Compañeros de viaje

EXPRESO - 23.05.2010

Clyde, gato viajero

A veces los mejores compañeros de viaje son personas con las que no cruzamos ni una sola palabra…

No sé qué sería de algunos viajes sin un buen compañero.

Como ese desconocido del asiento de al lado en el avión que, cuando te ve con cara de sueño o leyendo un libro, respeta tu espacio y te acompaña en silencio. O aquel otro que te ameniza un largo viaje transoceánico con una charla interesante.

A veces los mejores compañeros de viaje son personas con las que no cruzamos ni una sola palabra. Cómplices silenciosos de nuestras esperas en el aeropuerto, del pitillo de última hora en la pecera de sala de embarque.
Me gustan esas miradas de deseo que se cruzan en el andén dos viajeros que se gustan por primera vez. Preludio tal vez de mil viajes juntos. O esas sonrisas compartidas con el botones en el vestíbulo del hotel.
A veces los compañeros de viaje no son personas. Son animales, o cosas.
Como aquel gato al que acariciaste en la medina de Hammamet, la burrita peluda que te cruzó de un salto aquel arroyo en Zamora, o las traviesas de madera que contabas de pequeño para saber la velocidad del tren.
Al volver de viaje compartimos las fotos, contamos los detalles divertidos, describimos los lugares más interesante. Pero a menudo olvidamos que ninguna crónica de viaje está completa sin esos compañeros que lo hicieron único.
Y que el mismo destino resulta diferente en cada viaje, dependiendo no sólo de quienes nos acompañan sino, tantas veces, de aquellos que se nos cruzan en el camino.

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