San Petersburgo es muchas ciudades en una, escoge la tuya

EXPRESO - 12.07.2013

Texto y fotos: Ana Bustabad Alonso

En solo tres siglos de historia, San Petersburgo guarda un pasado repleto de acontecimientos increíbles que han hecho de la ciudad más elegante de Rusia un destino con rutas y escenarios completamente antagónicos.
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Sus orígenes en 1703, que materializaron el sueño de Pedro I el Grande de construir esta gran capital aristocrática sobre una ciénaga; el esplendor imperial de la época zarista; las revoluciones obreras; el austero periodo comunista; la Perestroika; o el brillante siglo XXI repleto de consumismo y neones.
Todos han dejado huella en esta ciudad que desvela al viajero curioso sus múltiples caras. Petrogrado, Leningrado, San Petersburgo o simplemente Peter, como la llaman sus paisanos, es muchas ciudades en una:
 
                     Descubre todas las ciudades que esconde San Petersburgo 



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Los comienzos

La ciudad guarda orgullosa los vestigios de su fundación por Pedro I, hace tres siglos.


 


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Imperial

Esplendor artístico, lujos inimaginables, del periodo zarista queda una ciudad muy, muy elegante.


 


 


 


 


 


 

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Revolucionaria

Ha sido cuna de revoluciones tan importantes que transformaron el mundo del siglo XX.


 


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Comunista

Siete décadas de pasado comunista han dejado huellas imborrables en las calles de la ciudad.


 


 


 


 


 


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Vanguardista

La San Petersburgo del siglo XXI es una ciudad vibrante, divertida, con ganas de fiesta.


 


6


GUÍA PRÁCTICA

Te contamos cómo moverte, las mejores épocas para ir, y más consejos prácticos.

 

Viajar a San Petersburgo es muy fácil. Desde España, Iberia Express cuenta con vuelos directos desde Madrid todos los miércoles y domingos de julio y agosto, una época especialmente agradable para visitar la ciudad, porque los días son muy largos, sin llegar casi a anochecer.
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En la web de Iberia Express encontrarás buenas ofertas y, lo mejor, la compañía cuenta con vuelos nacionales que enlazan Madrid desde otras ciudades, y varios destinos internacionales.
Actualmente, la aerolínea vuela a las ciudades españolas de Fuerteventura, Gran Canaria, Ibiza, La Palma, Lanzarote, Palma de Mallorca, Tenerife, Alicante, Jerez, Málaga, Santiago de Compostela, Sevilla y Vigo, aunque deberás estar pendiente de su web, porque está en pleno proceso de expansión.
Si quieres viajar más cómodo, escoge la clase Business. El catering es realmente bueno y aunque la disposición de asientos es la misma, 3+3, dejan libre el asiento del centro. Además, podrás utilizar las salas VIP y contarás con aparcamiento gratuito en el aeropuerto.
Si te suscribes al boletín de la aerolínea, además, recibirás gratis en tu correo las mejores propuestas de Iberia Express a este y otros destinos.
Y no te pierdas su blog Expréssate, donde encontrarás cada semana novedades y muchas ideas originales para disfrutar cada uno de ellos.
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Todo comenzó sobre una ciénaga
Hace poco más de tres siglos, la elegante San Petersburgo era solo un sueño. El de Pedro I ‘el grande’, que mandó alzar esta ciudad majestuosa sobre una ciénaga. Un proyecto en el que trabajaron miles de siervos, y que fue capital de Rusia desde 1712 a 1918.
Todavía se conserva en el barrio de Petropavlovskaya el primer edificio, la Cabaña de Pedro el Grande, que guarda los muebles originales del fundador, ropa y objetos personales como su pipa, su compás o su barca de remos.
Es pequeña, la entrada algo cara, y no se permite hacer fotografías a menos que compres un ticket adicional para ello. Pero merece la pena comenzar aquí una visita por los orígenes de San Petersburgo, viajar al pasado entre estas cuatro humildes y entrañables paredes de madera.  
A muy pocos metros, los Leones de Manchuria flanquean unas escaleras asomadas al río Neva, buen lugar para tomar el sol con magníficas vistas a la señorial orilla sur del río. Cuando todo comenzó, la avenida más importante de la ciudad, Nevski Prospekt, era un frondoso bosque plagado de lobos.
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Justo detrás de la Cabaña hay un par de restaurantes de buena comida mediterránea muy agradables, no te pierdas el salmorejo con helado de alcachofa del Волна. Muy cerca de aquí, también puedes comer en el Flying Dutchman, un barco antiguo convertido en restaurante sobre el Neva.
En el mismo barrio de Petropavlovskaya se encuentra uno de los edificios emblemáticos de la ciudad, la Fortaleza de Pedro y Pablo. Data de 1703, aunque el edificio original era de madera. Cuentan que aquí paseaba Pedro el Grande soñando con su ciudad. En su interior, la catedral, con su característica aguja dorada; la estatua del fundador, o la Casa de la Moneda, que todavía emite rublos de curso legal.
No te vayas sin ver las lúgubres celdas del bastión Trubetskoi, donde fue encarcelado Alexei, acusado de traición por su padre Pedro el Grande, ni la playa de la fortaleza, que en verano se llena de bañistas.  
Otro puente más hacia el oeste, el de Birzhevoy, y llegarás hasta la isla Vasilevski, la más grande de esta ciudad de canales y puentes a la que llaman la ‘Venecia del Norte’. Te encantarán las columnas Rostrales del espolón, y las esfinges egipcias de 3.000 años de antigüedad que asoman al Neva.
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Entre unas y otras, el Kunstkammer, primer museo de la ciudad, y uno de los más originales del mundo, porque alberga las curiosidades anatómicas recopiladas por Pedro I, como una colección de fetos deformes, la cabeza en alcohol del amante de Catalina, o el corazón y el esqueleto de su criado favorito. Todavía más impactante en sus orígenes, exhibía animales bicéfalos, enanos y gigantes, todos vivos.
Peterhof, otro capricho de Pedro I
A 30 kilómetros de San Petersburgo, Peterhof es el resultado de otro capricho de Pedro el Grande, que pasó por aquí en 1705 y ordenó construir un palacio que superase en grandeza a Versalles.
Merece la pena tomar un barco junto al crucero Aurora o en el Malecón del Palacio, detrás del Ermitage, que te llevará en una hora a conocer sus impresionantes jardines y las fuentes, que funcionan de mayo a octubre. Reserva tiempo para una visita a la Alcoba Imperial, donde se conserva el estudio de roble de Pedro, y a Monplaisir, su palacio preferido, donde celebraba suntuosas fiestas.  
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La elegante ciudad de los zares
Desde su fundación hasta principios del siglo XX, los zares hicieron de San Petersburgo una de las ciudades más elegantes del mundo. Todavía hoy, resulta complicado encontrar un edificio que carezca de impronta señorial.
Comienza con un paseo por el Canal de Invierno, el más estrecho de la ciudad, que atraviesa el teatro del Ermitage y es uno de los más románticos del siglo XVIII. En verano, los puentes de la ciudad se levantan cada noche para dejar pasar a las embarcaciones, así que un crucero nocturno supone un atractivo añadido. 
Desde el Ermitage, recorre la avenida Nevski Prospekt, la más importante de la ciudad. En sus 4,5 kilómetros de largo encontrarás por ejemplo los famosos soportales Gostini Dvor, espacio comercial de San Petersburgo desde el siglo XVIII, y que sigue dando nombre al centro de la ciudad, y a una bonita galería antigua convertida en centro comercial
Un poco más adelante, en el número 56 de Nevski Prospekt, tras el curioso escaparate de Yeliseev, se esconde una tienda de delicatesen y salón de té. Una delicia sus vidrieras, presentes en Ana Karenina, de Tolstoi.
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El lujo y la magnificencia no solo llegaron a la arquitectura. También a espacios verdes como el Jardín de Verano, un parque botánico creado por Pedro I y remozado por Catalina la Grande; o el Jardín del Almirantazgo, lugares perfectos para descansar tras un día agotador recorriendo monumentos.
Teatro, ópera, ballet… El arte gozaba de gran importancia en la época imperial. De hecho, el Teatro Mariinski, donde estrenó obras Thaikovski y donde actuó tantas veces Rudolf Nureyev, contaba con el escenario más grande del mundo cuando abrió sus puertas en 1860.
Los zares presenciaban las representaciones desde el palco imperial, entre lujosos cortinajes de terciopelo y magníficas arañas de cristal. Si te apetece ver una representación, puedes elegir entre entradas de noche o matinales. Los programas son muy bonitos y se venden como recuerdo en la taquilla.
Para comer como un auténtico zar, elige el Russian Empire. Está en el antiguo palacio Stroganov, un edificio barroco que ahora pertenece al Museo Ruso. Es muy famoso su coñac, y la experiencia imperial de comer en platos de porcelana de Versace. No apto para todos los bolsillos. 
También el Palkin, fundado en el siglo XVIII en la gran Nevski Prospekt, ofrece platos de cocina de la época zarista, y sus mesas eran frecuentadas por escritores como Dostoievski.
El Za Tsenoi, restaurante del teatro, significa ‘entre bambalinas’, e intenta recrear el ambiente del Mariinsky, además de ofrecer buena comida rusa. 
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Si quieres traerte a casa un símbolo realmente imperial, compra un Samovar. Es un invento del siglo XVIII que se utilizaba para hervir agua para el té. Encontrarás algunos ejemplos lujosos en las exposiciones del Ermitage, y algunos más modestos en cualquier tienda de recuerdos.
Ermitage, ineludible
Sus impresionantes colecciones de pintura y escultura y la magnificencia de los cinco edificios que lo conforman hacen del Ermitage un destino en sí mismo. Es imposible recorrerlo todo en un día, así que planifica bien la visita, y no te pierdas las estancias del Palacio de Invierno que muestran cómo vivían los zares en diferentes épocas.
Te encantará la Sala de Malaquita, el Salón del Pabellón, con sus imponentes arañas de cristal, y podrás admirar de cerca obras de artistas como Picasso, Rubens, Rembrandt, Matisse, Tiziano, Gauguin o Leonardo Da Vinci. Ineludible.
Un hotel imperial en las redes sociales
El Grand Hotel Europe es uno de los más elegantes y antiguos de la ciudad, pero no ha perdido el tren del siglo XXI. Entra en su Lobby bar, te traerán la carta de bebidas, comidas y cigarros en un iPad.
Pide un café, que te servirán con servilletas de lino blanco, pastas, macarones, una rosa blanca, y muchos tipos de azúcar. Conéctate a su wifi gratis. Haz check-in en Foursquare y descubre que el café te sale gratis.
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Cuna de revoluciones obreras
No una, sino dos revoluciones, tuvieron en San Petersburgo su origen. La primera, el Domingo Sangriento de 1905, un frío 9 de enero en que un millar de manifestantes pacíficos que se dirigían al Palacio de Invierno cayeron bajo las balas.
La gran Plaza del Palacio, obra de Carlos Rossi, fue el escenario principal de la revuelta, y aún siguen celebrándose aquí manifestaciones, aunque es mucho más probable que te encuentres algún concierto de música.
Al otro lado del río, cruzando el puente de la Trinidad hacia el barrio de Petrogadskaya, que une las dos orillas del Neva en su punto más ancho, se llega a la antigua Plaza de la Revolución.
Camina por la orilla y enseguida verás las chimeneas grises del crucero Aurora, clave en la historia de la humanidad, porque con él comenzó la era soviética.
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A las 21.40 horas del 25 de octubre de 1917, una salva disparada desde el cañón de popa del Aurora señalaba el comienzo del asalto al Palacio de Invierno. Comenzaba la Revolución.
Hoy, el imponente crucero, reflotado y restaurado tras su hundimiento en la II Guerra Mundial, constituye una de las visitas más apetecibles de San Petersburgo.
Cruza el puente Sampsonievskiy hacia el este y llegarás al lugar donde Lenin arengó a los ciudadanos en Ploshchad Lenina, nombre también de la estación de metro. 
Tras la estatua que lo recuerda, una fuente ofrece espectáculos de música y efectos visuales con agua a orillas del Neva. Desde aquí salen también barcos-taxi que recorren la ciudad.
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En el Museo de Artillería, situado en la Fortaleza de Pedro y Pablo, dos puentes más al oeste, se conserva el coche blindado que utilizó Lenin esos días.
Revoluciones sobre raíles
Vladimir Lenin, padre del comunismo, regresó de su exilio a bordo de un tren de vapor cuya locomotora se puede visitar hoy en la estación de Finlandia, junto a Ploshchad Lenina.
Otra estación de ferrocarril, la de Moscú, -Moskovskiy- se encuentra al otro lado de la ciudad, en la Plaza del Levantamiento. Desde aquí salen trenes diarios a Moscú, algunos de alta velocidad e incluso nocturnos, los más románticos.
Hablando de trenes, otro lugar muy interesante es el Museo del Ferrocarril, donde se expone el tren blindado que transportaba a los bolcheviques, entre más de 50.000 piezas de todas las épocas.
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Austeridad majestuosa de la era soviética
Si te fascina la majestuosidad austera de la época comunista soviética, comienza tu recorrido por el Museo de la Historia Política Rusa, en la que fue la mansión de la bailarina Matilda Kshesinskaya, un edificio muy curioso. Cierra a las 18 horas, pero como en casi todos los monumentos de la ciudad, las entradas se venden solo hasta una hora antes.
Aquí podrás ver el despacho original de Lenin. Justo detrás, te encantarán las coloridas cúpulas de la Mezquita Sobornaya, aunque se deteriora rápidamente, merece un vistazo. Se trata de una de las más grandes de Europa, con capacidad para 5.000 fieles, y fue construida hace exactamente un siglo.
Otro lugar que no puedes perderte, al otro lado del río, es el Mercado de Recuerdos frente a la Iglesia de la Sangre Derramada, la más espectacular de la ciudad.
Es difícil encontrar piezas auténticas, porque se fabrican muchas falsificaciones para los turistas, pero seguro que darás con alguna moneda, billete, insignia o incluso estatuillas de Lenin originales. Se puede regatear.
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Aquí podrás comprar también las típicas muñecas de madera matrioshka, con las caras de líderes comunistas. Otro recuerdo que simboliza muy bien este periodo tan importante de la historia es un ajedrez [shajmati], deporte emblemático de la Unión Soviética. Encontrarás juegos de todos los precios y estilos.
Otros dirigentes soviéticos posteriores a Lenin, como el dictador Yosif Stalin, que instauró el Gran Terror, o Nikita Kruschev, que comenzó el proceso de desestalinización, tienen mucha menos presencia en la ciudad.
Pero si quieres seguir sus huellas no te pierdas una visita al palacio Beloselski-Belozerski, hoy Museo de Cera, en la calle Nevsky Prospekt, que fue sede central del Partido Comunista durante la era soviética.
Para comer escoge el Russian Kitsh. Su bar de sushi tiene unas fantásticas vistas al Neva, y la decoración es un guiño a la era soviética. Sus cartas, por ejemplo, están encuadernadas en obras de Lenin. Es un local muy curioso, donde cada día hay una fiesta diferente, hasta celebran el día mundial del inodoro.
En San Petersburgo todavía circulan muchos tranvías de la época soviética. Súbete a uno de ellos y sal del centro de la ciudad hasta los barrios más sencillos. Te asombrará la sobriedad de los enormes edificios de viviendas comunistas.
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Para alojarte, reserva en el Oktiabrskaya Hotel. Este coloso de estética comunista cuenta con una parte vieja y otra más moderna. Le sobra alguna de sus cuatro estrellas, pero está limpio y bien situado a pocos metros de la estación de Moscú.
La conexión wifi es de pago pero barata. El desayuno, sin embargo, no merece la pena, muy cerca, en la misma calle o en la cercana Nevsky, encontrarás lugares donde disfrutar de un buen expreso y un rato agradable. 
Palacios soviéticos bajo tierra
No resulta tan lujoso como el de Moscú, pero el Metro de San Petersburgo impresiona al visitante occidental, acostumbrado a estaciones insulsas y funcionales. Está a mayor profundidad que ningún otro metro del mundo, así que nada más entrar te sorprenderán sus interminables escaleras mecánicas, siempre vigiladas.
Cada una de sus estaciones esconde alguna sorpresa, con soberbias lámparas de cristal, mosaicos, estatuas de bronce o columnas neoclásicas.
De hecho, los gobiernos comunistas las concibieron como palacios para el pueblo. Entre las más bonitas están las de Plashchad Vosstaniya, la de Kirovski Zavod, o la de Pushkinskaya.
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El vibrante siglo XXI
San Petersburgo ha entrado con energía en el siglo XXI, conservando aún la frescura de quien ha vivido durante muchos años la austera época comunista. Se nota en la alegría que desprenden sus ciudadanos, aunque no sean muy dados a sonreír.
En los brillantes colores con que visten, en la música que encuentras por la calle a cualquier hora, y en los divertidos locales de copas, que parecen no cerrar nunca. San Petersburgo es una ciudad que no duerme. Menos que nunca en verano.
Uno de los más originales es el Stirka 40 Gradusov, que significa colada a 40 grados, un bar lavandería donde puedes sentarte tranquilamente a fumar una pipa de agua mientras lavas la ropa. Italyanskaya ulitsa, 26.
El CCCP, siglas en ruso de la antigua URSS, está abierto 24 horas, y suele concentrar a los últimos noctámbulos con música dance hasta media mañana, aunque de día es un café tranquilo. En el 54 de Nevskiy prospekt.
Por toda la ciudad encontrarás locales que se transforman dependiendo de la hora del día, y lo mismo puedes desayunar a las dos de la tarde que cenar a las dos de la mañana. Корейко, en una de las calles aledañas a Nevski Prospekt, es un buen ejemplo de ello. No te pierdas sus spaguetti pomodoro.
concierto
Tampoco te resistas a los conciertos al aire libre. En el metro, curiosamente, no hay música. pero encontrarás grupos callejeros tocando en cualquier esquina durante horas, y te sorprenderán los contrastes de la música más actual ante cualquier edificio barroco.
Si te apetece un lugar especial, entra en Terrassa, que tiene las mejores vistas de la ciudad, o tómate un café en el majestuoso jardín interior del Ermitage, donde se celebran conciertos de todo tipo de música. Una delicia sorprendente escuchar las notas de Billie Jean rodeado de arte imperial.
Las noches sanpeterburguesas son muy animadas. Hay clubes como el Tunnel, que ofrece música en directo en un antiguo refugio antiaéreo, fue el primero de música electrónica en el país, y ya es uno de los clásicos de San Petersburgo. Muy cerca de la fortaleza de Pedro y Pablo, en Zverinskaya Ulitsa.
Otro local de moda desde hace más de una década es el Fitness House Plaza, el mayor centro de la ciudad para cuidar el cuerpo, que cuenta con salas de aparatos, spa y sauna, en la isla Vasilevski.
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Si te apetece ir de compras, en Clutch (Клатч) encontrarás los famosos bolsos y creaciones de diseñadores rusos de vanguardia, está en el Pasaje Gostiniy Dvor.
Uno de los hoteles más vanguardistas de San Petersburgo es el Novotel, que además de su diseño contemporáneo y de tener un buen restaurante, tiene la ventaja de que es completamente accesible. Está cerca de la calle Nevski Prospekt y la estación de Moscú.
En la web de Turismo de San Petersburgo encontrarás además una sección de eventos culturales, música, festivales y novedades para no perderte nada. También las aceras de la ciudad están plagadas de 'pintadas' con anuncios de conciertos y locales, el problema es que están solo en ruso.
La iglesia más bonita de la ciudad
Aprovechando que una de las mejores zonas de copas está detrás de la iglesia de la Sangre Derramada, no te pierdas una visita porque te va a encantar.
Si sus cúpulas bulbosas te parecen coloridas, su interior te dejará boquiabierto. No hay centímetro sin decorar en las paredes ni en el techo, con preciosos mosaicos que conforman una de las imágenes más bonitas de la ciudad.
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                                                              Guía práctica
Te contamos cómo moverte, las mejores épocas para ir, y unos cuantos consejos prácticos para que tu viaje a San Petersburgo sea inolvidable.
Qué llevar
Ropa adecuada, mira antes la previsión del tiempo porque te puede sorprender esta ciudad de climas extremos; visado en tu pasaporte, y un par de frases de ruso, que arrancarán sonrisas y te harán ver que los sanpeterburgueses no son tan serios como los pintan.
También es imprescindible llevar un seguro de viaje, Rusia no está incluida en los convenios médicos de la Unión Europea.
Cuándo ir
Si buscas paisajes de postal, lo tuyo es el invierno, especialmente de enero a febrero. Pero la mejor época para descubrir todos los encantos de San Petersburgo sin equiparte como un esquimal es de finales de mayo a agosto, los días son tan largos que a veces ni siquiera anochece, especialmente en junio y julio, cuando son las famosas ‘noches blancas’. Tendrás más tiempo para disfrutarlo todo y vivir al aire libre.
Cómo llegar
La compañía española Iberia Express cuenta con dos vuelos directos semanales entre Madrid y San Petersburgo, miércoles y domingos, durante los meses de julio y agosto. Son en horario nocturno y duran poco más de cuatro horas, así que con un poco de organización puedes ahorrarte dos noches de hotel.
Desde el aeropuerto internacional de Pulkovo 2 puedes tomar un autobús al centro de la ciudad o un taxi que te saldrá bastante más caro, cuyo precio exacto te darán antes de salir en la caseta oficial.
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A la vuelta, recuerda que una vez entres en el aeropuerto ya no podrás salir, cuenta con escáner de equipajes en la misma puerta, por lo que es recomendable facturar a través de Internet, para no pasar tanto tiempo dentro, apenas hay tiendas y el interior resulta algo agobiante.
Nada más llegar
En el aeropuerto hay casas de cambio que ofrecen buen precio por tus euros, aunque un poco más alto que las del centro. Pero también puedes sacar rublos en cualquier cajero de la ciudad, las comisiones son pequeñas.
Para hacerte una idea de conjunto, nada mejor que darte el primer día una vuelta en barco por el río y los canales. Hay varios embarcaderos por toda la ciudad. Y un paseo por Nevsky Prospekt de punta a punta.
También es una buena idea contratar algún tour guiado caminando por la zona que más te interese. Los hay incluso gratuitos
Cómo moverte
La ciudad cuenta con una excelente red de transporte público, que incluye metro, tranvía, trolebuses, taxis, minibuses y por supuesto barcos, entre otras posibilidades. El medio más barato, fácil de entender y rápido –en horas punta pasan trenes cada minuto- es el metro.
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Salvando las precauciones básicas que hay que tener en cualquier gran ciudad –esta supera los cinco millones de habitantes- la seguridad es muy buena, no hay problemas de día ni de noche.
San Petersburgo no es una ciudad especialmente accesible, muchos locales, hoteles, e incluso edificios oficiales no cuentan con accesos adaptados para sillas de ruedas. El gran Ermitage sí es completamente accesible, y casi todos los semáforos tienen avisadores acústicos.
Las tarifas de Internet tanto en los cibercafés como en los hoteles son baratas y la conexión buena, así que podrás conectarte sin problema para buscar cualquier información o reservar a última hora.
Qué comer
Vodka y caviar son dos de las señas de identidad de la gastronomía rusa, que por supuesto hay que probar en San Petersburgo. Si el de esturión te resulta muy caro, escoge las huevas de salmón, de color rojo intenso y considerablemente más baratas.
Un lugar ideal para probarlo es el Caviar Bar del Grand Hotel Europe, pero te saldrá mucho más barato si lo compras en un gran supermercado.
El brindis con vodka ha de ser largo y contundente, y los rusos siempre toman algo de comida entre vaso y vaso. Si prefieres bebidas sin alcohol, pide un mors, zumo rojo típico que se elabora con arándanos.
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Los blinis con unas tortitas que se rellenan de cualquier cosa y constituyen la comida rápida por excelencia de Rusia. Las encontrarás por toda la ciudad. Pruébalas en Blinny Domik, donde ofrecen más de treinta diferentes, o en la cafetería del Museo Ruso.
Los sanpeterburgueses también son muy aficionados a la pasta. La encontrarás en formas muy características, como los pelmeni, que se sirven con caldo; o los vareniki, bolitas con rellenos salados o dulces.
No dejes de probar algunas de las sopas más típicas, como la solianka, de sabor ácido; la milenaria receta de la schi de repollo y carne; o la okroshka, fría y refrescante.
La avenida Nevski y sus aledaños aglutinan la mayor cantidad de restaurantes y cafés. Casi todos los del centro cuentan con carta en inglés, y en muchos de ellos está permitido fumar.
El tabaco, a precio mucho más barato que en España, se vende en cualquier kiosco, aunque también hay tiendas especializadas como Табакерия СПб.
El agua del grifo tiene mal sabor, así que es mejor beber agua embotellada. Por toda la ciudad encontrarás supermercados, farmacias e incluso librerías, que abren 24 horas. Recuerda, en verano San Petersburgo nunca duerme. 
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Comentarios

Viajes de Primera (no verificado)

Además de múltiples caras, San Petersburgo es una ciudad que gana con el tiempo, de las que van creciendo a medida que uno toma perspectiva, quizá más necesaria que nunca en lugares en los que, como decís, se acumula tanta Historia, tan distinta y llena de pasiones, en tan "poco" tiempo