Experiencias emocionales, una tendencia al alza

EXPRESO - 25.02.2021

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Pilar Ortega, directora de la revista digital "Viajes y nombres"

Las experiencias de un destino se tiñen de emociones

Pilar Ortega

Gastronomía, hoteles, patrimonio, arte, deportes, entornos naturales, experiencias exóticas, lugares secretos… ¿Qué quieres hacer cuando llegas a un destino y deseas empaparte de la esencia del lugar? ¿Quieres ser protagonista de lo que ahora se llama turismo experiencial? Para responder a estas preguntas habría que saber antes algunas variables, como si el viaje es de vacaciones, de trabajo, familiar, con amigos o en solitario. Porque cada una de estas posibilidades tendría una respuesta diferente, pues no es lo mismo tomar una decisión sin consultar a nadie que poner de acuerdo a cinco (o más) personas cuando llega el momento del “¿y ahora dónde vamos?”.

Es cierto que una gran parte de la población busca experiencias singulares y únicas para que el destino deje una marca inolvidable en su biografía. No se nos va a olvidar nunca aquella vez que subimos en avioneta y sobrevolamos un inabarcable parque natural en Kenia donde los leones campaban a sus anchas. Ni tampoco cuando entramos en unos baños romanos en Estambul y recibimos un masaje relajante sobre unas piedras milenarias que mucho antes pisaron los grandes emperadores. O transitar, desde La Paz a los Yungas, por la carretera más peligrosa de la tierra. Incluso, contemplar cómo desovan las tortugas en cualquier playa de Costa Rica. Esto es así, hay que sentirse especial, pero también hay que atender a quienes se conforman con ver los tres espacios “top” del lugar y tomarse el destino con calma y filosofía, paseando y tomando el pulso al destino sin prisas.

Sugerencias comunes y exóticas

Por eso, las guías turísticas dan una de cal y otra de arena para que el lector pueda elegir tanto las experiencias más comunes como las más exóticas. Y ahí tenemos, como ejemplo, una iniciativa privada que puede servirnos como parámetro, la guía de turismo Barceló Experiences, donde conviven todo tipo de sugerencias y actividades, muchas de ellas inéditas y singulares, junto a los “hits” indispensables que hay que conocer, sí o sí, para confirmar que has estado allí.

Para ilustrar esta afirmación, podríamos elegir cualquier ciudad del mundo, pero vamos a quedarnos cerca, en la capital de España. Hay que visitar sin ninguna duda el Museo del Prado, la Puerta del Sol, el Parque del Retiro y la Gran Vía si queremos decir a los nuestros que estuvimos en Madrid. Y si puede ser, con testimonio gráfico. Pero, ¿quién nos puede ayudar a hacer una ruta por las estatuas emblemáticas de Madrid? ¿Y por los espacios del arte de vanguardia? ¿Y por los restaurantes con estrella Michelin? ¿Y por los rincones secretos de Madrid? ¿Y por los reductos de tranquilidad de la ciudad? ¿Y por qué no por sus fuentes?

Guías turísticas de confianza

Es importante, por tanto, tener unas guías de confianza como referencia y saber que en ellas vamos a encontrar todo lo que buscamos y mucho más. Porque el turismo debe de reinar para todos, sin excepción, y el sector tiene que atenderlos, no importa de dónde vengan ni a dónde vayan, ni la fecha que esté impresa en su pasaporte, ni siquiera su estado civil. Todos tenemos derecho a disfrutar del viaje, del destino, y si puede ser, con experiencias novedosas y atractivas que sean capaces de hacer de nuestra vivencia algo único.

El turismo de experiencias, está claro, es una de las grandes tendencias del sector. Junto a nuestras maletas, queremos volver con recuerdos, emociones y vivencias que serán las que van a añadir valor a nuestro destino. Es un concepto ya no tan nuevo que agrupa a esos viajeros que desean materializar sus expectativas y que quieren dejar de ser espectadores para convertirse en protagonistas de un deseo.

Viajes de espiritualidad

Viajar nos ayuda a sentirnos vivos, ya que ponemos todos nuestros sentidos a trabajar y porque es más fácil que nos ocurran hechos curiosos en tierra extraña. Por ejemplo, dicen que el Camino de Santiago es el paradigma del viaje experiencial, porque cada peregrino vive un viaje distinto. Además, se trata de la ruta más antigua y concurrida de Europa. Este gran destino de peregrinación, junto a Roma y Jerusalén, atrae cada año a más de 200.000 peregrinos y forma parte ya del legado cultural de la Humanidad. No en vano la Unesco lo declaró en 1993 Patrimonio Mundial.

En este caso, el sentido del viaje es la espiritualidad y la trascendencia. Y si no, preguntemos a cualquiera que haya realizado “el camino”. Nos hablarán de que el viaje produce cambios personales, de que es una forma de encontrarse con uno mismo y con su idea de Dios y que después de este viaje interior el peregrino ya no es el mismo que se puso en el punto de partida.

Viajes para recuperar la calma

Hay otros viajes que reciben la denominación “de huida” o “de alejamiento”. Si prescindimos de momentos de crisis y pandemias, habitualmente vivimos en un mundo necesitado de libertad, descanso, placer y coherencia. Y por eso son muchos los viajeros que buscan refugios donde impere la soledad, el azar y el misterio, por muy básicos que éstos sean. Y todo con el fin de experimentar unas vivencias acordes con sus intereses y no aceleradas por la prisa, las redes sociales y las ciudades que nos roban, con todas sus hipotecas, nuestro tiempo personal.

Los viajes son ventanas al mundo exterior y una forma de conocimiento que nos permite conectarnos con la realidad y huir del exceso de ruido. ¿Qué sentido tienen nuestros viajes? ¿Qué experiencias buscamos como viajeros? Responder a estas cuestiones es el trabajo previo que tenemos que hacer antes de ponernos a andar. Cada persona es un mundo, sus vínculos emocionales son diferentes y busca experiencias memorables en sus destinos, por muy sencillas o estrambóticas que éstas sean.

Emociones, un valor al alza

Por eso, las empresas del sector se han puesto a trabajar para que el turismo experiencial esté al alcance de todos. Los expertos hacen rankings y señalan algunas de las experiencias más buscadas: festivales de globos aerostáticos, dormir en un árbol, pasar un fin de semana en un faro, visitar islas deshabitadas, hacer rutas de misterio, viajes de ecoturismo en soledad o desconectar en medio del Himalaya. Porque las experiencias emocionales se han puesto de moda y han entrado a saco en el mercado del turismo para guiar al viajero. Y, cómo no, estos “emodestinations” tienen sus propios “emoticonos”. Para que todo sea más fácil.

 

Pilar Ortega

Directora de la revista digital "Viajes y nombres"

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