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El buen tiempo sí que es un lujo
EXPRESO - 26.03.2012
Quique Ruiz de Andrés, periodista
No soy el único que piensa que los meteorólogos son un poco aguafiestas. Ya no sé cuántas veces hemos estado en España en alerta -roja, naranja, amarilla- en los últimos meses. Por nieve, por lluvia, por viento, por sol… El caso es alertar al personal.
Cuanto más lujoso es un hotel, más espacio -dicen que el espacio es el auténtico lujo- y más cuidados los detalles.
De entre todos, me encanta ese acto completamente lujoso -por superfluo- de la ‘apertura de cama’ que realizan las camareras de habitaciones al caer la tarde.
Suele incluir más o menos detalles en relación directa a la calidad del hotel. Bombones en la mesilla de noche, cubrealfombrilla, carta de desayunos, servicio nocturno de limpieza de zapatos…
Con un poco de suerte, además, la previsión del tiempo para el día siguiente.
Una previsión que suele ser optimista. Al fin y al cabo, la actitud es una parte importante del disfrute, deben pensar. Al contrario que los espacios de televisión dedicados al tiempo, los más vistos de la parrilla informativa y, por regla general, profundamente pesimistas.
Las cadenas aprovechan el tirón de audiencia para extender el tema meteorológico al resto del informativo. Así que, entre los veinte minutos de corresponsales en la nieve -o en la playa, dependiendo de la altura del año- y los dedicados a la actualidad deportiva, poco queda para las tres noticias de rigor que simulan mantenernos informados.
Y sí, los espacios del tiempo son descaradamente pesimistas. Siempre. Ya no sé cuántas veces hemos estado en España en alerta -roja, naranja, amarilla- en los últimos meses. Por nieve, por lluvia, por viento, por sol… El caso es alertar al personal.
Más si cabe ahora, con el famoso ‘cambio climático’ y el no menos manido ‘calentamiento global’. El maestro Molinero, un doctor en Geografía que conocí desde niño en los libros de texto y más tarde tuve la suerte de sufrir en persona en la facultad, se mostraba mucho más prudente. ‘No se puede ser alarmista con datos de los últimos diez años, porque la climatología se estudia en periodos de 30 años’, explica siempre.
¿Calentamiento global? Recuerdo tener que llevarme al dormitorio una taza con cubitos de hielo para poder resistir aquellos veranos tórridos de la infancia. Y, por otra parte, nunca hemos tenido veranos más cortos ni inviernos más largos. Además, como diría mi amigo Luis Domingo Martínez, leonés de pro: ‘Si la temperatura global aumenta cinco grados y las aguas avanzan unos kilómetros, mejor; ya era hora de que en León tuviésemos buen tiempo y playa’.
No soy el único que piensa que los meteorólogos son un poco aguafiestas. Ya lo decía Miguel Ángel Revilla, ex presidente de Cantabria, que se quejaba a menudo en los medios de que las previsiones del tiempo fueran tan pesimistas, lo que provocaba cancelaciones de última hora en los hoteles de Santander.
Visto que la tendencia negativa parece imparable, está visto que a los destinos -especialmente a los del Norte- solo les quedan dos opciones: invitar a los corresponsales de las televisiones más importantes a visitarlos para que cuenten en directo lo bueno que hace o promover que los establecimientos suscriban a sus clientes un ‘seguro de sol’.
En algunos hoteles españoles de Asturias, Canarias, o en el mismo Caribe, ya lo hacen desde unos años atrás. Devuelven a los viajeros una cantidad de lo que han pagado que aumenta en función de las horas o los días de lluvia, con lo que la estancia puede llegar a salirles gratis. Por lo visto, funciona la mar de bien. Al fin y al cabo, el buen tiempo sí que es un lujo.
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Nuestros mejores deseos, Xosé Manuel
manolo bustabad (no verificado)
26.03.2012 - 16:52
Cuánta razón te asiste, amigo, en que los verdaderos lujos son el tiempo y el espacio. Claro que en escalas distantes: "nuestro" lujo (y nuestro enemigo) es el tiempo, tan escaso (por eso mismo)...
En cuanto al espacio, es cosa de encontrar (buscar) el lugar: no tiene el mismo valor en México, por ejemplo, que en Santa Marta de Ortigueira...
Y, desde luego, (comprendo tu elogio a los hoteles de lujo) es impagable un espacioso establecimiento, en el que (además de limpiarte los zapatos) te hacen un buen pronóstico del tiempo.
Que sería de mí sin este 'espacio', sin este 'tiempo' y sin paréntesis...