Mallorca, tras la flor del almendro

EXPRESO - 14.02.2011

Texto y fotos: Manuel Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto Es en estos primeros meses del año, con la floración de los almendros,  cuando Mallorca adquiere su belleza más espectacular

Texto y fotos: Manuel Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto

Es en estos primeros meses del año, con la floración de los almendros, cuando Mallorca adquiere su belleza más espectacular. De variadas tonalidades que van del blanco puro al rosado intenso, los almendros en flor inundan la isla de una magia especial que atrae cada año a fotógrafos, pintores y fascina a todos los que saben apreciar las cosas bonitas.
Árbol mediterráneo por excelencia, del que cuentan las Sagradas Escrituras que Aarón tomó su vara mágica, el almendro es en las Islas Baleares más que un árbol. Con los primeros soles de invierno, más de siete millones de ejemplares estallan en flor, cubriendo Mallorca de un manto blanco que anuncia la inminente primavera.
Dependiendo de la suavidad del tiempo, los primeros almendros empiezan a florecer a finales de diciembre, en enero o incluso en febrero.Este año no hay tiempo que perder, nuestros amigos mallorquines nos cuentan que ya asoman las primeras flores, y allá nos vamos.
Cogemos el primer vuelo de Air Berlin, y en poco más de una hora nos plantamos en Son Sant Joan, el aeropuerto de Palma.
Esta vez salimos desde Santiago de Compostela, pero las opciones son muchas, porque la aerolínea, la primera de la isla, conecta Mallorca con muchas de las ciudades españolas.
Lo mejor, además del precio, es que puedes facturar 20 kilos sin pagar ni un euro de más.
Llegamos a la terminal y buscamos el mostrador de Avis. No hay mejor manera de disfrutar de los paisajes impresionantes de los miles de almendros en flor que perderse despacio por las carreteras que recorren la isla.
A muy buen precio escogemos un Renault Megáne nuevecito, de color azul intenso. Nos dan las llaves enseguida, gracias al servicio gratuito de Avis Preferred. Otra ventaja que esperamos no necesitar es su completo sistema de asistencia en carretera, y la posibilidad de devolver el coche fuera del horario de oficina. Así, con un buen mapa a bordo, nos lanzamos a recorrer Mallorca tras el rastro de las flores de almendro.
El hambre aprieta, así que paramos a pocos kilómetros del aeropuerto, para comer en la Playa de Palma. El paseo marítimo aparece ahora desierto, lejos de las multitudes de la temporada alta, pero encontramos una terracita donde recibir los primeros rayos de Lorenzo, que hoy se ha levantado primaveral.
Cogemos la autopista hacia Palma y en menos de veinte minutos llegamos a la urbanización Son Vida, un complejo hotelero de lujo donde nos espera un alojamiento rodeado de verde, el Sheraton Mallorca Arabella Golf Hotel.
El Sheraton Arabella es un hotel perfecto para los amantes del golf, donde encuentran todas las comodidades para practicar este deporte. Hoy, sin embargo, preferimos pasar la tarde a remojo en su piscina climatizada, rompiendo la calma con algún que otro tratamiento de lujo en el Arabella Spa.
Terminamos el día con una cena con vistas al césped de color intenso que rodea al hotel, y nos dejamos caer en nuestra comodísima Sheraton Sweet Sleeper Bed, una auténtica delicia de cama que tienen todas las habitaciones.
La mañana nos recibe con olor a hierba fresca, pero hemos decidido que nuestra primera jornada en la isla va a ser urbana. Necesitamos buscar información sobre las rutas, y en las calles vivas de la capital nos esperan las primeras compras y las visitas obligadas de una de las ciudades más bonitas de España.
De camino a Palma, a menos de un cuarto de hora del hotel, hacemos una parada para visitar el castillo circular de Bellver, de esas raras curiosidades arquitectónicas que se encuentran en la isla.
Al llegar a la ciudad buscamos aparcamiento por la plaza de España, cerca de la estación del tren de Sóller, porque justo al lado está la Oficina de Turismo. El Ayuntamiento organiza cada día interesantes visitas guiadas por el casco urbano, pero preferimos perdernos a nuestro aire.
Obligada, eso sí, la visita al casco antiguo, arriba y abajo por las callejuelas estrechas llenas de tiendas de diseño. Los primeros sabores de la comida mallorquina nos esperan en el Celler Sa Prensa, un precioso local tradicional situado en la plaza del Obispo Berenguer, donde comemos un menú barato y excelentemente servido.
La tarde se nos escapa visitando la Catedral, descubriendo patios señoriales, quedándonos boquiabiertos ante la impresionante fachada del Consistorio (a pesar del andamiaje que la cubre, delatando obras de remozado), en la plaza de Cort. Después de tanto arte, gastamos un par de horas más de compras, dicen que aquí están las mejores tiendas del Mediterráneo.
En la Plaza des Mercat encontramos una que viene fenomenal a nuestro viaje tras-la-flor-del-almendro.
Se llama 3+1 y es el proyecto de seis emprendedoras que han creado Ametlla+, un condimento a base de almendra y otros ingredientes locales como orégano, canela, azafrán, orejones, o piel de naranja y limón, que han formado parte de numerosas recetas de toda la vida.
Su iniciativa, que se comercializa también a través de la web de la Almendra de Mallorca, ha logrado el premio al mejor plan de empresa del sector de Humanidades de la Fundació Universitat-Empresa de les Illes Balears (FUEIB).
¿Se puede condimentar un plato con un paisaje? Ellas lo han conseguido, y la cosa no va a quedar aquí. Entre otros proyectos, tienen en mente crear un club para promocionar los viajes a Mallorca en la época de los almendros en flor, y hacer presentaciones gastronómicas sobre este fruto.
A pesar de sus más de 100 variedades, nos atrevemos a generalizar en el sentido de que la almendra mallorquina es dulce, más bien redonda, y tiene un alto porcentaje de aceite. Se recoge en septiembre y se emplea, por ejemplo, para la elaboración de turrón, pero también se come como aperitivo, cruda o tostada, salada o al natural.
Aparte de su uso en la cocina tradicional, que no puede esconder las influencias árabes, con ella se preparan otras especialidades como el licor de almendra, almendras con miel, almendras peladillas, amargos de almendra, y es la base de uno de los postres más tradicionales de Mallorca: el ‘gató’ de almendra con helado de almendra.
Si se visita Mallorca en diciembre, no hay que dejar de probar los dulces navideños elaborados con almendras, como el mazapán o la leche de almendra, una bebida que se sigue elaborando en la localidad de Santa María del Camí, entre Palma e Inca, antes de Navidad.
En la zona peatonal de Palma, cerca de la Plaza Mayor y la calle Sindicat, está uno de esos lugares especiales que conocen bien los mallorquines de toda la vida. Desde el año 1700, Can Joan de S’Aigo sirve las mejores meriendas de la ciudad. Tiene otro local más nuevo al lado de El Corte Inglés, pero merece la pena acercarse al original, en la calle Can Sanç. Absolutamente imprescindibles sus ensaimadas y el helado de fresones.
El atardecer nos encuentra caminando por el Paseo Marítimo de Palma, para ver los yates atracados y sentir el sol del atardecer. Sin prisas. Mañana iremos tras la flor del almendro.
Nos han contado que, aunque los almendros se distribuyen por toda la isla, son especialmente abundantes en los municipios de Marratxí, Bunyola y Sóller, coincidiendo con las mayores zonas productoras de almendras, y que debemos buscar las cimas montañosas para ver desde allí el manto blanco, la ‘nieve mallorquina’.
Una de las rutas más atractivas es el trayecto en el delicioso tren de madera entre Palma y Sóller, repleto de campos de almendros, naranjos y limoneros, pero esta vez vamos a ir en coche, para poder parar aquí y allá en busca de los mejores paisajes.
Salimos de Palma con rumbo Sóller, haciendo uso del mapa que llevamos en la guantera del Megáne. Tras una parada en los centenarios Jardines de la Alfabía, renunciamos al túnel para ascender la carretera empinada del puerto.
Buena idea, porque es precisamente bajando el Coll de Sóller donde fotografiamos los primeros almendros en flor de nuestro viaje, al borde mismo de la carretera.
En Sóller, una parada obligada para las compras en la calle de la Luna, y un delicioso helado de naranja en la Plaça des Mercat. Nuestra idea era coger el tranvía, que habitualmente cada hora en punto sale hacia el Port de Sóller, pero nos encontramos la vía en obras. De todos modos no renunciamos a tomar el aperitivo en una de las terrazas del puerto.
De vuelta a Sóller, tomamos la carretera de la costa en dirección suroeste, hacia Valldemossa, una ruta de montaña con sobrecogedores acantilados y almendros en floración plena ya a mediados de enero.
En Deià hacemos un alto para comer, y encontramos un excelente menú de cocina mallorquina por sólo 12 euros en el restaurante Las Palmeras, que está en la calle Arxiduc Lluís Salvador.
El dueño, de trato afable, buen conversador, nos recomienda para otro día una visita a Sa Calobra, una impresionante playa situada un poco más al norte de Sóller, entre dos moles de roca que se hunden en el mar. Pero lo mejor es la cocina de su hijo, que nos reconforta para seguir viaje.
La siguiente parada la hacemos en Valldemossa para saborear sus calles tranquilas, de arquitecturas que recuerdan a los pueblos de la Costa Azul francesa, o los de la vecina Italia. No nos resistimos a comprar sobrasada payesa y unas cocas de patata en el horno Es Cós. Muy buenas.
Aprovechamos la visita para conocer el Museo Chopin, en la celda número 4 de la Cartuja de Valldemossa, donde aún se conserva el piano Pléyel con el que Frédéric terminó sus famosos preludios en 1839.
Mucho se ha escrito de los amores mallorquines de aquel invierno entre Chopin y la novelista George Sand, que definió a la isla como el lugar más hermoso del mundo. ‘Todo cuanto puedan soñar el pintor o el poeta lo ha creado la naturaleza en este lugar’, escribió Sand.
Dejamos la estela romántica Valldemossa y seguimos la carretera de curvas interminables hacia Palma, bordeando la costa oeste, por Andratx.
La ruta se hace larga, pero merecen la pena estos paisajes espectaculares. Llegando a Banyalbufar obtenemos las mejores fotos de flores de almendro con el fondo azul del Mediterráneo, y la noche nos sorprende aún en la carretera, camino de Estellencs, con siluetas que se recortan contra el crepúsculo.
Nuestro cuarto día en Mallorca es miércoles, así que nos dirigimos a Llucmajor, a unos 40 kilómetros de Palma hacia el sureste, donde hoy coincide el mercado de productos típicos mallorquines en la Plaza de España, que se celebra también los viernes.
Un poco más al sur llegamos a Es Trenc, en Campos, una de las mejores playas de la isla.
De camino nos desviamos un momento para conocer las Salinas, donde se extrae la famosa Flor de Sal mallorquina.
Esta noche nos esperan en otro alojamiento muy especial, el hotel Hilton Sa Torre.
En sus instalaciones centenarias, con aroma de lavanda y almendro, perdices y conejos se ven corretear en cualquier momento dentro de la propia finca.
Esta antigua fortaleza con iglesia neogótica, molino de viento y un ambiente rústico, encierra una oferta de lujo y los sabores de su primera estrella Michelin.
La mañana nos recibe despejada, buen día para cruzar de punta a punta Mallorca hasta su punto más septentrional, el cabo Formentor. Uno de los lugares más fotografiados de la isla, hunde sus acantilados de más de 100 metros en el azul vivo del Mediterráneo.
En vez de coger la autovía preferimos adentrarnos por el interior, parando a cada rato a fotografiar las flores blancas y rosadas del almendro.
Esta es una de las principales áreas de producción de almendra en la isla de Mallorca, debido a su microclima suave. Para disfrutar del espectáculo buscamos un punto elevado, el Puig de Randa, en Algaida, que nos ofrece una vista sobre toda la llanura florida.
Doce kilómetros antes de llegar a Inca, ya en su partido judicial, nuestra ruta tras-la-flor-del-almendro nos obliga a hacer una parada en Sineu, un municipio con una importante producción de almendra.
En pleno centro de la comarca del Pla, esta villa es conocida por su mercado semanal de los miércoles, documentado desde 1252 e instaurado por Jaime II en 1306. Ahora no hay almendras, pero se venden nueces y avellanas en curiosos recipientes de madera. Sineu debe su feria anual de primavera, Sa Fira, la más antigua de Mallorca (año 1318), al rey Sancho, que también tuvo residencia aquí.
Aprovechamos para visitar la iglesia gótica de Santa María, su principal monumento, y deleitarnos con la Cruz de los Muertos (Creu dels Morts o Creu d’en Rapó), obra de Rafel Guitard en 1585, en la unión de las calles Creu y Bons, donde arranca la del Cementerio.
Buenísima su coca de verduras y no menos una coca dulce con sobrasada. 
Sineu tiene ferrocarril, entre Palma y Manacor, y en el antiguo edificio de la estación, de 1875, se ubica el Centro de Arte de Sineu. Es una galería privada muy conocida entre la parroquia alemana, pero que echa de menos la presencia de los nativos en sus salas.
Tras una parada en la bahía de Pollença, donde los surfistas aprovechan las olas de invierno en la playa desierta, llegamos por fin al Cap de Formentor, uno de los lugares más emblemáticos de esta isla de paisajes fascinantes.
La hora de comer nos encuentra de vuelta, camino del puerto de Alcúdia. Hemos de darnos prisa, porque tenemos reservada una deliciosa caldereta de langosta en el restaurante Miramar.
Entre Alcúdia e Inca, por la autovía, se encuentran las cuevas de Campanet, que abren todos los días. Más pequeñas y menos conocidas que las del Drach, tienen un encanto especial.
A lo largo de la ruta nos detenemos varias veces. El anticipo de la primavera se muestra a cada rato. A veces es un almendro solitario, con flores que van desde el blanco más puro al rosado; otras, una plantación extensa que forma paisajes de postal. Los amantes de la fotografía tienen aquí posibilidades infinitas.
Al caer el sol, las flores se vuelven de una fosforescencia irisada y su fragancia envuelve nuestra penúltima noche en Mallorca. Da pena irse, cada día son más los almendros en flor.
Último día completo en la isla. Enfilamos carretera hacia la costa este, poco más de media hora desde el Hilton Sa Torre, para conocer las cuevas del Drach, el soleado Porto Cristo y, por supuesto, Manacor. Famosa por otro blanco, el de las perlas Majorica, la ciudad nos sorprende hoy con día de mercadillo. Es viernes.
Aquí en Manacor se encuentra el globódromo de Son Parot, punto de partida de vuelos en globo por toda la isla. Las ascensiones tienen lugar al romper el día, siempre que lo permitan las condiciones meteorológicas, y en esta época hay viajes especiales para sobrevolar los campos de almendros en flor. Mientras, a lo lejos, la Sierra de Tramontana muestra sus cumbres nevadas.
Muy cerca también está Son Servera, que cada primer domingo de febrero celebra la Feria de la flor del almendro. Distintos tipos de almendra, artesanía de madera, cosméticos, gastronomía… aquí todo gira en torno a los almendros.
También el arte está presente en la feria, porque desde que se introdujo en la isla, allá por finales del XIX, tras la aparición de la filoxera que diezmó las vides, sus delicadas flores blancas han inspirado desde siempre a pintores, escultores e incluso músicos.
Más de un siglo atrás, en 1902, el escritor y pintor Santiago Rusiñol plasmaba para siempre en un lienzo los ‘Almendros en flor en Mallorca’, una obra que hoy se puede ver en el Museo de Bellas Artes de la Habana.
Con o sin vuelo en globo, con feria o sin feria, la siguiente parada ha de ser Felanitx, y es obligado tomarse unas tapas en el bar del Mercado Municipal Sa Plaça, que ya abría todos los domingos allá por 1871, en pleno centro de la ciudad.
Aunque, sorprendentemente, quienes más la valoran son probablemente los turistas alemanes, que cada año compran viajes a Mallorca organizados especialmente para ver la flor de almendro, esta ha sido siempre un gran atractivo para el turismo de la isla.
Ya en 1950, el Fomento del Turismo de Mallorca, una entidad que ha sobrepasado su primer centenario, editó un póster para promocionar las lunas de miel en Mallorca donde el elemento más destacado era un almendro en flor.
Son muchas las guías sobre esta época tan especial. El Govern Balear, por ejemplo, ha editado una con las mejores rutas de almendros, que incluye consejos gastronómicos, recetas elaboradas con almendra, información sobre su cultivo y muchos consejos. La web de Balears Cultural Tour invita a conocer esta y otras rutas muy interesantes por la isla.
Desde Felanitx hay que subir al castillo de Santueri, una excelente atalaya sobre la isla de Mallorca, para ver la costa oriental, salpicada de pequeñas calas, y la sierra de Levante.  
Hasta la base del castillo se puede subir en coche, a pie, o incluso a caballo. Desde Felanitx hay empresas que organizan esta ruta y también excursiones a otros lugares de la isla. Lo más sorprendente de esta fortaleza, que fue árabe en sus orígenes, es su planta triangular, con varias torres, una de ellas circular.
Durante la conquista de Jaime I, este castillo se convirtió en un importante reducto de resistencia de los musulmanes hasta 1231, dos años después de la caída de Madina Mayurqa, la actual ciudad de Palma.
Luego bajamos hasta el puerto de Portocolom, situado en una coqueta bahía natural. Flanqueado por su faro centenario, es un buen lugar para degustar, por ejemplo, las clásicas calderetas de pescado en el Celler Sa Sinia, decorado como un barco, o comerse un excelente rape o una lubina, en el restaurante Sa LLotja.
Es nuestra última mañana en Mallorca. Tras el desayuno, apenas una breve escapada a Cala Pi, muy cerca del hotel, para saborear los últimos rayos de sol en tierras baleares.
De camino, hacemos la última parada en el arcén para fotografiar almendros, estos de flores aún tímidas, entre los que pastan tranquilamente algunas ovejas.
Camino del aeropuerto, a un cuarto de hora desde el Hilton, llenamos el depósito de nuestro Renault Megáne azul. Nos da pena despedirnos de él en el aparcamiento de Avis. Volveremos. La terminal de Palma nos espera para coger el vuelo AB 7559 de Air Berlin. Próximo destino, Santiago de Compostela.
  
          
Una idea: haz una escapada en barco por las islas
Si se dispone de tiempo, una idea muy buena es aprovechar cualquier día para hacer una escapada en barco desde Mallorca a alguna de las Islas Baleares más cercanas. Baleària tiene conexiones con Menorca a muy buenos precios en fast ferry desde el puerto de Alcúdia, que llega a Ciutadella en sólo una hora.
Además de disfrutar la travesía por mar, se puede llevar gratis la bicicleta, para descubrir tranquilamente los rincones de cualquiera de las islas. También se puede viajar con el coche, sin límite de equipaje. Nosotros nos escapamos a Ciutadella sin nada más que calzado cómodo, porque esta deliciosa ciudad hay que recorrerla caminando, pero ese será –muy pronto en Expreso- otro reportaje.
Desde Mallorca también se pueden realizar excursiones de un día con Baleària a isla de Ibiza, adonde el fast ferry llega en solo dos horas desde Palma. Además de estos barcos rápidos, en los dos últimos años, Baleària ha renovado su flota con cuatro nuevos ferries, los más modernos del Mediterráneo español.
Pero Baleària no sólo ofrece escapadas entre islas. Para llegar a Mallorca en barco puede viajar con Baleària desde los puertos de Barcelona, Valencia y Denia en servicios de ferry o de alta velocidad, también con el coche a bordo, una buena idea si se lleva mucho equipaje.
GUÍA PRÁCTICA PARA EL VIAJE: 
Vuela a Mallorca por muy pocos euros
Air Berlin no es sólo la segunda aerolínea de Alemania, sino también la primera por número de vuelos y destinos desde el aeropuerto de Palma. Con ella llegan cada día a Mallorca viajeros de ciudades españolas como Madrid, Santiago de Compostela, Avilés, Bilbao, Valencia o Barcelona, por citar sólo unas cuantas, de toda Alemania, y de otros países como Portugal, Austria o Suiza.
Una de las ventajas de Air Berlin son sus precios, con ofertas desde 29,99 euros, por ejemplo, en nuestro vuelo desde Santiago de Compostela, e incluyen 20 kg de equipaje facturado sin costes adicionales. Pero además, la aerolínea ofrece precios muy interesantes en vuelos de larga distancia al Caribe, África, América y Asia. 
Para encontrar las mejores ofertas conviene reservar los billetes con bastante antelación, a través de la web de Air Berlin, de su call center 24 horas, 902 320 737, o en una agencia de viajes. No te olvides de reservar ya los de la próxima temporada de invierno a Mallorca, para no perderte el año que viene la floración del almendro.
 
Alquila un coche para recorrer la isla a tu aire
Para recorrer Mallorca en busca de la flor del almendro lo mejor es alquilar un coche en el propio aeropuerto. Avis tiene una oficina junto al aparcamiento, aunque cuenta con otras seis oficinas en Mallorca para poder moverse fácilmente por toda la isla.
Entre las ventajas de reservar el coche de alquiler con Avis está su servicio de asistencia en carretera, la posibilidad de devolver el coche fuera del horario de oficina, y el servicio gratuito Avis Preferred, con el que consigues descuentos y agilizas los trámites cada vez que alquiles un vehículo.
Los mejores precios los encontrarás reservando en la web de Avis, donde además de ofertas y descuentos en combustible, encontrarás una ruta en coche diferente para cada mes del año, con información turística sobre la zona y datos útiles.
 
Dos hoteles especiales que te van a encantar
El Arabella Sheraton Golf es un hotel perfecto para los amantes del golf. Situado en una urbanización preciosa, a pocos minutos de Palma, el precio de la habitación incluye tarifas de green, y un campo de prácticas para todos los niveles. Los huéspedes, además, disfrutan de horarios de apertura privilegiados y acceso directo en buggy o traslado de cortesía a cuatro campos diferentes, uno de ellos de nueve hoyos.
Otra magnífica idea es un servicio de niñera profesional, para poder disfrutar de una tarde de golf ‘sólo para adultos’, o visitar Palma mientras los pequeños se divierten en la piscina infantil, las canchas de tenis, o jugando al aire libre.
Dormir es aquí un auténtico placer, porque todas las habitaciones cuentan con la cama ultracómoda Sheraton Sweet Sleeper Bed, igual que en las otras dos joyas hoteleras que tiene en Mallorca la marca Starwood, el Castillo Son Vida y el St. Regis Mardavall.
 
Del Hilton Sa Torre dicen que aquí ‘el huésped se siente como si estuviera en pleno centro de la naturaleza’. No es como. Es la naturaleza. Con aromas de lavanda y almendro, con perdices y conejos que se ven corretear en cualquier momento dentro de la propia finca (hemos tenido esa suerte), sus cinco hectáreas pasan con suavidad de los jardines de lirios y limoneros que rodean las canchas deportivas y las piscinas, al bosque autóctono.
Ese aislamiento y ese ambiente rústico y natural encierra en realidad una oferta de lujo con un delicioso spa, dos magníficos restaurantes, uno de ellos con estrella Michelin; instalaciones deportivas, preciosos salones abovedados para eventos, y una colección de suites capaces de satisfacer al cliente más exigente. Está muy cerca de la costa y de Llucmajor.
 

Comentarios

Maxwell (no verificado)

WOW la foto del almendro con el mar es espectacular! Le deseo lo mas agradable de mallorca, cual no es tan facil descubrir dado la cantidad de turismo y los intentos isleños de atraparlo.
Una caja llena de sorpresas al que quiera descubrirlo, les ofrezco una visita en mi hogar (taller artistico ubicado en sineu).
Pase lo que pase espero tenga mallorca en buenos recuerdos :)
Un saludo cordial,
Max

clickmallorca

hola,

por si es de vuestro interés: hemos visto que al final del artículo tenéis un link a un articulo de playas de Mallorca. Justo hace unas semanas hemos hecho una guía muy completa de las mejores playas de Mallorca en https://www.click-mallorca.com/blog/visitar/playas/playas-de-mallorca/ y tal vez os interese ponerlo, ya que así podéis dar más información a los clientes que lean vuestro blog.

un saludo, toni