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Tenerife: una isla para comérsela
EXPRESO - 13.06.2024
Además de sus aguas templadas, de sus playas de arena volcánica, de espacios naturales de película y de los múltiples encantos de la isla, existe un recorrido gastronómico digno de experimentar una vez en la vida.
Entre tradición y vanguardia, con raíces canarias en cada aroma e innovación en las propuestas de cada chef que es parte de la gastronomía de la isla. En Tenerife la cocina es parte integral de la cultura local y una seña de identidad muy importante, ofreciendo una diversidad culinaria que muestra la conexión entre Europa, África y América, influenciada por el Atlántico.
La gastronomía de la isla ha destacado en el panorama internacional poniendo en valor los múltiples productos locales y de temporada, enmarcados por el clima, la biodiversidad, la orografía y el patrimonio que merecen ser visitados.
En Tenerife disfrutarás de sus guachinches, característicos de la isla, restaurantes de cocina tradicional local o establecimientos con estrellas Michelin y soles Repsol que llevan las carnes, pescados, frutas y verduras de la isla a su máxima expresión.
¿Y los vinos? Una sorpresa más. El suelo volcánico en el que crecen las viñas y los alisios que las zarandean durante todo el año los hacen únicos en el mundo.
Degustando lo más tradicional
En los rincones de la despensa tinerfeña, un despliegue de colores se despliega como un lienzo de la naturaleza. Las infinitas frutas, con sus formas y matices, se entrelazan en una danza de sabores y aromas. El plátano, de piel dorada y pulpa dulce, comparte espacio con el aguacate, su verde intenso ocultando un tesoro cremoso. La papaya, con su carne anaranjada y jugosa, es como un sol maduro que ilumina la estancia.
Pero no solo de frutas vive esta despensa. La naturaleza también se manifiesta en los pescados frescos que reposan sobre hielo. La sama, con sus escamas plateadas, el cherne, la vieja con su piel rugosa y el atún son parte de la mesa.
La miel, líquido dorado que guarda secretos de las flores, cuenta con más de una decena de variedades, y los quesos, de cabra y oveja, reflejan en sus aromas las texturas que se entrelazan como las ramas de un viejo almendro. También son protagonistas los productos cárnicos, con el conejo, la cabra y el cochino negro, todos ellos con sus Denominaciones de Origen y sus Indicaciones de Origen Protegido: son guardianes de tradiciones ancestrales.
Cuando estos tesoros culinarios se reúnen en la cocina, las carnes se aderezan con mojo, nuestra salsa mágica que despierta los sentidos. Los potajes y pucheros, como antiguos conjuros, se cocinan a fuego lento. Las Papas Antiguas de Canarias, arrugadas y llenas de sabor, se sirven con un toque de sal marina. Y el gofio, ese polvo de cereales tostados, es el alma de la isla. Maíz, cebada, trigo: sus granos guardan la memoria de los campos y los molinos.
La isla se saborea en cada bocado, donde se celebra la tierra, el mar y el amor por lo auténtico.
Constelación gastronómica de lujo
En los recovecos de la isla, donde el Atlántico acaricia sus costas y los vientos susurran historias inolvidables, la gastronomía se alza como un faro luminoso. Dos restaurantes, Haydée by Víctor Suárez, en La Orotava, y Taste 1973, bajo la dirección de Diego Schattenhofer en el Hotel Villa Cortés de Arona, han sido agraciados con su primera estrella Michelin. Este reconocimiento de la Guía Michelin es un tributo a su cocina excepcional.
Víctor Suárez despliega su creatividad en dos menús: Atlántico y Raíz. Cada plato es un lienzo donde fusiona sabores, colores y texturas, tejidos con hilos de recuerdos de infancia y aromas de otras culturas. En su paladar, la isla cobra vida, y cada bocado es un poema dedicado a la tradición y la innovación.
Por otro lado, Taste 1973, cuenta con platos impregnados de lo canario que son una sinfonía de raíces guanches. Biólogos marinos, neurólogos e historiadores forman parte de su equipo multidisciplinario, y su técnica es un abrazo a la memoria ancestral.
Con estas nuevas estrellas, Tenerife suma un total de nueve en siete de sus restaurantes. Con dos estrellas, tanto el M.B de The Ritz Carlton Abama, con Erlantz Gorostiza a los mandos de la cocina y que ha encontrado una fórmula claramente ganadora en el mestizaje entre la cocina mediterránea y las tradiciones de la isla; y El Rincón de Juan Carlos, un sabroso festín de propuestas canarias reinventadas por Juan Carlos y Jonathan, los hermanos Padrón.
El Nub en Bahía del Duque, con las palabras creatividad y vanguardia como la mejor definición de su cocina, Kabuki y San Hô en Royal Hideaway Corales, con una propuesta excitante y divertida en la que fusionan las cocinas japonesa, peruana y canaria, también mantienen una estrella Michelin.
De este modo, junto a los numerosos soles Repsol, la isla se consolida como un epicentro gastronómico, donde la calidad, el respeto a la materia prima local y la innovación conducen a una experiencia sublime en cada comida.
Descorchando volcanes de Tenerife
Tenerife, la isla de los vinos y los paisajes impresionantes, despliega su diversidad en suelos y técnicas de cultivo de la vid, cuya personalidad atesora el impresionante patrimonio vitivinícola tinerfeño. No en vano, es uno de los principales cultivos de la isla, que cuenta con seis denominaciones de origen: Valle de La Orotova, Ycoden-Daute-Isora, Tacoronte-Acentejo, Valle de Güímar, Abona y D.O.P Islas Canarias.
La viticultura heroica, con sus métodos tradicionales, otorga singularidad y excepcionalidad a los vinos de la isla. Variedades autóctonas como listán, albillo, moscatel, verdello y marmajuelo, sobreviven desde tiempos prefiloxéricos, inhallables en el resto del país tras la devastadora plaga de la filoxtera en el siglo XIX.
Entre ellas, la uva malvasía, antigua y expresiva, despliega sus aromas en estas latitudes. El listán negro, robusto y aromático, y la negramoll, con su aterciopelado en boca, completan la paleta vinícola de Tenerife.
Aunque se pueden encontrar plantaciones de vid en casi todos los municipios de la isla, puedes conocer su historia, curiosidades e hitos en la Casa del Vino de El Sauzal. Ubicada en una casona del siglo XVII denominada Hacienda de San Simón, en sus distintas estancias alberga el museo, una vinoteca y salas de degustación en donde poder catar los vinos de todas las denominaciones de origen. Para conocer el proceso de elaboración del vino, lo mejor es acudir a una bodega, donde los bodegueros nos descubrirán sus técnicas y secretos. También podremos tomar un brunch entre sus viñedos o, incluso, vivir una experiencia multisensorial en ellas.
Expreso. Redacción. J.R
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