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Tiempo para descubrir lo mejor del Alentejo
EXPRESO - 23.05.2009
Cuentan las crónicas que en el Alentejo –Portugal- se viaja naturalmente con y por la Historia. La abundancia y la calidad del patrimonio que la representan hacen sencillo su descubrimiento, pero quien visita la región por primera vez puede encontrarse con algunos problemas de elección debido a la amplitud de la oferta.
La magia del Alentejo se encuentra en varias partes, desde sus yacimientos arqueológicos hasta Évora, ciudad Patrimonio de la Humanidad, pasando por los numerosos restos romanos y muestras de la ocupación árabe, los conventos o el Alentejo de los Descubrimientos. La cantidad y la calidad del patrimonio histórico-artístico en el Alentejo es una de sus mejores tarjetas de visita.
El Alentejo tiene una vocación hacia el turismo activo y de naturaleza. Su paisaje invita a pasear a pie, en bicicleta de montaña y a caballo, y las carreteras municipales, a pesar de la ausencia de carril bici, son excelentes para el cicloturismo. En los ríos, en las albuferas y en la costa se pueden practicar múltiples actividades náuticas. El cielo, con este clima, es ideal para el paracaidismo, el parapente, los paseos en ultraligero y en globo.
En Alentejo se puede disfrutar de entornos como la cuenca del Tajo, el Parque Natural de la Sierra de S. Mamede, el centro ecoturístico de Ribeira Grande, el Parque ecológico de Gameiro o la Sierra D’ossa, entre otros muchos enclaves de gran interés desde un punto de vista paisajístico y de naturaleza.
Es el espacio abierto que parece no tener fin. Son los colores y los olores que brotan de la tierra. Es el trazo de la arquitectura rural, presente en los montes de las grandes haciendas, en el caserío más antiguo de las ciudades, pueblos y aldeas o en las ermitas que pintan de blanco la cumbre de los cerros.
La ruralidad del Alentejo del siglo XXI no se agota en las cosas del campo. Esta región conservó lo que hoy le confiere un valor lleno de futuro: la pequeña dimensión y la calidad de los ambientes urbanos, la escala humana, el silencio, la paz, la libertad y el aire limpio que se respira. Y el tiempo. Una forma tan peculiar de entender el tiempo, que nos hace sentir en la piel que, al final, es posible vivirlo en este mundo vertiginoso, dejándolo ser exactamente lo que es: el más preciado de nuestros bienes.
Actividades como la vendimia, el descorchado de los alcornoques, la esquila de las ovejas, la alfarería, los trabajos en piel y cuero, entre otras muchas, se pueden seguir viviendo en el Alentejo.
Comer, beber y picar son rituales, formas de convivir, de recibir, de celebrar. Se suele decir que en la casa de un verdadero alentejano, tenga mucho o tenga poco, la mesa está siempre servida. Es verdad. Y esta realidad concede un sabor muy especial al descubrimiento de la gastronomía y de los vinos. Son productos de reconocida valía turística, pero no fue el turismo el que los creó para consumo externo: forman parte, y una parte feliz, del día a día más auténtico de la región.
Expreso. Redacción. Q.R
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