., se llevan la mayor tajada, también es una realidad que ese turismo de Reuniones, Incentivos, Convenciones y Exhibiciones/Eventos busca constantemente nuevos atractivos. Es en este punto donde llega el flechazo entre el 'foro MICE' y Ourense, confirmado esta misma semana en el Pazo de Toubes, en el corazón del Ribeiro, durante una densa jornada de trabajo. Las cuestiones planteadas en las mesas redondas, centradas en principio en temas técnicos, pusieron de relieve las preocupaciones, desequilibrios y mitos del sector en Galicia, algunos, aplicables al turismo en general.

Como principal desacierto, enfatizado por el presidente del Clúster de Turismo de Galicia, se citó la escasa o nula implicación de las administraciones en el sector MICE, sobre todo en el eje Coruña-Santiago-Vigo, donde la iniciativa privada se siente poco apoyada por los ayuntamientos y diputaciones. Como contraposición se destacó el fuerte compromiso de la Diputación de Ourense a través del INORDE, propiciador precisamente de este encuentro como punto de partida de una serie de actuaciones para la captación de ese turismo. Al respecto, se expresó la vocación orensana de ofertar el termalismo y el enoturismo como elementos diferenciadores con los destinos de las otras urbes gallegas, con las que por otra parte no podría competir en capacidad hotelera ni con las potentes empresas del sector privado.

Además de hablar de aciertos y errores, se habló de cátering y aprovechamiento de alimentos, de la sostenibilidad en referencia al montaje de instalaciones efímeras, de tecnologías digitales... Temas interesantes, abordados con la premura determinada por los horarios de Renfe, que dejaron a algunos asistentes con las ganas de participar en los deseables coloquios al final de cada mesa redonda. Quizás el objetivo principal haya sido la comprobación (demostración) de que en menos de doce horas, partiendo de Madrid, se puede llevar a cabo una completa jornada de trabajo en un encantador pazo gallego, a 500 kilómetros, con degustación de productos de la tierra, incluso con la demora ocasionada por un accidente en la autopista. Ese propósito se cumplió a la perfección. También resultó acertada la presentación, por parte de la gerente del INORDE, de los atractivos provinciales, incidiendo sobre todo en los sectores termal y de enoturismo.

Quizá por aquella falta de tiempo, y como suele suceder, también en ‘los pasillos’ se abordaron temas interesantes. En este caso, problemáticas que preocupan a los encargados de la logística, como el insuficiente número de taxis, puntualmente, en los aeropuertos. Un contratiempo de difícil solución en algunos casos: En el aeropuerto de Coruña, Alvedro, porque los taxistas de la ciudad no pueden acceder a la terminal por estar ubicada en otro municipio; o en el de Santiago, Labacolla, donde los taxistas locales se oponen a la colaboración con los de los municipios limítrofes. En realidad se trata de ‘efectos secundarios’ del verdadero problema sin resolver: el urbanístico de muchas ciudades cuyo crecimiento ha rebasado los límites municipales o, dicho de otra forma, municipios aledaños a las capitales que han experimentado un crecimiento desmesurado, tanto en polígonos de viviendas como industriales, a expensas de las necesidades de aquellas.

Lo que no se tocó en ningún momento (para reivindicar soluciones) fue el tema de los tres aeropuertos gallegos, cuya rivalidad endémica sigue siendo el obstáculo para que Galicia cuente con un aeropuerto internacional. Cuando en esta comundad se habla de conexiones aéreas la primera mención es para el Sá Carneiro, en Oporto, donde verdaderamente encontramos oferta para vuelos internacionales. Los otros, Alvedro, Labacolla y Peinador, seguirán agonizando mientras los políticos sean incapaces de ver la solución, que no implica la desaparición de ninguno de ellos, sino su transformación en terminales 1, 2 y 3, intercomunicadas eficazmente, de un único aeropuerto. Esto sigue siendo tabú.

Quizás donde menos preocupe sea en Orense, a dos horas del Sá Carneiro y a menos de tres de la T4 de Barajas, porque, ahora que se ha roto el hielo con esta visita de los pesos pesados del MICE al corazón del Ribeiro, esta provincia, segunda de Europa en número de afloramientos termales; segunda de España en número de comarcas vitivinícolas con D.O.; primera en pan y pulpo y repleta de granito en forma de monasterios,  debe aspirar legítimamente a posicionarse como destino MICE nacional e internacional.

                                                                                   Texto y foto: Manolo Bustabad Rapa