Dense prisa y cojan el primer trenhotel, quizá sea la última oportunidad

EXPRESO - 26.05.2012

Federico Ruiz de Andrés, periodista

Julio Gómez Pomar, el presidente de Renfe, se ha estrenado esta semana en comparecencia pública realizando unas graves declaraciones en las que ha manifestado que está estudiando suprimir los trenhotel, servicios ferroviarios que presta en horario nocturno…

Julio Gómez-Pomar, el presidente de Renfe, se ha estrenado esta semana en comparecencia pública realizando unas graves declaraciones en las que ha manifestado que la operadora ferroviaria que dirige está estudiando suprimir los trenhotel, servicios ferroviarios que presta en horario nocturno.

Según Gómez-Pomar, el descenso del número de viajeros que, afirma, registra este servicio y la competencia que presenta el avión, sobre todo en enlaces internacionales, le obligarían a cancelar este tipo de servicios.

Gómez-Pomar ha llegado al cargo de máximo responsable de una compañía ferroviaria tan importante como Renfe partiendo de un curriculum en el que no se recoge experiencia alguna en el ámbito de políticas de transportes.

El Ministerio de Fomento incluye en su web una breve biografía suya en la que no se hace referencia alguna hacia el sector del transporte y mucho menos una mínima alusión a su sentir ferroviario, del que está claro que carece.

Seguramente por eso el presidente de Renfe se ha despachado a gusto señalando sin el más mínimo rubor que ‘cada vez hay menos viajeros dispuestos a pagar por un coche-cama y estamos detectando una importante caída de la demanda, de forma que estos trenes circulan con coches vacíos’.

Sin duda aturdido por destellos y boatos de los AVE que jalonan nuestro país y los supuestos éxitos de Renfe en sus competiciones arábigas o rusas por hacerse con servicios internacionales, el señor Gómez-Pomar no ha hecho sino seguir la estela de los últimos presidentes de la operadora que han venido ignorando, menospreciando y agrediendo un servicio efectivo, servido con un personal ejemplar, con unas prestaciones únicas, como el que prestan los trenes nocturnos que, pese a una insidiosa perseverancia en cargárselos, aún discurren por las noches de nuestra cada vez más paupérrima red ferroviaria española.

Según el presidente de la operadora, la caída de la demanda se da sobre todo en las rutas en las que el transporte aéreo presenta una oferta más atractiva en tiempo y coste, llegando a afirmar que ‘igual que en la conexión AVE Madrid-Barcelona, Renfe le pisa un poco el pie a Iberia, en la conexión Madrid-París no tenemos nada que hacer’.

Si tiene poco que hacer quizás se deba a su incompetencia, a su ignorancia sobre el producto y a esa miserable e inexplicable manera que se tiene en España de entender todas las cosas relacionadas con el tren.

Debería preguntarse el señor Gómez-Pomar por qué esto es así, quizá porque la promoción de estos servicios es absolutamente nula; más que eso, los trenhotel de Renfe son sistemáticamente ignorados en las tablas de horarios de temporada, en las notas de prensa y hasta en la propia web, donde resulta más complicado encontrarlos que a una aguja de pajar.

Quizá ‘ya no hay nada que hacer’ porque en los últimos años los precios de estos servicios no han dejado de crecer; porque de tanto menospreciarlos han quedado de una manera residual y destinados casi en exclusiva a nostálgicos del ferrocarril…

No contento con ello, el señor Gómez-Pomar ha afirmado que todo ello ‘tiene un coste importante y supone perder mucho dinero’, por lo que la compañía ‘está analizando la rentabilidad y la viabilidad de mantener estos trenes’.

Alguien debería decirle al señor Gómez- Pomar, quizás desde el propio Ministerio, que el principal objetivo del presidente de una compañía como la suya es el de dignificar los servicios que presta, poniéndolos al servicio de los ciudadanos en las mejores condiciones posibles.

Alguien debería de comentarle que si preside Renfe ha de hacerlo para defender sus valores, su estrategia, sus servicios, su personal… su historia. La historia de las gentes que han hecho posible la fortaleza de una marca. Si en cualquier momento pierde la razón y aspira a eliminar servicios, a cerrar líneas, a prescindir de toda aspiración por crecer, quizás lo primero que se debería estudiar es cambiar esa misma presidencia.

Según la web de la compañía ferroviaria, los trenhotel ofrecen cuatro conexiones nacionales y cinco internacionales. De las nacionales, una enlaza Madrid con Galicia, y las otras tres, Barcelona con Granada, Gijón y A Coruña y Vigo, respectivamente.

También se afirma desde Renfe que, de los servicios nocturnos internacionales, dos de ellos conectan Madrid con Lisboa y París, y las otras tres parten de Barcelona hacia la capital francesa, Zurich y Milán, respectivamente.

Ni una mención a los trenes nocturnos que enlazan la gallega Ferrol con Madrid; el tren que cada noche sigue uniendo Barcelona y Madrid como única excepción al monopolio AVE en dicha ruta.

Pero es que también hay más trenes-hotel. Otro ejemplo, el ‘Estrella Picasso’ que, renqueante, enlaza en cada vez menos fechas, Bilbao con Málaga. Otro más, el Surexpreso que cada  noche une la frontera francesa de Hendaya con la capital portuguesa. Obviados todos ellos desde hace tiempo, desaparecidos por arte de magia, no vaya a ser que algún viajero los encuentre y haga la reserva.

Trenes que, dicho sea de paso, prestan un servicio cómodo y eficiente, que ahorran noches de hotel y proporcionan una experiencia única que, ahora que está de moda viajar en busca de ellas, Renfe no ha sabido o no ha querido vender a los viajeros. Porque los usuarios del tren somos eso, viajeros, pero Renfe hace tiempo que prefiere llamarnos ‘clientes’.

No hay mayor prueba de que algo está fallando en la compañía. Y tanto si este desconocimiento es ignorancia pura y dura, como si es una estrategia deliberada de engaño ante los ciudadanos, está claro que urge cambiar su equipo de responsables.

Algunos medios publican esta semana que ‘el trenhotel es un servicio comercial, esto es, no tiene carácter de servicio público y su continuidad depende exclusivamente de Renfe’. Casi tanto como la presidencia de Renfe: su continuidad depende –debería depender- de la buena gestión, y si el señor Gómez-Pomar entiende por gestión el puro acto de eliminar servicios, la excusa se presenta magnífica para cerrar la mismísima presidencia de la operadora Renfe.

Como seguramente el Gobierno no aproveche la ocasión, acéptenme un consejo de viajero y ferroviario: dense prisa y cojan el primer trenhotel, quizá sea la última oportunidad.

Comentarios

josé salgueiro (no verificado)

¿No será que el tal Gómez-Pomar está ahí para cargarse la RENFE?

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