‘Pedirse una Moritz es reivindicarse un poco’

EXPRESO - 25.08.2009

Albert Castellón, director general de Moritz

No es extraño que se muestre apasionado y orgulloso. Albert Castellón dirige mucho más que una marca de cervezas. Desde sus inicios, en 1856, la Moritz es todo un símbolo de Barcelona.

Albert CastellónNo es extraño que se muestre apasionado y orgulloso. Albert Castellón dirige mucho más que una marca de cervezas. Desde sus inicios, en 1856, la Moritz, elaborada con agua del manantial de font D’Or que Vichy Catalán tiene en el macizo de Montseny-Guilleries, es todo un símbolo de Barcelona.

Dicen que el secreto de su delicado sabor reside en que no se utilizan extractos de lúpulo, sino directamente sus flores en infusión, muchas de la variedad checa de Saaz, que la hace más aromática.
La historia de Moritz comenzó hace casi dos siglos, cuando un joven alsaciano, Louis Moritz Trautmann, dejó su Pfaffenhoffen natal para viajar a España y en menos de cinco años era ya el propietario de una pequeña fábrica en el Raval, en aquella Barcelona que despuntaba industrialmente.
Tras una larga pausa en la historia de la cervecera catalana, que se vio obligada al cierre en el año 1978, desde 2001 se empezó a preparar el relanzamiento de la marca, de la mano de la sexta generación de la familia y de Albert Castellón, que hoy ha conseguido devolverla a los bares barceloneses.
Hoy, la cerveza Moritz sigue naciendo entre los muros de 140 años de la ronda de Sant Antoni. Eso sí, como no podía ser menos en una marca que siempre ha estado en la vanguardia del diseño, la antigua fábrica ha sido remodelada por uno de los mejores arquitectos del mundo, Jean Nouvel.
¿Por qué cuando llego a un bar en Barcelona tengo que pedir una cerveza Moritz? Es una marca que me suena y tiene historia…
Moritz reaparece en el mercado en julio de 2004, pero ya tenía una trayectoria en Cataluña y especialmente en Barcelona muy larga, de más de 120 años, como la cerveza ‘de Barcelona’. En esa época Damm y Moritz siempre han sido las dos cervezas catalanas por excelencia, pero la nuestra desapareció en 1978 hasta que la familia, que lleva el proyecto actualmente, decidió relanzar la marca y refundar la empresa.
Lógicamente, hemos aprovechado la inercia fuerza de la marca, que era muy potente en la ciudad. Eso sí, lo hemos hecho con un prisma de actualidad y del siglo XXI.
La estética de Moritz, tanto del logo como de toda la imagen de marca es bastante peculiar y además es muy atractiva, recoge fundamentalmente elementos contemporáneos pero a la vez esa esencia, ese glamour…
Nosotros hemos definido algunos ‘atributos de marca’. Uno de los importantes lo llamamos ‘tradición y modernidad’ o ‘atributos con raíces’, en el sentido de que tenemos una historia,  mucho pasado pero queremos ser modernos. Obviamente nos hemos aprovechado del pasado, porque Moritz era ya una marca muy activa, en cuanto a diseño, cartelería. Por ejemplo, en los años 30, durante el auge del modernismo y del cartelismo en Barcelona, Moritz era una de las pioneras, y eso lo hemos potenciado.
Ante fenómenos como el de la globalización creo que las marcas locales tienen mucho que decir. Sobre todo cuando apelan a la memoria, a la historia… A la ‘memoria histórica’, esto que está de bastante actualidad ahora mismo.
¿Por qué al llegar a un bar tengo que pedir una Moritz, y no una Estrella, por ejemplo?
Hombre, puedes pedir lo que quieras… Yo no soy nada sectario, como tampoco mi empresa. A mí no me gustaría decir que tomarse una Moritz es cool, porque lo que está de moda es siempre algo que caduca, que acaba muriendo. Hoy por hoy, pedirse una Moritz en Barcelona es reivindicarse un poco. Soy de aquí. Es como decir ‘hace muchos años que estoy aquí, sé de qué va la historia, y por lo tanto pido la cerveza de Barcelona, pido una Moritz’.
¿Para cuando podremos disfrutarla en otras partes de España ?
Con muchísima sinceridad te lo diré, cuando me la pidan. Como empresa te diré que reivindicamos clarísimamente nuestro origen, somos la cerveza de Barcelona, con un sentido de pertenencia, pero sin ningún tipo de sentido político. Cuando eso sea vendible, se entienda fuera, nos venderemos en absolutamente todos los lugares. Probablemente existen algunas rivalidades políticas que lo complican actualmente bastante, pero a las que somos ajenos. Así que cuando la gente de toda España decida que la Moritz es una buena cerveza, la tendrá.
La familia lleva ya seis generaciones de maestros cerveceros y hacemos muy buena cerveza, pero no se trata sólo del producto. Una cerveza es el producto y la marca. En el momento en que la marca encaje, nosotros la estamos vendiendo ya.
¿Cuál es la diferencia, lo que la hace distinta a otras? ¿Su sabor tiene algo peculiar?
Pues no sé qué será pero, efectivamente, nosotros hacemos un producto diferente. Dentro de los estándares comunes, porque entendemos que tiene que ser una cerveza para todos los públicos, tenemos algunas peculiaridades. Por ejemplo, somos la única cervecera que utiliza agua de manantial, algo tan simple o evidente como que si el 90% de la bebida es agua, hay que cuidar su calidad.
Es cierto también utilizamos un lúpulo especial, pero al final es un producto ‘resultón’, de gran calidad. Yo creo que la decisión de pedir un producto u otro supera al propio producto, tiene que haber algo más. El hecho de que la marca tenga unos valores y que tú te sientas identificado con ellos es importante.
Moritz tiene diferentes cervezas. La classic, la nueva, ¿tiene también una sin alcohol?
La nueva es un clásico al cubo, porque cuando Moritz era una gran fábrica -en los años cuarenta era la mayor cervecera de España, antes que Mahou, antes que Damm- lanzó en 1923 una categoría que se llamaba Épi d’Or (en francés, ‘espiga de oro’) y era una cerveza con más grado alcohólico, más tostada, más dura, con más cuerpo, más robusta. Lo que hoy entenderíamos como una vol damm, una cerveza de categoría extra.
Y además tenemos Aigua de Moritz, que es la 0,0 de la empresa. Una cerveza sin alcohol, que enfatiza que somos una cerveza con agua de manantial, pero es pero no es un refresco, pretendemos que tenga los matices aromáticos de la marca.
¿Y se nota la crisis económica también en el sector de las cervezas?
Pues me sabe mal decirlo por los compañeros de otras empresas, pero nosotros jugamos una guerra absolutamente distinta. Somos una empresa que después de cinco años todavía está en fase de lanzamiento. Estamos creciendo, de hecho este año lo hemos hecho en un 40%.
Obviamente la crisis se nota, no se puede soslayar, la hostelería lo pasa mal, el consumo en cerveza ha bajado un 10% este año, pero nuestro proyecto, por suerte, gracias a Dios, no tiene nada que ver ahora mismo con coyunturas, o con situaciones problemáticas. Nosotros estamos creciendo y conquistando nuestro lugar en el mercado.
 
Expreso. Costa Brava. Federico Ruiz de Andrés.

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