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La Ruta de los Fenicios en las Rías Baixas
EXPRESO - 02.01.2019
Los fenicios, histórico pueblo de grandes mercaderes, abrieron grandes rutas marítimas de intercambio comercial y cultural en el mar Mediterráneo hace más de tres mil años
Los fenicios, histórico pueblo de grandes mercaderes, abrieron grandes rutas marítimas de intercambio comercial y cultural en el mar Mediterráneo hace más de tres mil años. Su inquietud les llevó a ampliar fronteras y establecieron lazos con distintos pueblos del Atlántico.
Así, en el siglo VIII a. C. comenzaron los contactos con el noroeste peninsular. Los numerosos hallazgos encontrados en los yacimientos arqueológicos de Las Rías Baixas, Pontevedra, España, atestiguan el vínculo y dejan patente que esta tierra era uno de los ejes de la ruta atlántica de los fenicios.
La Ruta de los Fenicios se consolidó como una de las principales vías náuticas utilizadas por esta civilización para el comercio y el intercambio cultural en el Mediterráneo desde el siglo XII a. C.
El origen de estas travesías contribuyó a la creación de una comunidad cultural mediterránea entre los fenicios y otras grandes civilizaciones de la zona que recibe el nombre de ‘koiné’.
Este comercio marítimo dio lugar a un intenso intercambio, no solo de materiales y productos, sino también de personas e incluso ideas.
Excavaciones realizadas desde el siglo XX, y sobre todo en la última década, en algunos yacimientos arqueológicos de la provincia de Pontevedra como el castro de punta de O Muíño do Vento (Vigo), el monte de O Castro (Ribadumia), La Lanzada (Sanxenxo), el monte de O Facho (Cangas) y el castro de Alobre (Vilagarcía de Arousa) documentan la huella que dejó el mundo fenicio-púnico en el noroeste peninsular desde, por lo menos, el siglo VIII a. C.
Hoy, en pleno proceso de recuperación junto con otros 15 asentamientos, son lugares ideales para una experiencia turística que transporta a las y los visitantes a aquellos tiempos de trueque e intercambio cultural en un entorno natural de ensueño.
Estos mercaderes procedentes del sur de la península o del norte de África realizaban la ruta también hasta As Rías Baixas por ser este un territorio rico en metales como el estaño, que los fenicios empleaban para la fabricación de bronce. Además, la riqueza y la abundancia de recursos naturales, especialmente marítimos y difíciles de encontrar en otros territorios, sumaban atractivo a esta vía atlántica que recibe el nombre de Ruta de las Kassitérides.
La hipótesis más aceptada es que esta antigua civilización viajaba hacia las famosas Islas del Estaño o Kassitérides que se corresponderían con el archipiélago de Scilly en el Reino Unido, pero existen otras teorías que contemplan la posibilidad de que fuera en la costa gallega donde realmente terminasen su singladura.
En el siglo XVIII José Cornide, en referencia a un escrito sobre Estrabón, defiende que estas islas pertenecieron a España y estaban ubicadas o bien enfrente de las costas gallegas (y se hallarían cubiertas por el mar en la actualidad) o bien serían las mismas rías y las islas próximas.
El comercio entre los fenicios y este territorio del noroeste de la península ibérica se intensifica tras la I Guerra Púnica (264-241 a. C.).
La pérdida de algunos territorios del Mediterráneo y la irrupción de Roma como nueva potencia obligó a los mercaderes a buscar otros destinos en los que poder abastecerse de materias primas a cambio de sus productos. En esa búsqueda será cuando se establezcan las rutas comerciales que traerán al noroeste un abundante número de materiales y objetos de procedencia mediterránea.
La Ruta de los Fenicios desembarca en Pontevedra
La Ruta de los Fenicios es uno de los itinerarios culturales internacionales reconocidos por el Consejo de Europa, que pasa por 80 ciudades y 18 países de tres continentes en los que se encuentran yacimientos y restos arqueológicos fenicios y púnicos.
Pontevedra es la primera provincia española que, sin estar bañada por el Mediterráneo, forma parte de esta ruta. Este destino, seleccionado para liderar la promoción y difusión en la fachada atlántica peninsular, forma parte de una red nacional integrada por otras ciudades como Cádiz, Cartagena, Ibiza, Palma de Mallorca, así como la Diputación de Jaén o la Universidad de Jaén y Santo Tomé, entre otras.
El asentamiento de Sanxenxo, en un entorno privilegiado junto al mar, fue habitado en diversas épocas de la antigüedad. Junto con los restos del poblado galaico (siglos V-II a. C.) destacan la factoría de salazones, la necrópolis, la pequeña iglesia y la fortaleza medieval. El yacimiento del poblado de la Edad del Hierro constató un modelo de explotación del mar, una factoría de salazón fenicio-púnica ligada a los comerciantes del Mediterráneo, posiblemente la primera fábrica de salazón o conservas del noroeste peninsular claramente vinculada al mundo púnico.
Este yacimiento , con hermosas vistas a las islas Cíes, Isla de Ons, y la Costa da Vela, es un lugar conocido internacionalmente por albergar un santuario con altares de la época romana en el que se documentaron más de cien aras. En este emplazamiento, privilegiado por estar en la costa, lo que favoreció probablemente las relaciones con los fenicios, y por su altura , a 184 metros sobre el nivel del mar, se encontraron otros elementos como cerámicas de procedencia mediterránea.
Las excavaciones arqueológicas en este castro, localizado en pleno centro histórico en la actualidad, evidenciaron su gran riqueza, ya que presenta varios niveles de ocupación en la fase final de la Edad del Hierro, en el siglo I a. C. Además, su posición estratégica tanto en la ría de Arousa como en la desembocadura del río Ulla le otorgó acceso a los circuitos comerciales de los mercaderes fenicios.
Los materiales documentados en los hallazgos evidencian su relación con el mundo mediterráneo y, en especial, con el sur de la península ibérica, la península itálica y las islas Baleares. Se ha podido identificar una gran cantidad de materiales de importación púnicos (desde el siglo VIII a. C.) y tardopúnicos. Los restos metálicos, principalmente de bronce, son especialmente relevantes, con más de 400 ejemplares.
El yacimiento arqueológico del monte de O Castro, en Ribadumia, se trata de un poblado fortificado de la Edad del Hierro a 110 metros de altura. Por sus restos documentados se dice que pudo estar habitado durante los siglos IV a. C y I d. C.
Durante las excavaciones realizadas en el 2011 se descubrieron trece cabañas, una enorme casa-patio y una muralla, además de miles de piezas, entre las que se encuentran cerámicas de los siglos V hasta el I a. C., procedentes del norte de África o del entorno de Gádir, así como un fragmento de un aríbalo de Rodas.
Turismo Rías Baixas. Expreso. Redacción. A.F
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