Buen balance de los tres primeros meses del Centro Botín

He viajado a mi ciudad, Santander, para tener una idea completa de la misma, pues el Centro Botín no estaba ni tal vez pensado en la última visita hecha a la capital cántabra.
Debo decir que, en principio, me acerqué a ese curioso edificio con cierta idea de que, siendo la bahía santanderina una de las más bellas del mundo, ponerle delante un importante edificio, por elegante que fuera, no le iba a sentar bien. Y me ha alegrado mucho comprobar in situ que el Centro Botín no ha hecho desmerecer la belleza natural, sino ampliarla con el arte arquitectónico y el fastuoso apoyo que a las vistas marítimas presta esa nueva sede de arte, ocio y comunicación. Durante mi visita, recree la mirada en esa bahía hipnotizante, pero también en una magnífica exposición de dibujos de Goya. Me quedé con el deseo de entrar a la sala de conferencias, que ya por fuera, me pareció excelente y que mi familia, que hizo la visita a otra hora, en que se daba una conferencia, me explicó cuán maravilloso es estar escuchando a un orador culto, mientras la vista puede navegar por esas aguas donde en mi juventud tantas millas hice en fueraborda y velero, y en algún buque de los que mi hermano, Juan Antonio, era entonces piloto, en el camino profesional que le llevó luego a ser el Capitán de la Marina Mercante y el Practico del Puerto de Cadiz, también en eso el más joven de España.