Experiencias, etiquetas y otras modas del turismo rural

EXPRESO - 19.08.2014

Lara Bueno García, periodista

Esta mudanza en las costumbres turísticas no ha tardado en desvirtuar la personalidad de los pueblos, muchos de ellos no han dudado ni por un momento en nombrar a su lechazo como el mejor de Castilla, olvidándose de sus iglesias, sus murallas y sus castillos…

El turismo rural es uno de los principales atractivos turísticos de Castilla y León, muchas de sus localidades se han convertido en el lugar de vacaciones de turistas nacionales y extranjeros que buscan en sus casas rurales nuevas formas de disfrutar de la naturaleza.

villasexmirSin embargo, recientemente se ha llevado a cabo una renovación de este tipo de turismo que ha comenzado a impulsar actividades que desvirtúan, casi al completo, la personalidad de estos municipios.

Según datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística la comunidad castellano y leonesa se ha convertido en líder española del turismo de interior desde los dos últimos años, un crecimiento que ha tenido como consecuencia el aumento desorbitado de construcciones hoteleras en gran parte de las poblaciones rurales de esta comunidad autónoma, la más extensa de España.

La competencia entre los distintos establecimientos rurales no se ha hecho esperar y la lucha por conseguir el mayor número de turistas es cada vez más alta. Con la nueva normativa legislativa efectuada por la Junta de Castilla y León que entró en vigor el pasado 3 de marzo y que pretende categorizar las casas rurales en cuatro clases: posada, hotel, hostal y casa rural, el enfrentamiento se ha visto encrudecido.
En junio de este año los alojamientos rurales de Castilla y León superaron las 91.000 pernoctaciones con la visita de más de 46.000 viajeros. Este aumento del interés turístico en el medio rural está íntimamente ligado al cambio en las necesidades de los turistas que, no conformes con las vistas de la naturaleza y los monumentos históricos que se les ofrece, buscan un ‘turismo de experiencias’.
Este tipo de turismo pretende agradar a los visitantes a través de sus cinco sentidos  apoyándose, por ejemplo, en la gastronomía, el enoturismo, los paseos a caballo, el senderismo,  el cicloturismo o el piragüismo, entre muchos otros. La alta demanda de estas actividades no ha dejado otra opción a los municipios dedicados a este turismo que reconfigurar sus ofertas para ofrecer nuevos ‘packs  turísticos’, de esta manera se deja atrás las antiguas visitas a monumentos para convertir en el producto estrella las rutas de tapas y de vinos.
Esta mudanza en las costumbres turísticas no ha tardado en desvirtuar la personalidad de los pueblos, muchos de ellos no han dudado ni por un momento en nombrar a su lechazo como el mejor de Castilla, olvidándose de sus iglesias, sus murallas y sus castillos; edificios que han sido testigos de su historia y que hoy día no reciben la importancia que se merecen.
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Por si no fuera suficiente, el turismo de experiencias no ha venido solo, le acompaña también una especie de ‘ turismo de productos’ dedicado a ofertar la gastronomía típica de la tierra y que, en el caso de Castilla y León, está diferenciada por la etiqueta de ‘Tierra de Sabor’.
Con la aparición cada vez más creciente de esta nueva forma de turismo ‘de etiquetas’ las pequeñas localidades se disputan lo que es para ellas y los visitantes el gran reconocimiento de generar productos de ‘Tierra de Sabor’. Pertenecer a este exclusivo ‘club’ es en la actualidad uno de los mayores reclamos turísticos y nos muestra la triste realidad de cómo muchos turistas quedan embobados bajo la superficialidad y el encanto de una etiqueta.
Está claro que una simple pegatina no puede mejorar el valor de un producto, los ingredientes, el sabor y la forma seguirán siendo los mismos, sin embargo las ventas de aquellos reconocidos con este distintivo tendrán un aumento asegurado, mientras los que carezcan de este símbolo de calidad quedarán relegados a los pocos que se atrevan a juzgar la calidad por sí mismos y no por lo que una etiqueta les dice.
Por otro lado, la decisión tomada por parte de la Consejería de Cultura y Turismo de Castilla y León esta pasada Semana Santa de apoyar en su web 200 experiencias turísticas no ayuda a mejorar esta situación, ya que con esto está apoyando la indistinción del mundo rural castellano leonés con actividades que poco o nada tienen que ver con lo que son realmente.
Mientras tanto, los medios de la región informan optimistas sobre la subida del turismo en cada una de estas localidades pero ¿qué tipo de turismo está creciendo? ¿Qué se ofrece a los turistas?
En este momento se debe tomar conciencia de la pérdida de personalidad de los pueblos y sus gentes por seguir una moda, tal vez pasajera, que puede provocar el olvido de tradiciones y monumentos mucho más importantes que el valor que pueda tener una etiqueta o una ruta en bicicleta.
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