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Las Islas de Tahiti, un santuario para las ballenas
EXPRESO - 01.09.2024
Cada año, entre julio y noviembre, las Islas de Tahiti acogen a cientos de ballenas que migran, desde el Antártico hacia las cálidas aguas de las regiones tropicales, para aparearse y dar a luz a sus crías.
Las ballenas tienen una conexión especial con el destino, de hecho, en la cultura polinesia son consideradas como los guardianes del océano. En Las Islas de Tahiti, las ballenas pueden contemplarse desde la playa, pero, sin duda, la mejor forma de verlas es realizar una excursión de avistamiento en barco y, para los más atrevidos, nadar junto a ellas.
Otra opción para admirar el comportamiento de estos imponentes animales es acudir a los miradores naturales, uno de los secretos mejor guardados por los tahitianos.
Moorea, Tahiti y Bora Borason lugares excepcionales para el avistamiento de estas criaturas, pero, el mejor lugar para admirarlos es Rurutu, conocida como ‘la isla de las ballenas’, ubicada en las Islas Australes, a casi 600 kilómetros de Tahiti.
Allí, estos enormes mamíferos se sienten seguros para criar a sus ballenatos recién nacidos, debido a que la temperatura de sus aguas, que oscila entre los 21 ºC y 27 ºC, es la ideal para los primeros meses de vida de sus crías.
Además, la isla de Rurutualberga el mayor santuario marino del mundo: Rahui Nui, un refugio que acoge a diferentes especies de mamíferos marinos protegidos, corales y algas.
Existen diferentes opciones para el avistamiento de ballenas, desde excursiones que duran media o una jornada completa, hasta cruceros específicos que desarrollan un recorrido de varios días por distintas islas.
Los barcos están específicamente diseñados para este tipo de actividades, y los pasajeros son acompañados por guías que ilustran al pasaje sobre la fauna marina, ya que también pueden avistarse otras especies, como, por ejemplo, delfines.
Bucear junto a las ballenas es una vivencia excepcional, altamente recomendable para los más intrépidos. Aquellos que han tenido el privilegio de bucear y nadar cerca de estas majestuosas criaturas lo describen como una aventura mágica, asombrosa e inigualable.
Permite admirar su grandioso tamaño, incluso las crías recién nacidas tienen una envergadura imponente, pero, lo más deslumbrante es verlas nadar junto a la hembra adulta, que pesa cuarenta veces más que ellas y puede superar los 15 metros de largo. Sorprende ver la ligereza y solemnidad con la que se mueven dentro del agua.
No obstante, tampoco es nada desdeñable observarlas desde la cubierta del barco, los machos ballena ofrecen un espectáculo extraordinario cuando saltan fuera del agua y golpean la superficie con sus poderosas aletas.
La observación de ballenas es una actividad estrictamente regulada en la Polinesia Francesa, sólo los profesionales acreditados están autorizados para organizar excursiones y, además, deben renovar dicha acreditación de forma anual.
Las Islas de Tahiti siempre han estado muy concienciadas con la preservación de los ecosistemas, llevan años practicando los rāhui, prohibiciones de explotación de determinados ecosistemas, con el fin de regenerarlos.
Como fruto de este cuidado de la naturaleza, las islas de la Polinesia Francesa están calificadas como un santuario de vida salvaje, ya que, entre otras cosas, está prohibida la pesca a la deriva, o pesca de arrastre, lo que le ha valido el galardón de la asociación internacional WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), dedicada a la preservación del medio ambiente.
Rodeadas de aguas cristalinas, las Islas de Tahiti ofrecen una belleza natural, una cultura isleña perfectamente preservada y un estilo único. El destino es conocido mundialmente por sus playas de arena blanca, sus lagunas azul turquesa y sus paisajes, que van desde atolones de coral hasta picos volcánicos.
Además, cuenta con diferentes tipos de alojamiento: hoteles de lujo con bungalós sobre el agua, villas, pequeños hoteles familiares, alquileres vacacionales, o incluso yates, catamaranes, y cruceros.
Las Islas de Tahiti están todas unidas por el Mana, esta energía vital, esta fuerza espiritual que rodea la vida cotidiana de los polinesios.
El Mana puede verse, tocarse, saborearse y sentirse, solo yendo a Las Islas de Tahiti es como se entiende por qué se llaman: Las Islas del Mana.
Expreso. Redacción. J.R
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